30 de marzo de 2013


Pascua: Nueva vida

En esta noche, los templos se llenan de personas, pero la mayoría de ellas acude por obtener el agua bendita, que en la práctica se considera como un talismán y poco se relaciona con la nueva vida del cristiano.

 

La lectura del libro del Génesis que hacemos hoy tiene el estilo de un escrito sacerdotal con una marcada influencia de los babilonios.

La creación, lo nuevo, es toda ella obra de Dios que ha confiado al hombre como administrador y no como dueño. Al hombre corresponde el respeto y desarrollo de la obra que Dios le ha confiado.

 

El paso del mar Rojo es una de las tradiciones más antiguas de Israel: señala cómo, en respuesta y colaboración con Dios, ellos pudieron pasar de la tierra del faraón al a tierra prometida

En Egipto había enormes desigualdades, había trabajos forzados y se les quitaba gran parte del fruto de su trabajo.

En la tierra de la igualdad, sin tributos ni trabajos forzados, ellos formarán una nueva sociedad, comenzarán a ser el pueblo de Dios.

 

La lectura de Ezequiel corresponde a la época del exilio en la que los habitantes de Judá se encuentran dispersos en campamentos en torno a los canales de Babilonia y tienen el corazón lleno de amargura y desesperanza.

El profeta, en nombre de Dios, les promete un cambio de situación, una vida nueva, para ello los purificará, los reunirá y les cambiará el corazón de piedra para que vuelvan a ser nuevamente pueblo de Dios.

 

La carta de Pablo a los romanos nos recuerda que por el bautismo hemos sido sepultados en la muerte de Cristo para que con él tengamos una vida nueva.

 

En el evangelio, Lucas nos refiere que en la madrugada del primer día después del sábado, las mujeres fueron al sepulcro llevando perfumes para ungir el cuerpo de Jesús.

Encuentran removida la piedra que cubría el sepulcro, pero no encuentran el cuerpo de Jesús. Se les presentan dos varones resplandecientes y ellas se llenan de miedo.

Les indican que no busquen entre los muertos al que está vivo y les declaran que ha resucitado. Ellas regresan del sepulcro y proclaman la Buena Noticia de la Resurrección.

 

La Pascua  es la fiesta de nuestro bautismo: el agua significa que nos purificamos de nuestra vida de egoísmos, ambiciones, competencias, para vivir la nueva vida e Jesús, vida de alegría, de amor misericordioso, de servicio.

 

La vida nueva de nosotros como bautizados se ha de mostrar en nuestra actitud de poner a Jesús como centro de la vida y el esfuerzo permanente por la unidad en nuestra comunidad cristiana.

La vida nueva de nosotros como bautizados se ha de mostrar en un cambio interior en un deseo profundo de vivir como hijos de Dios y como verdaderos hermanos de los demás.

La vida nueva de nosotros como bautizados se ha de mostrar en nuestra actitud de amor, tolerancia y comprensión hacia los demás.

La vida nueva de nosotros como bautizados se ha de mostrar en nuestra actitud de respeto para con la naturaleza y defensa de toda la creación.

La vida nueva de nosotros como bautizados se ha de mostrar en nuestra actitud de defensa de la libertad,  de la dignidad, de los derechos de toda persona

28 de marzo de 2013


Testamento de Jesús: Sus últimas palabras

 

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen

Muchas personas han ofendido a Jesús hasta llevarlo a la cruz: De los discípulos, uno lo ha entregado y los demás lo han abandonado en el trance más difícil.

Las autoridades, los sumos sacerdotes y los encargados de enseñar al pueblo las cosas de  llenos de rencor por la dura crítica que Jesús les ha hecho, toman la decisión de condenarlo a muerte.

Pilatos, para no perder el poder, presionado por los jefes judíos, prefiere aliarse a sus odiados enemigos y firma la sentencia de muerte contra Jesús.

Jesús vive la comprensión y la tolerancia. Al ofrecer el perdón se vacía de todo sentimiento de rencor y concede a sus enemigos una oportunidad de cambiar.

Seguir hoy a Jesús que perdona significa para nosotros un esfuerzo por vivir la comprensión y la tolerancia hacia  las fallas y ofensas de los demás.

Seguir hoy a Jesús que perdona significa para nosotros vaciarnos de todo sentimiento de rencor y conceder a nuestros ofensores una oportunidad de cambiar.

 

Hoy estarás conmigo en el paraíso

El ladrón es una persona que ha dedicado su vida a vivir despojando a los demás y entiende que por ello su vida tiene que terminar de mala manera. Tiene el mismo sufrimiento que Jesús y que el otro ladrón

Pero ha oído hablar de Jesús, como alguien especialmente bueno, y por ello toma la defensa de Jesús ante los reclamos que le hace el otro ladrón.

En su angustia mortal, intuyendo en el crucificado que está a su lado, una personalidad fuera de serie, le suplica que le conceda una parte en u reino.

Jesús da fortaleza a aquel criminal, prometiéndole que ese mismo día serán compañeros en el paraíso de la felicidad

Seguir a Jesús que fortalece la esperanza de aquel malhechor ha de significar para nosotros abrir los ojos y los oídos para descubrir a las personas que en este momento se encuentran desesperanzadas.

Seguir a Jesús que fortalece la esperanza de aquel malhechor ha de significar para nosotros, en nombre de Jesús abrir nuestra boca para brindar consuelo y esperanza a los desesperanzados.

 

Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre

La Escritura no hace mención de José, el padre de Jesús durante su ministerio, lo que nos lleva a pensar que María no tenía esposo durante la actividad pastoral de Jesús.

Para quien toma conciencia de lo que significa el clan le resulta fácil comprender en qué sentido son hermanos de Jesús las personas que se mencionan como tales.

Esto nos lleva a pensar en el desamparo en que queda María ante la muerte de Jesús: no tiene marido, ni hijos directos. Asimismo Juan, al parecer muy joven y muy ligado a Jesús queda también en el desamparo.

Desde la cruz, Jesús vela por la situación de su madre desamparada y busca una solución y de igual manera busca un amparo y protección para su amigo.

Seguir a Jesús hoy ha de significar para nosotros dirigir la mirada hacia las mujeres que sufren hoy, por la pérdida de sus hijos, por la muerte de sus maridos, por los graves problemas que viven sus hijos y por la falta de oportunidades para ellos.

Seguir a Jesús hoy ha de significar para nosotros acompañar a las madres abandonadas y ayudarlas a encontrar solución para sus problemas.

Seguir a Jesús hoy ha de significar para nosotros estar atentos a la problemática que bien los jóvenes, tanto por el desempleo, como por la falta de oportunidades de estudiar y de recrearse, como por el acoso de la violencia y el rimen organizado.

Seguir a Jesús hoy de significar para nosotros escuchar, acompañar a los jóvenes para que encuentren solución a sus difíciles problemas.

Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?

Todo su ministerio ha estado acompañado de personas, tanto los que vienen a escuchar sus enseñanzas, como los que esperan que los apoye en sus necesidades.

Ha entrado a la ciudad de Jerusalén acompañado de un grupo de discípulos que lo proclaman como hijo de David, pero que en este trance no dejan ver, sólo un pequeño grupo de mujeres que se mantienen a distancia.

Ahora, en el momento decisivo, Jesús se encuentra sólo frente la piquete de soldados que vigilan la crucifixión.

Con amor apasionado al Padre Jesús manifiesta su queja por el desamparo en que se encuentra. Alguien dice que está recitando el salmo que lleva ese título.

Seguir a Jesús que se queja de su desamparo ha de significar para nosotros acompañar y apoyar a los ancianos abandonados por su familia y por la sociedad y brindarles el amparo que Dios ofrece a través de nosotros.

Seguir a Jesús que se queja de su desamparo ha de significar para nosotros acompañar y apoyar a los migrantes que tienen que enfrentar sin apoyos el duro camino para obtener una real fuente de vida digna.

Seguir a Jesús que se queja de su desamparo ha de significar para nosotros acompañar y apoyar a las personas que tienen otra preferencia sexual y ayudarlos a evitar el rechazo de que son víctimas por parte de la sociedad, y en algunos casos, hasta de los cristianos.

 

Tengo sed

El crucificado sufre una profunda deshidratación: los latigazos, la coronación de espinas el tener que recorrer el camino hacia el suplicio y el rigor del sol de mediodía han agotado las fuerzas de Jesús.

En su agonía manifiesta su grave sufrimiento a causa de la deshidratación.

Hoy mucha gente, sobre todo en África, (Me tocó observarlo en Mozambique), tiene que recorrer grandes distancias, a pie, para poder obtener el agua para las necesidades básicas.

Saciar la sed de Jesús hoy nos compromete a hacer un uso racional del agua: no gastar en nuestro aseo más de lo necesario.

Saciar la sed de Jesús hoy nos compromete a cuidar y mantener limpios las fuentes y canales de agua.

 

Todo está cumplido.

Jesús ha enseñado a entender que el Padre nos ha dado unas leyes para que sirvan a la vida y a la persona. Ha cumplido la misión del Padre.

Jesús ha enseñado que el templo es lugar donde nos vamos haciendo hijos de Dios y hermanos unos de otros. Con esto ha cumplido la misión que el Padre le encomendó.

Jesús ha recatado la dignidad de los pobres, como aquellos a quienes el Padre ofrece su reino. . Con esto ha cumplido la misión que el Padre le encomendó.

Jesús ha rescatado la dignidad de la mujer y la ha integrado en su equipo pastoral y en su misión. Con esto ha cumplido la misión que el Padre le encomendó.

Jesús ha mostrado su amor compasivo para con todos los que son víctimas de una religión excluyente. . Con esto ha cumplido la misión que el Padre le encomendó.

Seguir a Jesús que todo lo ha cumplido implica para nosotros el esfuerzo permanente en la lucha permanente por colaborar a que se construya el Reinado de Dios, un mundo de mor, de justicia, de paz y de verdad

En tus manos encomiendo mi espíritu

Cumplida la misión recibida del Padre sólo le queda a Jesús, el entregarse totalmente en las manos del Padre.

Que nuestra vida sea también una entrega total al Padre en la realización que nos encomienda.
CCR

 

 

 

 

 

 

 

 

27 de marzo de 2013


Jueves Santo

Testamento de Jesús

La cena, memorial y actualización

La nueva ley: el servicio.

Es frecuente entre nosotros recordar la última cena de Jesús, pero solemos hacerlo, sólo como un acto meramente ritual.

No la ubicamos en el tiempo histórico de Jesús y no tomamos en cuenta las necesidades que hoy tienen los hermanos y el modo en que la celebró Jesús.

 

En la última cena Jesús nos deja su testamento: “Hagan esto acordándose de mí”.

La Escritura nos recuerda que la noche en que iba a ser entregado, Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la cena de Pascua.

En el mundo judío, la cena pascual era celebración, memorial y actualización de un doble acontecimiento: La liberación de Egipto y la alianza celebrada con Yahvé.

Celebraban la Pascua en la luna llena de primavera; en ella recordaban el  acontecimiento de la liberación de la esclavitud.

Actualizaban la Pascua reforzando su compromiso  con Yahvé y entre ellos mismos, de seguir luchando por una sociedad sin desigualdades, sin impuestos ni trabajos forzados.

Jesús, como buen judío, acostumbra celebrar la pascua, pero en esta ocasión tiene algo especial que celebrar: es la última que celebrará y lo hará en compañía de aquellos que comparten su vida y su causa: el Reinado de Dios.

Por ser la última trae a la mente toda la vida de Jesús entregada a la causa del Reino de Dios,

Por ser la última es la culminación de una serie de comidas, que tienen como característica el ser incluyentes de los rechazados por la sociedad de su tiempo, y por ser un signo del actuar misericordioso del Padre.

Por ser una cena con sus discípulos quiere reforzar la amistad entre ellos y con Jesús y el compromiso de seguir luchando por el reinado de Dios.

El lavatorio de los pies es el símbolo que ha de caracterizar al discípulo: la permanente actitud de servir a los demás por amor.

Más que convertir a los discípulos en gente notable, lo que hace Jesús, es insistirles en que sean ellos los que sigan impulsando la causa del reinado de Dios.

 

Celebrar el Jueves Santo significa para nosotros un esfuerzo grande por construir una Iglesia incluyente en la que se vive la misericordia de Jesús.

Celebrar el Jueves Santo significa para nosotros un trabajo permanente por vivir unidos entre nosotros y con Jesucristo.

Celebrar el Jueves Santo significa para nosotros un esfuerzo grande por servir con amor, a los más desamparados.

Celebrar el Jueves Santo significa para nosotros un esfuerzo grande para que los ministros de Jesucristo nos parezcamos más a Él, en nuestra forma de vivir y en la orientación de nuestro trabajo.

¿Qué otra cosa convendría hacer para vivir el Jueves Santo a la manera de Jesús?

CCR

 

 

23 de marzo de 2013

Acompañemos a Jesús, el siervo de Yahvé
 En nuestras celebraciones de este día, con frecuencia damos más importancia al teatro, a la representación, que al sentido profundo del misterio de Jesús que celebramos.
 Insistimos en la procesión de Ramos y cantamos de modo triunfal, pues refuerza nuestro anhelo de poder y de superioridad, a diferencia de Jesús que entra en Jerusalén como servidor que entra para culminar su misión.

 El domingo de Ramos constituye la puerta de entrada a la Semana Santa, en la que celebramos el Misterio pascual de Jesús: su Muerte y resurrección. Por ello la celebración tiene en sí, el doble aspecto de muerte y de vida.
 La Liturgia nos presenta a Jesús como e siervo de Yahvé, que de una manera plena escucha con oído atento la voz de Dios, el que conforta al abatido con palabras de aliento y cumple con fidelidad, hasta sus últimas consecuencias, la misión que se le ha encomendado.
 La historia de la Pasión según san Lucas nos presenta como un juicio la comparecencia de Jesús ante la autoridad religiosa, representada por el sumo sacerdote, y, por la autoridad civil, representada por Poncio Pilatos.
 El juzgador religioso los interroga sobre su identidad, si es el Cristo, si es el hijo de Dios, y termina declarándolo culpable de blasfemia.
 Ante Pilato, Jesús es acusado de agitador. Pilato le pregunta si es el rey de los judíos; sabiendo que Jesús ha actuado en Galilea, trata de evadir la responsabilidad y lo turna a Herodes.
 Tampoco Herodes lo encuentra culpable y lo regresa a Pilato quien, presionado por las autoridades judías, lo condena a la muerte de cruz
El evangelio de los Ramos en la versión de Lucas nos presenta a Jesús, que, montado en un burrito es proclamado como rey por la multitud de discípulos galileos.
 La pasión y muerte de Jesús, en cuanto sufrimiento y muerte, no forman parte del designio de Dios. Son exigencia del pecado instalado en la esencia del poder de este mundo.
 Los evangelios, y de forma especial el de Lucas, dejan muy claro quiénes fueron los verdaderos culpables de la muer¬te de Jesús: fueron ellos, los sumos sacerdotes, los letrados, los jefes, los reyes, los que se hacen llamar bien¬hechores de la humanidad... ¡en beneficio propio!

 Acompañar a Jesús en este día implica tener oídos abiertos a lo que Dios nos pide desde la vida de los desposeídos y desde su palabra.
 Acompañar a Jesús en este día implica hablar palabras de aliento que conforten a los abatidos, los presos, los migrantes, los enfermos, los ancianos abandonados …
 Acompañar a Jesús en este día implica continuar la lucha por el Reinado de Dios, por un mundo de amor, de justicia, de paz y de verdad, empezando por los más próximos.
 Lo que Dios nos pide hoy es que mantengamos nuestro compromiso de amor hasta el final, aunque los enemigos del amor nos hagan víctima de su odio asesino.
 Acompañar a Jesús en este día implica; que seamos solidarios con los herma¬nos, aunque los enemigos de la solidaridad nos intenten elimi¬nar.
Es el amor, la lealtad en el amor, lo que Dios quiere. Un amor sin límites, que será la manifestación del amor del mismo Dios.
 Hagamos sugerencias, propuestas para acompañar a Jesús, hoy
 CCR

15 de marzo de 2013


VER LAS SEÑALES

DE LO NUEVO

QUE DIOS ESTÁ REALIZANDO

Como Parroquia, como Iglesia de Jesús, no hemos logrado tener una buena organización: tenemos mucha altanería y luchas de poder, nos falta unidad en la vida y en la acción.

Muchos de nosotros culpamos a los demás y no aceptamos la responsabilidad que cada uno tenemos.

Todos queremos sobresalir, todos queremos mandar, no aceptamos el valor que tienen los demás, ni colaborar con ellos, ni mucho menos depender de ellos.

Nos falta descubrir y valorar el aporte que dan los demás para enriquecernos con ellos. Nos falta descubrir nuestros propios valores y lo que nosotros tenemos que corregir y estar dispuestos a cambiar.

Nos falta entender que la organización consiste en actuar poniendo en común los valores diferentes que cada uno tenemos, encontrando la manera de ponerlos en común de manera que se logre el mayor provecho para todos.

Dios nos invita hoy, a descubrir las señales de la nueva organización que él quiere realizar en medio de nosotros.

 

Los años entre el 587 y el 530 a. C. fueron una durísima prueba para los habitantes de Judá, sobre todo los notables pues perdieron el trono de David, la ciudad y el templo de Jerusalén fueron arrasados por el ejército de los babilonios.

Llevados cautivos a Babilonia, viven dispersos en campamentos y los que fueran dirigentes del pueblo, ahora tienen que trabajar tierras poco productivas para obtener el sustento diario.

No tienen dirigentes, pues al desaparecer el templo y la ciudad, desapareció el  poder de los reyes y de los sacerdotes, tampoco cuentan con la protección dl ejército ya derrotado. El desaliento es bastante grande

En medio del desaliento que viven los habitantes de Judá, aparece un profeta al que se suele llamar 2º. Isaías que abre los ojos al pueblo, para que descubran las señales de que Dios está presente y actuando en medio de ellos.

Retomando la memoria del éxodo invita al pueblo a darse cuenta de que Dios no se quedó en el pasado, sino que está realizando algo nuevo.

Invita al pueblo a descubrir las señales de que Dios está abriendo un camino para volver a la tierra de sus mayores.

 

En el evangelio de hoy los maestros de la ley y los fariseos llevan ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Jesús muestra lo nuevo que Dios realiza, tomando partido ante los acusadores y ante la acusada.

Ante los acusadores que muestran actitudes machistas, prepotentes e inmisericordes, Jesús los obliga revisar su propia conciencia y su propia conducta antes de condenar.

Ante la acusada Jesús muestra la comprensión, la misericordia, la tolerancia y el perdón.

 

Para ver y realizar lo nuevo que Dios quiere realizar en nosotros tenemos que entender que la comunidad de discípulos de Jesús es una comunidad de hermanos en torno a Jesús

Es una comunidad que escucha, medita y difunde la palabra de Dios, una comunidad que celebra la acción salvadora de Dios en la vida y en la historia y una comunidad que vive para el servicio y la solidaridad.

Realizaremos lo nuevo que Dios quiere de nosotros en la medida en que primero revisemos lo que cada uno tengamos que cambiar.

Realizaremos lo nuevo que Dios quiere de nosotros en la medida en que, como Jesús  practiquemos la comprensión, la misericordia, la tolerancia y el perdón hacia el resto de la comunidad.

Realizaremos lo nuevo que Dios quiere de nosotros en la medida en que en actuemos poniendo en común los valores diferentes que cada uno tenemos.

Realizaremos lo nuevo que Dios quiere de nosotros en la medida en que pongamos como centro de nuestra vida a Jesús de Nazaret, su palabra, sus actitudes y su proyecto del reinado de Dios.

Realizaremos lo nuevo que Dios quiere de nosotros en la medida en que en trabajemos por el bien de todos, dejando a un lado nuestras luchas de poder y tengamos la actitud fundamental de servir.

Elevemos a Dios nuestras plegarias para que el Papa Francisco haga su mejor esfuerzo por construir esto nuevo que Dios está realizando

CCR

 

9 de marzo de 2013


Con una fiesta reforcemos nuestro compromiso

Con Dios y con su proyecto

Si algún desconocido asiste a algunas de nuestras celebraciones dominicales, encontrará que hay aburrimiento, que no se nota la alegría y que es mínima la participación del pueblo.

Las personas, por lo general,  asisten a la celebración, para cumplir con una obligación, para tranquilizar la conciencia y poco se comprometen a vivir el amor a Dios y a los hermanos y a colaborar en la construcción del reino de Dios.

Por diferentes motivos históricos hemos hecho excluyente la participación de los fieles, estableciendo normas y leyes que impiden la participación de muchos.

 

La página del libro de Josué que leemos hoy, es parte de la obra de los teólogos deuteronomistas, que comprende los libros de Deuteronomio, Josué, Jueces, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes.

Los biblistas actuales consideran que fue terminada después del exilio y quiere servir como norma para los que regresan del  exilio y vuelven a tomar posesión de la tierra de sus mayores.

Retoma la memoria del pasado: la toma de posesión de la tierra prometida de modo que los que regresan del exilio recuerden que la tierra que hoy van a ocupar es don de Dios, que les ha quitado el oprobio del exilio.

Hoy, los israelitas han de celebrar el retorno, poniendo la fiesta de pascua como el centro de la vida, comprometiéndose con Dios y con los demás hermanos a construir una sociedad donde haya libertad, donde no hay impuestos ni trabajos forzados

 

En el Evangelio aparece  Jesús, criticado fuertemente por los hombres del sistema, los escribas y fariseos, por el hecho de acoger a los cobradores de impuestos y pecadores y además comer con ellos.

La parábola del “Padre misericordioso”, mal llamada del hijo pródigo, es la respuesta que da Jesús a los ataques de sus enemigos.

El padre, apremiado por el hijo menor, reparte sus bienes y, cuando el hijo los despilfarra en forma disoluta y se convierte en piltrafa humana, recapacita y decide volver, el padre, sale a su encuentro y lo recibe con abrazos y besos. Le proporciona sandalias, lo viste, le reconoce la dignidad de hijo y lo celebra por medio de un banquete.

Los defiende de los celos del hijo mayor que se  niega a la convivencia con el que se ha apartado de la casa.

El padre hace esta reflexión, Había que alegrarnos y hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.

La fiesta refuerza el amor entre el padre y el hijo y a la vez con el hermano observante.

 

Celebrar la Cena del Señor ha de significar para nosotros vivir a fondo la alegría y la fraternidad,

Celebrar la Cena del Señor ha de significar para nosotros un compromiso para reforzar el amor al Padre y a los hermanos y un compromiso por construir el Reino de Dios.

Celebrar la Cena del Señor ha de significar para nosotros luchar para nuestra asambleas sean incluyentes y propicien la participación de todos

2 de marzo de 2013


Si no cambiamos no daremos los frutos del reino

Muchos creyentes nos escandalizamos de las prácticas que realizan las personas de otra religión, en particular de la terquedad con que hacen su propaganda.

No ponemos atención al amor a Jesucristo del que ellos son portadores y los mueve a recorrer las calles anunciando el Evangelio desde su manera particular de comprender a Dios. No tenemos mucha preocupación por dar los frutos de Jesús

Nos escandalizamos cuando algún desconocido pasa a hacer las lecturas de la Palabra, pero no nos fijamos en su parecido con la persona de Jesucristo, ni en sus buenas obras.

Remarcamos más la observancia de leyes y costumbres que la práctica de la misericordia, que es el verdadero fruto del reino.

Nos escandalizamos de la forma de vestir de algunas personas en particular si son jóvenes. Hacemos oídos sordos a su voz que se alza en reclamo de un mundo más justo para todos, más incluyente.

 

Las lecturas de hoy nos revelan cómo es Dios y cuál es su proyecto. ¡Qué falta nos hace conocerlo, para que nuestro trato hacia los demás, sea conforme a lo que Dios es y lo que Dios quiere¡

Cuando el libro del Éxodo nos relata la vocación de Moisés nos presenta a Dios con estas expresiones "He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos.

Yo conozco sus sufrimientos, y por esta razón estoy bajando, para librarlo del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra que mana leche y miel, al territorio de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos.

El Dios de Moisés es el que ve, el que oye, el que conoce el sufrir del pueblo: el dios misericordioso que toma partido por él.

 

El salmo que leemos nos revela el rostro de Dios y se resume en la frase: El Señor es compasivo y misericordioso.

 

Las palabras de Jesús que escuchamos hoy -¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que los demás, por la suerte que han sufrido? Les digo que no; y, si no cambian de vida y de corazón también ustedes perecerán.

Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y, si no cambian de vida y de corazón también ustedes perecerán.

Y en la parábola que cuenta a continuación, nos presenta la actitud de de Jesús hacia los pecadores. -Señor, déjala todavía este año; entretanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol; Puede ser que así dé fruto en adelante y, si no, la cortas".

 

El Padre de la misericordia, el que ve, que escucha y conoce el dolor de los seres humanos nos invita a ser misericordiosos como El es misericordioso.

Si no cambiamos de manera de vivir y de actuar para pensar, sentir y actuar como el Padre no tenemos derecho a estar a su lado.

Si sólo nos fijamos en las limitaciones que tienen los demás y si no somos capaces de valorar el bien que aportan, y si sólo presumimos del bien que hacemos, y no somos capaces de tomar conciencia de nuestras propias faltas no podremos construir la comunidad de Jesús.

No estaremos dando los frutos del Reino.

¿Qué frutos espera Jesús de nosotros, en este tiempo y en este lugar?

¿Qué cambios tenemos que hacer para darlos?

CCR