24 de septiembre de 2016

Dios es sensible y escucha el clamor del indigente



La indiferencia ante el prójimo asume diferentes formas. Hay quien está bien informado, escucha la radio, lee los periódicos o ve programas de televisión, pero lo hace de manera frívola, casi por mera costumbre: estas personas conocen vagamente los dramas que afligen a la humanidad pero no se sienten comprometidas, no viven la compasión.
Esta es la actitud de quien sabe, pero tiene la mirada, la mente y la acción dirigida hacia sí mismo.
Desgraciadamente, debemos constatar que el aumento de las informaciones, propias de nuestro tiempo, no significa de por sí un aumento de atención a los problemas, si no va acompañado por una apertura de las conciencias en sentido solidario.
La indiferencia se manifiesta en otros casos como falta de atención ante la realidad circunstante, especialmente la más lejana.
Algunas personas prefieren no buscar, no informarse y viven su bienestar y su comodidad indiferentes al grito de dolor de la humanidad que sufre.
Casi sin darnos cuenta, nos hemos convertido en incapaces de sentir compasión por los otros, por sus dramas; no nos interesa preocuparnos de ellos, como si aquello que les acontece fuera una responsabilidad que nos es ajena, que no nos compete.
«Cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen…
Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien». (Tomado del mensaje por la paz del Papa Francisco el 1º. de Enero del 2016)
El reino del norte (Israel) en el que profetiza Amós, por su riqueza natural y por su contacto con otros pueblos está viviendo una época de prosperidad, muchas veces legitimada por el culto, prosperidad que va acompañada del empobrecimiento de muchos 
El profeta se encara resueltamente con los principales responsables de esta situación (las clases dirigentes de Samaría y de Jerusalén): ¡Ay de los descuidados en Sión! ¡Ay de los confiados en Samaría!.
En su inconsciencia y fatuidad, se entregan, sin preocupaciones, a gozar de sus riquezas, suponiendo que su situación privilegiada ha de durar siempre.
Dios se manifiesta en contra de su insensibilidad, y por ello el profeta los amenaza con ir a la cabeza de los desterrados.
Como estos dirigentes son los que encabezan el enfrentamiento con los asirios es obvio que serán los primeros en ser reprimidos con el destierro,
Para comprender la parábola del rico epulón es importante tomar en cuenta que en la narración de Lucas esta parábola conecta con la postura que los fariseos toman ante la riqueza, de modo que parece dedicada a ellos.
Es un error pensar que Jesús valora y alaba la situación inhumana que vive Lázaro.
Lo que es obvio y muchas veces se trata de ocultar, es que el Padre misericordioso reprueba la conducta insensible del rico y muestra su amor misericordioso ante el indigente Lázaro

Ser discípulo de  Jesús hoy, al estilo de Amós, implica para nosotros, hacer una denuncia permanente de la insensibilidad que vive nuestra sociedad hacia los más desamparados.
 Ser discípulo de  Jesús hoy, implica para nosotros, de modo especial en este año de la misericordia, escuchar con sensibilidad el clamor de todos los que sufren y buscar formas de organización para remediar sus necesidades
Cosme Carlos Ríos
Septiembre 24 del 2016


17 de septiembre de 2016

Optar por los pobres




Hay muchos creyentes que consideran que la gente es pobre porque es perezosa: no les gusta estudiar ni trabajar y no analizan las causas estructurales de la pobreza
El profeta Amós es un campesino, natural de Tecóa en el reino del Sur, pero actúa en el reino del Norte por el año 760 a.C, durante el reinado de Jeroboam II.
El reino del Norte ha logrado grandes avances en materia económica, pero a costa del empobrecimiento de las mayorías.
Esta situación es legitimada desde los santuarios del rey especialmente el de Betel en el que actúa el profeta. Este no se limita a señalar los hechos, sino analiza las formas de explotación.
 Ustedes dicen: "¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo?
Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar;  compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo".
En un programa de radio, el 09 de Noviembre de 1962, el Papa Juan XXIII pronunció la siguiente frase: "La iglesia es de todos, pero es sobre todo una Iglesia de pobres
Las palabras de Juan XXIII no causaron un gran impacto en los trabajos del Concilio Vaticano II. Esto se debe al hecho que los 1.500 obispos que fueron a Roma a participar en el Concilio, no consideraron la pobreza como un problema, sino como una realidad.
No obstante esto, dos semanas antes de la clausura del Concilio el 16 de Noviembre de 1965, unos 40 obispos, se reúnen en la catacumba de Santa Domitila y participan en una misa. Después firman un documento llamado Pacto de las Catacumbas, en el que se comprometen a vivir de modo pobre.
La Iglesia latinoamericana en la Conferencia de Medellín asume este tema y declara:
La pobreza como carencia de los bienes de este mundo es, en cuanto tal, un mal.
Los profetas la denuncian como contraria a la voluntad del Señor y las más de las veces como el fruto de la injusticia y el pecado de los hombres.
En Medellín la Iglesia asume una clara opción por los pobres
Y en el Documento de Puebla los Obispos señalan:
Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc.
Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria. Estado interno de nuestros países que encuentra en muchos casos su origen y apoyo en mecanismos que, por encontrarse impregnados, no de un auténtico humanismo, sino de materialismo, producen a nivel internacional, ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres.
En el evangelio después de contar la parábola del administrador infiel, Jesús hace esta recomendación: “Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas”.

Para nosotros hoy, trabajar en la construcción del Reino de Dios implica estar conscientes de que hay causas estructurales que provocan la pobreza y descubrir los mecanismos y empresas empobrecedoras.

Para nosotros hoy, trabajar en la construcción del Reino de Dios implica renunciar al lujo y a los bienes superfluos, llevando una vida de sencillez y austeridad.
Para nosotros hoy, trabajar en la construcción del Reino de Dios implica sobre todo: ubicar a los pobres, denunciar las causas concretas de su pobreza y compartir con ellos nuestros bienes
Cosme Carlos Ríos

Septiembre 17 del 2016

10 de septiembre de 2016

Salir al encuentro del hermano alejado


Los grupos creyentes tenemos la tendencia a sobrevalorar a las personas observantes de normas, de leyes y de prácticas y no nos distinguimos por la práctica de la misericordia.
De este modo reflejamos una imagen de Dios como alguien rígido, que se alegra con la observancia, pero que no tiene preocupación por los que los que están lejos o   se han alejado

En el texto de la primera lectura los israelitas se han quedado solos y sin guía en el desierto. Ya no sienten la presencia del Señor y Moisés tarda en bajar de la montaña.
Esta ausencia momentánea les resulta insoportable, y se fabrican una imagen que les dé la sensación de tener a dios en medio de ellos, que lo haga visible y tangible, y del que puedan disponer a su agrado.
La imagen elegida es la del "ternero", porque el toro joven representa, en la simbología del Antiguo Oriente, la fuerza rebosante, la vitalidad y la fecundidad.
En este momento interviene Moisés. Lo hace como un profeta, denunciando y condenando severamente esa desviación del pueblo, que lo exponía a caer en la idolatría.
Pero él es también el intercesor que se solidariza con sus hermanos, y así obtiene del Señor el perdón y la renovación de la Alianza.
El texto del Evangelio que leemos hoy nos presenta en Jesús el rostro misericordioso del Padre.
Lucas nos dice que se acercaban a Jesús los cobradores de impuestos y los pecadores.
Por otro lado, la gente más observante, los fariseos y maestros de la Ley lo critican diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos"
Entre los judíos de la época de Jesús sólo se come con las personas de su clase, pues comer con personas de otra clase significa igualarse con ellos.
Como es frecuente en Lucas, él utiliza el contraste: en este caso pone frente a frente la conducta de Jesús con la mirada de los representantes del sistema, los escribas y fariseos
Las parábolas que leemos hoy son contadas a la defensiva, es decir para legitimar el trato que Jesús brinda a los cobradores de impuestos y a los pecadores.
Acostumbramos leer la tercer parábola poniendo en el centro al hijo menor, pero Jesús no quiere fijarse en el hijo pecador ya que de esos hay  muchos,  sino en el Padre lleno de ternura y misericordia.
El padre hace entrega al hijo de lo que le corresponde, le permite alejarse, lo espera y  cuando vuelve derrotado sale a su encuentro, lo recibe con abrazos y besos, lo viste, lo calza, le da el anillo y hace una fiesta.
Aún más, el padre tiene que lidiar con el hijo observante que se niega a recibir a su hermano y que no tiene las entrañas de misericordia del padre.
Este es el rostro que han de tener las comunidades de discípulos de Jesús de Nazaret.

Para nosotros hoy, mostrar el rostro misericordioso del Padre implica poner en la mente, en el corazón y en la vida la misericordia de Jesús para con los alejados y pecadores.
Para nosotros hoy, mostrar el rostro misericordioso del Padre implica, (con la ternura de Jesús), salir al encuentro de aquellos que no se sienten parte de una Iglesia burocrática, moralista e incongruente.
Para nosotros hoy, mostrar el rostro misericordioso del Padre implica salir al encuentro de los sobrantes de la sociedad porque no son productivos: los ancianos, enfermos, niños, indígenas que llegan a nuestra ciudad.
Para nosotros hoy, mostrar el rostro misericordioso del Padre implica salir al encuentro de quienes no encuentran sentido  a la existencia, y viven sumidos en continuas depresiones, los tristes, los amargados, abandonados por su familia, desempleados.
Cosme Carlos Ríos
Septiembre 10  del 2016.


3 de septiembre de 2016

Conocer y seguir a Jesús en el Evangelio



Con el correr del tiempo hemos reducido la vida cristiana a una serie de prácticas que implican una vida recta, pero con poco compromiso en la construcción del Reino de Dios
Recibimos los Sacramentos de iniciación cristiana, algunos tardíamente y muy pocos participan en grupos de Iglesia o en actividades a favor de una sociedad mejor
En varias partes el mes de Septiembre es llamado “Mes de la Biblia” en memoria de San Jerónimo que fue, el que por encargo del Papa San Dámaso, tradujo la Biblia del Hebreo y el Griego al Latín.

Jesús comenzó su ministerio con el anuncio de la cercanía del Reino de Dios, invitando a la conversión y llamando a algunas personas para que lo siguieran.
Expresa y directamente Jesús nunca explicó en que consiste el Reino de Dios: lo explica en parábolas y su actuación y sus palabras nos permiten intuir lo que anunciaba.
Rompiendo el modelo existente y de una manera totalmente nueva Jesús llama a Dios su Padre y muestra hacia él una profunda cercanía.
De igual forma Jesús actúa de manera preferencial a favor de los pobres y oprimidos transformando su situación. Se esfuerza por humanizar a las personas y a las estructuras.
Si es así, Jesús tiene el propósito de que Dios sea reconocido como Padre, todos los seres humanos como sus hijos y hermanos los unos de los otros.
Para realizar su misión, Jesús dio preferencia al proyecto del Padre y por ello dedicó totalmente sus últimos años al anuncio y la construcción del Reino, separándose de su familia biológica.
Jesús realiza su misión con suprema austeridad de modo que puede exclamar: Las aves del cielo tienen nidos, las raposas tienen madrigueras, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza.
Al proclamar el reinado de Dios, Jesús denuncia a los que explotan, oprimen y abusan del pueblo y por ello aceptó el rechazo, la crítica y la condena a muerte en la cruz.
Por ello Jesús invita a sus seguidores a que amen más el proyecto del Reino (que amen más al Padre) que a su propia familia. Así comienzan los 10 mandamientos.
Ningún discípulo de Jesús debería tener más de lo necesario mientras sus hermanos pasan necesidad, por eso Jesús invita a ser desprendidos de los bienes materiales.
El que con Jesús quiera luchar por un mundo de amor, de justicia, de paz y de verdad tiene que estar dispuesto a afrontar las contradicciones, críticas y persecuciones.

Necesitamos superar las falsas imágenes de Jesús que nos lo suelen presentar como un hombre espiritualizado, de muy bonitos discursos, pero que no insisten en actividad en defensa de la vida y en su denuncia de las estructuras injustas
Necesitamos recuperar el rostro humano de Jesús en el que el Padre nos muestra su rostro misericordioso.
Necesitamos volver a la lectura y contemplación de Jesús y de su proyecto, poniendo en nuestras manos y en nuestro corazón el Evangelio de Jesús,
Aprovechemos el mes de la Biblia
Cosme Carlos Ríos
Septiembre 03 del 2016