Con
una fiesta reforcemos nuestro compromiso
Con
Dios y con su proyecto
Si
algún desconocido asiste a algunas de nuestras celebraciones dominicales, encontrará
que hay aburrimiento, que no se nota la alegría y que es mínima la
participación del pueblo.
Las
personas, por lo general, asisten a la
celebración, para cumplir con una obligación, para tranquilizar la conciencia y
poco se comprometen a vivir el amor a Dios y a los hermanos y a colaborar en la
construcción del reino de Dios.
Por
diferentes motivos históricos hemos hecho excluyente la participación de los
fieles, estableciendo normas y leyes que impiden la participación de muchos.
La
página del libro de Josué que leemos hoy, es parte de la obra de los teólogos
deuteronomistas, que comprende los libros de Deuteronomio, Josué, Jueces, 1 y 2
de Samuel, 1 y 2 de Reyes.
Los
biblistas actuales consideran que fue terminada después del exilio y quiere
servir como norma para los que regresan del
exilio y vuelven a tomar posesión de la tierra de sus mayores.
Retoma
la memoria del pasado: la toma de posesión de la tierra prometida de modo que
los que regresan del exilio recuerden que la tierra que hoy van a ocupar es don
de Dios, que les ha quitado el oprobio del exilio.
Hoy,
los israelitas han de celebrar el retorno, poniendo la fiesta de pascua como el
centro de la vida, comprometiéndose con Dios y con los demás hermanos a
construir una sociedad donde haya libertad, donde no hay impuestos ni trabajos
forzados
En
el Evangelio aparece Jesús, criticado
fuertemente por los hombres del sistema, los escribas y fariseos, por el hecho
de acoger a los cobradores de impuestos y pecadores y además comer con ellos.
La
parábola del “Padre misericordioso”, mal llamada del hijo pródigo, es la
respuesta que da Jesús a los ataques de sus enemigos.
El
padre, apremiado por el hijo menor, reparte sus bienes y, cuando el hijo los
despilfarra en forma disoluta y se convierte en piltrafa humana, recapacita y
decide volver, el padre, sale a su encuentro y lo recibe con abrazos y besos. Le
proporciona sandalias, lo viste, le reconoce la dignidad de hijo y lo celebra
por medio de un banquete.
Los
defiende de los celos del hijo mayor que se
niega a la convivencia con el que se ha apartado de la casa.
El
padre hace esta reflexión, Había que alegrarnos y hacer fiesta porque este
hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos
encontrado.
La
fiesta refuerza el amor entre el padre y el hijo y a la vez con el hermano
observante.
Celebrar
la Cena del Señor ha de significar para nosotros vivir a fondo la alegría y la fraternidad,
Celebrar
la Cena del Señor ha de significar para nosotros un compromiso para reforzar el
amor al Padre y a los hermanos y un compromiso por construir el Reino de Dios.
Celebrar
la Cena del Señor ha de significar para nosotros luchar para nuestra asambleas
sean incluyentes y propicien la participación de todos
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