19 de diciembre de 2011

Diálogo pastoral en torno a una ciudadanía responsable

Dora y Samuel, jóvenes de la Parroquia de San Timoteo han invitado al P. Rubén a cenar en su casa para compartir diversas inquietudes.

Samuel: Padre: Estamos terminando este año y ya hemos entrado en el proceso político de 2012. Necesitamos tener claro lo que hemos de hacer para formar la conciencia de nuestra comunidad en torno a nuestra responsabilidad.
Dora: No podemos pasar por alto que este año ha estado marcado por la violencia y la inseguridad pública.
P. Rubén: Pero no podemos negar que todo esto está relacionado con la pobreza que hay en nuestro pueblo y en las tremendas desigualdades que hay en nuestra sociedad.
Samuel; A esto hay que añadir la corrupción que hay en muchas de nuestras autoridades y el hecho de que una gran cantidad de los delitos quedan impunes.
Dora: Hemos llegado a un estado de descomposición del tejido social en el que no se respetan las leyes y, por temor y por desconfianza, cada uno pretende resolver los problemas por sí solo.
P. Rubén: A pesar de todo lo malo que estamos viviendo, aparece en el mundo el movimiento de los indignados que tienen actitudes críticas y que están levantando la voz en demanda de un mundo más justo y humano.
Samuel: Pero estos cambios en la sociedad no serán posibles sin la participación activa de los ciudadanos organizados.
Dora: Además la participación tiene que comenzar desde el lugar donde vivimos, en los asuntos cotidianos de nuestra comunidad.
P. Rubén: Basta ya de dejar que unas cuantas personas manejen los asuntos públicos. Es necesario que todos nos hagamos responsables, organizándonos como ciudadanos.
Samuel: Es un hecho comprobado que las acciones eficaces son aquellas que unen sus esfuerzos a los de otros luchas que se realizan en defensa de la vida, de la dignidad, de la justicia de la ecología etc.
Dora: Como en la sociedad todos tenemos derecho a la vida, a la salud, a la educación a la recreación, al respeto, nos toca a todos trabajar para que sean efectivos esos derechos.
P. Rubén: Pero, como decía Samuel, esto sólo lo lograremos si nos organizamos y nos unimos a otros grupos que luchan por los mismos intereses.
Samuel: Pues entonces vamos a comenzar. Propongo que empecemos por el barrio más chiquito, buscando una persona de cada cuadra que tenga interés por los asuntos sociales y que sea aceptado por la comunidad.
Dora: Nomás hay que fijarse que no sea alguien que trabaja para sí mismo o para algún partido, porque esta persona lleva otras intenciones.
P. Rubén: Después, habría que buscar un lugar público como una placita o un parque para reunirnos y explicarles con mucha claridad lo que nos interesa.
Samuel: En seguida cada uno de los que hayan participado en nuestra reunión, reunirá a los vecinos de su cuadra facilitando que se conozcan y se vaya creando un ambiente de confianza.
Dora: Cuando haya un ambiente de confianza los invitaremos a que platiquen de los problemas y dificultades que tenemos en nuestro lugar.
P. Rubén: El siguiente paso es encontrar soluciones a los problemas principales que tenemos. Posteriormente evaluando y conociendo problemas más amplios estaremos construyendo el primer paso de la ciudadanía, sin el cual no es posible la participación política.
Samuel: Entonces pongamos manos a la obra.

Pobreza en México, una agenda alternativa

Desde hace 30 años México, como eximio alumno del Consenso de Washington, ha querido reformar a fondo su economía, pero los resultados no han sido alentadores. El país no crece y, al finalizar el quinto año de gobierno calderonista, aunque su titular presume las bondades macroeconómicas y obtiene elogios interesados del exterior, las cifras oficiales del desempleo y la pobreza son contundentes: lo que crece es la pobreza.  

Las reservas, la paridad Peso-Dólar, la tasa de crecimiento del PIB son, podríamos decir, “buenas noticias económicas”, índices que motivan el contento presidencial muy propio de las coyunturas preelectorales. Incluso, cuando se trata de señalar fallas o algún mal desempeño económico, se alude a un poder Legislativo que no saca adelante “las reformas que el país necesita”.

Pero una voz externa, con solvencia analítica como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo dependiente de la ONU, nos devuelve al mundo real. El pasado 29 de noviembre, la mexicana Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de tal entidad, daba a conocer el informe Panorama social de América Latina 2011, donde se aportan datos nada acordes con la autocomplacencia del Presidente y su gabinete económico.

En 2010, todos los países de la región se mantenían estables o habían disminuido la pobreza y la indigencia, excepto México y Honduras, a la sazón líderes en la exportación de mano de obra a Estados Unidos. ¿Porcentajes? Aquí, 36.3 de cada 100 personas están en condiciones de pobreza. El conjunto de países de América Latina ubica su nivel de pobreza en una tasa de 31.4 por ciento, en promedio. La de México está 16 por ciento arriba.

¿Por qué echar las campanas a vuelo cuando en México -según la citada institución- 15 millones de personas sobrevive en la indigencia, 55 por ciento de la población sufre algún grado de pobreza, y en San Juan Tepeuxila, Oaxaca, el 97.4 por ciento de sus pobladores son pobres?

En lugar de ceñirse a cuestionar la lentitud de las reformas estructurales -laboral, energética, fiscal- que de cierto necesita México, ¿por qué no proponer una agenda alternativa para salir del atraso? ¿Por qué le teme Felipe Calderón a hablar de acceso al crédito, profundizar la política social, productividad, educación, altos precios en la electricidad y telecomunicaciones, inversión pública para desarrollo del mercado interno, mejorar la distribución del ingreso, y ocuparnos más en la viabilidad no sólo económica sino social y política?