3 de noviembre de 2012

El rostro del hermano nos rela el rostro de nuestro padre Dios

Muchos cristianos se preocupan por observar leyes y costumbres, pero no las relacionan con las enseñanzas de Jesucristo.
Unos cristianos se preocupan mucho por el culto, por las oraciones, pero no se preocupan por los graves problemas que padecen los hermanos
Los judíos que regresaron del destierro de Babilonia tenían necesidad de reconstruir sus hogares, su ciudad, su templo y encontrar una nueva forma de vivir de acuerdo a las circunstancias actuales
Los Deuteronomistas ofrecen al pueblo una base para esta reconstrucción. Recordando a Moisés, el capítulo 5 del Deuteronomio nos presentó lo que hoy llamamos los diez mandamientos.
En el capítulo que leemos hoy (6o.) nos invita a guardar los mandamientos y a ponerlos en práctica para, con ello, alcanzar la felicidad y el crecimiento del pueblo. 
Jesús ha llegado al final de su camino; ahora se encuentra en la capital Jerusalén. Recordamos que mientras Jesús sigue con firmeza su camino, los discípulos están ciegos para comprenderlo.
Un especialista en la Escritura se acerca a Jesús buscando luz para comprender ¿cuál de los 613 mandamientos es el primero de todos?
Jesús invita al erudito judío a recordar lo que todo israelita recita a diario: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.  Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Deuteronomio 4, 5-6).
Pero Jesús considera que esto no basta y añade un texto de la misma Escritura, Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Levítico 19, 18).
Para Jesús, el amor, y no la observancia de la ley, constituye el mandamiento principal y ese amor abarca dos direcciones inseparables: Amar a Dios y como consecuencia y manifestación de ese amor: amar al hermano.
En el rostro del hermano Jesús sobre todo del sufriente, Jesús nos enseña a ver su propio rostro. 
Si queremos tener bien centrada nuestra vida tenemos que poner en el centro el amor del Padre al que hemos de escuchar, respetar y obedecer.
Tenemos que darle a nuestra oración el sentido de diálogo con el Padre, esforzándonos para escuchar lo que El nos pide y lo que Él nos propone.
Tenemos que leer la biblia porque es la palabra del Padre en la que nos revela su amor y sus planes de salvación
Si queremos vivir como verdaderos cristianos tenemos que unir de manera intencional el amor al Padre y el amor a los hermanos.
Tenemos que estar atentos a los graves problemas que vive nuestra sociedad y después de tomar conciencia de la problemática, buscar con  otros hermanos alguna solución.
Apoyemos el movimiento ciudadano por la paz
CCR.
 
 
 

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