2 de agosto de 2014


Dénles ustedes de comer

 

Según datos de la ONU en nuestro mundo 842 millones de personas no tienen lo suficiente para comer. La gran mayoría de personas con hambre (827 millones) vive en países en vías de desarrollo, en donde el 14,3 por ciento de la población está desnutrida.

Del total de personas con hambre en el mundo, alrededor de 552 millones viven en Asia y Oceanía

Las mujeres constituyen un poco más de la mitad de la población mundial, pero representan más del 60% de las personas con hambre en el mundo.

La desnutrición contribuye con la muerte de 2,6 millones de niños menores de 5 años, un tercio del total global.

Cabría preguntarnos ¿Cuáles son las causas, los mecanismos que provocan esta situación? ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias en relación con nuestra comunidad?

   

El autor de la sección del libro de Isaías de la que tomamos la lectura de hoy es llamado Profeta Evangelizador o profeta de la esperanza.

Es la persona o grupo que anima e impulsa a los desterrados en Babilonia a poner los medios para regresar a su tierra.

Pero para encontrar la mística para lograr el retorno hace falta saciar el hambre y la sed y el Dios liberador invita al pueblo a comer y beber del alimento que da la verdadera vida y fortalece para la liberación

La  invitación de este capítulo se dirige a todos los que padecen alguna necesidad. En el fondo, el profeta piensa en las necesidades y angustias morales de su pueblo, simbolizadas en las necesidades más perentorias humanas, de comer y beber.

En torno al relato del Evangelio, Mateo señala el momento del día: había pasado la hora de la comida. Los discípulos se preocupan de ello y piden a Jesús que despida a la gente.

«Comprar» significa volver a la sociedad de la que proceden para someterse otra vez a las leyes económicas que los han mantenido en la miseria.

A «comprar» Jesús opone «dar»: son los discípulos los que tienen que dar de comer a la gente.

Ellos estiman que no tienen lo suficiente. «Cinco» panes, en relación con los cinco mil hombres. Cinco panes y dos peces suman siete, el número que indica la totalidad.

«Recostarse» para comer era propio de los hombres libres y era la postura adoptada para la comida pascual, en recuerdo de la liberación de Egipto.

Jesús coge todas las provisiones que tiene el grupo y pronuncia la bendición que representa la acción de gracias a Dios por el pan; se desvincula el pan de sus posesores humanos para considerarlo como don de Dios, expresión de su generosidad y de su amor a los hombres.

Repartir el pan y los peces significa prolongar la generosidad de Dios creador. Cuando se libera la creación del egoísmo humano, sobra para cubrir la necesidad de todos.

La saciedad está en relación con la promesa hecha en las bienaventuranzas; se realiza la liberación de los oprimidos propia del reino de Dios.

Las sobras, que llenan doce cestos, indican que compartiendo puede saciarse el hambre de Israel.

 

Frente al problema del hambre Jesús rechaza el camino del mercado; él propone el camino de la solidaridad, pero esto exige formar grupos, recostarse como personas, hay que partir el pan, hay que repartirlo por grupos y hay que recoger las sobras para que nada se desperdicie.

Seguir a Jesús implica para nosotros tomar conciencia del problema del hambre y sus causas: Tomar conciencia significa no sólo estar informados, sino sentirnos parte del problema y de la solución.

Seguir a Jesús implica para nosotros dar solución al problema, no en forma individual sino grupal y no sólo remediando la necesidad, sino combatiendo sus causas profundas

 Seguir a Jesús implica para nosotros como personas libres partir y no acumular y después de partir compartir desde lo poco.

Seguir a Jesús implica para nosotros evitar todo tipo de desperdicio de la alimentación: evitar darnos el lujo de tirar a la basura lo que otros hermanos necesitan

Cosme Carlos Ríos

Agosto 02 2014