26 de noviembre de 2016

Tener los ojos abiertos a los signos de los tiempos


Muchas veces nuestros planes de pastoral no parten de estar atentos a los signos de los tiempos que hoy se manifiestan en los gemidos de la humanidad y  de la creación.
En nuestra sociedad el último mes del año, es pretexto para comer y beber desordenadamente, provocando en ocasiones pleitos y problemas familiares y sociales.  

El profeta Isaías escribe cuando el imperio asirio está en pleno apogeo y Judá vive bajo la constante amenaza de guerra  y es apenas una pequeña nación en medio de los grandes imperios.
El profeta presenta a Jerusalén como el centro al que confluyen todos los pueblos, como el lugar desde donde ha de darse a conocer el estilo de vida que propone Yahvé.
Contempla a Jerusalén como árbitro en medio de los pueblos y anuncia que los instrumentos de guerra serán convertidos en objetos de la actividad campesina.
Este tiempo de Adviento que hoy iniciamos nos recuerda que como nuevo pueblo de Dios tenemos que dar a conocer el proyecto de Jesús y trabajar en la construcción de la paz.
En el texto de la carta a los Romanos, Pablo recomienda a la comunidad que renunciemos a  comer y de beber egoístamente y recomienda que evitemos los pleitos y envidias.
En el evangelio que leemos hoy,  Jesús hace una comparación de la venida del Hijo del Hombre con los tiempos de Noé porque la gente vive metida en sí misma y ajena a lo que pasa alrededor.  Ante esto la recomendación de Jesús es: Estén despiertos, estén preparados.
El pasado no nos pertenece, no podemos actuar en él ni  lo podemos modificar, el futuro es desconocido y por ello el único momento en el que podemos actuar es el presente.
Es en el presente en el que hemos de escuchar la voz de Dios en los gemidos de la humanidad y en los gemidos de la creación.
Es en el presente en el que tenemos que continuar la tarea de Jesús: anunciar el Reinado de Dios con nuestros hechos y palabras.


Vivir el Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros estar despiertos, con los ojos abiertos  y los oídos  atentos, para escuchar los gemidos de todos los que sufren.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros estar preparados, siempre activos en el trabajo por construir la paz en todos los ámbitos: Familia, barrio, ciudad, país, mundo.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros como creyentes vivir la fraternidad, alegres, sí, pero evitando el egoísmo en el comer y en el beber.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros tomar en cuenta los signos de los tiempos en nuestros planes pastorales, escuchando  la voz de Dios que se nos manifiesta en los gemidos de la humanidad y de la creación.
Cosme Carlos Ríos

Noviembre 26 del 2016 

19 de noviembre de 2016

Algunas frases del Papa Francisco a los dirigentes de los movimientos populares


Los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas fundamentales que ustedes reivindican:
Trabajo digno para los excluidos del mercado laboral;
Tierra para los campesinos y pueblos originarios;
Vivienda para las familias sin techo;
Integración urbana para los barrios populares;
Erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud;
 El fin de todas las guerras,  del crimen organizado y de la represión;
 Libertad de expresión y comunicación democrática;
 Ciencia y tecnología al servicio de los pueblos.  
Las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora «según los lugares, tiempos y personas» Si no, corremos el riesgo de las abstracciones no logran sostener la vida de nuestras comunidades». 

El terror y los muros.
Esa germinación que es lenta, que tiene sus tiempos  está amenazada por la velocidad de un mecanismo destructivo que opera en sentido contrario.
Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano, al hombre y la mujer
Hay  un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera.
De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso, pero ningún pueblo, ninguna religión es terrorista. 
Ninguna tiranía, ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. Esto es clave. De ahí que toda tiranía sea terrorista.
Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias, con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales.
Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro.
Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de las armas y de la muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles.



El segundo punto es: El amor y los puentes.
Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma.
 Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado (cf. Mc 2,27).
Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón 
Y después, ese mismo día, Jesús hizo algo «peor», algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo.
Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con eso le devolvió la dignidad.
Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral. 

Otro punto es: La bancarrota y el salvataje.
Sé que dedicaron una jornada al drama de los migrantes, refugiados y desplazados.
En Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas  como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de los conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.
Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad»
¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto?
Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente.
El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro.
«Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos.
Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y trascienden la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo»
Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el migrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota, incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades. O simplemente no se lo deja entrar.
Les pido que ejerciten esa solidaridad tan especial que existe entre los que han sufrido.  Ustedes saben recuperar fábricas de la bancarrota, reciclar lo que otros tiran, crear puestos de trabajo, labrar la tierra, construir viviendas, integrar barrios segregados y reclamar sin descanso como esa viuda del Evangelio que pide justicia insistentemente (cf. Lc 18,1-8).
Tal vez con vuestro ejemplo y su insistencia, algunos Estados y Organismos internacionales abran los ojos y adopten las medidas adecuadas para acoger e integrar plenamente a todos los que, por una u otra circunstancia, buscan refugio lejos de su hogar. 
Y también para enfrentar las causas profundas por las que miles de hombres, mujeres y niños son expulsados cada día de su tierra natal.
Dar el ejemplo y reclamar es una forma de meterse en política y esto me lleva al segundo eje que debatieron en su Encuentro: la relación entre pueblo y democracia.
Una relación que debería ser natural y fluida pero que corre el peligro de desdibujarse hasta ser irreconocible.
La brecha entre los pueblos y nuestras formas actuales de democracia se agranda cada vez más como consecuencia del enorme poder de los grupos económicos y mediáticos que parecieran dominarlas.
Los movimientos populares, no son partidos políticos y  en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública.
Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula: «La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás»
Quisiera señalar dos riesgos que giran en torno a la relación entre los movimientos populares y la política: el riesgo de dejarse encorsetar y el riesgo de dejarse corromper.
Primero: No dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien.
Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera.
Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema.
 Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macro-relaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se lo tolera.
No se lo tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar en pequeñas castas.
 Así la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino.
En estos tiempos de parálisis, desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.
Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales
«El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio» 
 La Iglesia, la Iglesia también puede y debe, sin pretender el monopolio de la verdad, pronunciarse y actuar especialmente frente a «situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático, y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe»
El segundo riesgo, les decía, es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política.
Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares.
Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social
Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; esa austeridad moral y personal. Y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo
La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo.

Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura. 

Honrar a Jesús Rey es practicar la misericordia


Por mucho tiempo hemos presentado a Jesús Rey a la manera de  los que viven en los palacios de la tierra y, le hemos atribuido toda la autoridad y la gloria: tronos majestuosos, coronas de oro, mantos de púrpura, cetros de plata y piedras preciosas, leyes y  castigos, en lugar de presentarlo como lo presenta el evangelio.
Otras veces, con el pretexto de que Jesús es el rey del universo, hemos intentado someter, muchas cosas a nuestros caprichos, a nuestros intereses o a nuestros dogmas, y hemos usado para ello incluso la violencia, la tortura... y hasta la muerte.

El segundo libro de Samuel  nos dice que después de la muerte de Saúl, una parte del pueblo reconoció a David como rey y en el texto que leemos hoy se nos cuenta que los ancianos del Reino del Norte, (La otra parte)  pidieron a David que gobernara también sobre ellos.
Ellos dan como razón que David es de los de ellos y que ya desde antes era el que conducía al pueblo.
 Aunque la historia habla del adulterio y los homicidios cometidos por David, la tradición bíblica lo presenta como el rey ideal que defendió al pueblo y no lo explotó con los impuestos, ya que para los israelitas la preocupación por la justicia social constituía, la piedra de toque del verdadero israelita.
El evangelio que escuchamos hoy nos presenta Jesús en la Cruz  y nos dice que 
·        La gente estaba allí mirando
·        Los jefes se burlaban diciendo: "Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.
·        Los soldados se burlaban de él.  diciendo: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
·        Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: "¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.
·        El otro dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.
·        Jesús le respondió: "En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.

En la Escritura y de modo particular en los evangelios, la Cruz  es el símbolo del amor de Jesús crucificado que nos invita a seguir su ejemplo.
Jesús no nos pide besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.
Para los seguidores de Jesús, tomar la Cruz implica acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde solo hay indiferencia ante los que sufren.
Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.
Honrar hoy a Jesús Rey implica para nosotros releer el evangelio y comprobar que la práctica de Jesús es la de la misericordia y no la práctica del poder o de la magia.
Honrar hoy a Jesús Rey misericordioso  implica para nosotros ver a Jesús en todos los que hoy van cargando las distintas cruces del dolor
Honrar hoy a Jesús Rey misericordioso  implica para nosotros proclamar y defender los derechos de los niños
Honrar hoy a Jesús Rey misericordioso  implica para nosotros denunciar la violencia y la explotación de la mujer y sumarnos a esa lucha
Noviembre 20 Día internacional de los derechos de los niños
Noviembre 25 Día internacional contra la violencia y explotación de la mujer
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 19 del 2016


12 de noviembre de 2016

Fortalecer la esperanza frente a la angustia y el miedo


Vivimos tiempos de violencia y de inseguridad pública: La crisis económica, las amenazas continuas a la paz, los  problemas familiares y muchas otras cosas más  nos angustian y nos llenan de miedo.
El miedo nos paraliza, nos encierra, nos aísla y hace difícil la participación en la Iglesia y en la sociedad para buscar juntos la solución a los graves problemas que nos angustian.
Hay grupos religiosos que presentan una imagen de Dios que asusta y mantiene pasivos a los que creen ese grupo

El profeta Malaquías aparece en la Biblia como el último de los profetas, pero lo que nosotros tomamos por nombre propio es sólo un simple título, que significa «Mensajero del Señor».
Malaquías profetiza después del regreso de Babilonia. En esa época el templo ya está reconstruido y el culto funciona, sacerdotes y levitas están organizados.
Pero el pueblo desanimado al ver que las antiguas promesas siguen sin cumplirse, cae en la apatía religiosa y en la desconfianza.
Duda del amor del Señor y de su interés por el pueblo, lo cual repercute en el culto y en la ética.
El profeta anuncia que en el día definitivo se hará sentir la justicia divina. La suerte de los malvados y de los justos no podrá ser igual. Ese día se sabrá por qué era necesario caminar según los preceptos y normas del Señor.
Con respecto al Evangelio de hoy el texto deja entender  que la presencia magnífica del templo de Jerusalén alentaba tanto  la fe de los judíos que eran más significativos la arquitectura y el poder de la religión que el mismo Dios de Israel.
Como si fueran más importante los sacrificios, el ritual, la construcción majestuosa... que las actitudes exigidas por el mismo Dios para un verdadero culto a él: la misericordia y la justicia social.
Por eso Jesús afirma que el templo será destruido, pues no posibilita una relación legítima con Dios y con los hermanos, sino que crea grandes divisiones sociales e injusticias.
En este texto, Lucas, como Marcos y Mateo, usa un lenguaje apocalíptico propio del pueblo sencillo  que se expresa por medio de símbolos e imágenes.
A través de las imágenes y el lenguaje simbólico ayuda a descubrir la presencia y la acción salvadora de Dios en medio de la angustia provocada por las situaciones de catástrofe; de esta manera fortalece la esperanza del pueblo.
En este texto lo importante son las respuestas que da Jesús:
"Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra”. Jesús no está haciendo pronósticos sino advirtiendo en contra de las falsas seguridades de que el templo por sí sólo constituye la salvación del pueblo.
Advierte también sobre lo que angustia a la gente: las guerra y disturbios, y hace notar que estas cosas angustiosas no indican que ha llegado el fin. Tampoco los desastres naturales el hambre y las calamidades son indicadores de que el fin está cerca
 Habla también de la persecución en contra de los discípulos y describe las diversas adversidades que tendrán que enfrentar y les advierte: Yo mismo les daré palabras y sabiduría, y ninguno de sus opositores podrá resistir ni contradecirles.
Y finalmente les recomienda: Manténganse firmes y se salvarán.

Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa. Presentar a Dios como Padre que ama, acompaña y fortalece a todos sus hijos y con toda nuestra fuerza luchar contra todo lo que provoca angustia y miedo en el pueblo
Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa: No poner nuestra seguridad en las cosas materiales ni en los signos sino en lo que ellos significan.
Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa: Vivir lo que celebramos en el culto participando en la vida de la comunidad para un  servicio mejor a todos y en la vida social para tener una mejor humanidad y un mejor ambiente. 
Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa: Luchar contra el encerramiento, el aislamiento e ir siempre con confianza  al encuentro del otr@ para construir juntos algo mejor.

Noviembre 12 del 2016
Cosme Carlos Ríos


5 de noviembre de 2016

Creer en la Resurrección significa ponerse a tono con el Dios de la vida

Para Dios todos sus hijos están vivos

Acostumbramos manifestar nuestra fé en la resurrección rindiendo culto a nuestros difuntos por medio de oraciones, altares dedicados a su memoria y visita a los cementerios.
Sin embargo el culto y la memoria de los fieles difuntos se reduce a un día o si acaso al mes de Noviembre. Rara vez este culto y esta memoria nos lleva mejorar nuestra vida y nuestro trato con los vivos.

En el contexto de este mes de Noviembre, dedicado a la memoria de los fieles difuntos, las lecturas de este día nos presenta aspectos que nos ponen a tono con la realidad de la vida y de la muerte.
En la primera lectura encontramos el testimonio heroico y edificante de una madre y de sus siete hijos, que entregan la vida antes que rendirse a los caprichos del emperador de turno.
Es un relato típico de la literatura popular; tiene además una gran fuerza simbólica. El número siete simboliza perfección y plenitud.
La familia representa la unidad que debe mantener el pueblo. La mujer y sus hijos representan al pueblo de Israel frágil, inocente e indefenso.
El relato deja varias enseñanzas: Hay que morir antes que quebrantar el proyecto de Dios. Dios tiene compasión del que muere por su causa. Los que mueren por la causa de Dios resucitarán a una vida eterna en sus cuerpos mortales.
Para comprender mejor el relato del Evangelio conviene tomar en cuenta que tener muchos hijos en Palestina era considerado una bendición del cielo; morir sin hijos, la mayor de las desgracias.
Para evitar esto último, el libro del Deuteronomio establecía la ley del levirato que buscaba que la viuda sin hijos no quedara desamparada, sino protegida por uno de sus cuñados
Los saduceos que en este texto se acercan a Jesús, eran el partido de los ricos. Lo formaban los sumos sacerdotes, los senadores y los grandes terratenientes de Palestina.
Eran  un partido conservador en lo religioso y en lo político, pues tenían mucho que conservar: El poder, el dinero, los privilegios y honores. Ellos vivían bien, mejor que nadie
No aceptaban la resurrección. Lo importante para ellos era el dinero, y más allá de la tumba, el dinero no tiene valor alguno.
Además, si no había más vida que ésta, eso significaba que contaban con la benevolencia de Dios.
Ellos plantean a Jesús una propuesta capciosa presentando que el cumplimiento de la ley de Moisés impide que sea realidad la resurrección
La respuesta de Jesús sigue dos caminos. Por un lado, no acepta que el estado del hombre resucitado sea una copia del estado presente.
La procreación es necesaria en este mundo, a fin de que vayamos  tomando conciencia, a través de la multiplicación de la raza humana, de las inmensas posibilidades que lleva en su seno
No existiendo la muerte, en el siglo futuro, no será ya necesario asegurar la continuidad de la especie humana mediante la procreación.
La respuesta de Jesús indica que la reproducción humana tiene sentido en esta vida, pero en la otra vida no ya que el género humano no se reproducirá y por ello el planteamiento que le hacen a Jesús es falso.
Jesús declara además que Dios es Dios de vivos porque para Él todos están vivos. Dios no quiere hijos muertos.

Creer en la Resurrección implica para nosotros ponernos a tono  con el Dios de la vida, el Dios de vivos  luchando contra todas las situaciones de muerte.
Creer en la Resurrección de Jesús y en la nuestra, implica para nosotros la decisión de mantenernos unidos a Jesús en la lucha por anunciar y construir el Reinado de Dios
Creer en la Resurrección, recordar a nuestros difuntos implica para nosotros agradecer a Dios y a ellos el haber disfrutado de su vida, de su presencia y de su cariño
Creer en la Resurrección, recordar a nuestros difuntos implica para nosotros guardar su memoria de modo que nos estimule a seguir haciendo el bien como aprendimos de ellos
Creer en la Resurrección, recordar a nuestros difuntos, implica para nosotros evitar en nuestra vida de hoy los errores, descuidos o malos tratos que tuvimos con nuestros difuntos.
Creer en la Resurrección, recordar a nuestros difuntos implica para nosotros luchar para que todos los hermanos que aún están en esta vida tengan una buena calidad de vida.
Noviembre 05 del 2016
Cosme Carlos Ríos