26 de enero de 2013


Leer la Biblia en defensa de la vida amenazada

La mayoría de los grupos o iglesias cristianas, en su culto, hacen uso de la Biblia; esta lectura es acompañada de explicaciones y comentarios.

No obstante, la mayoría de los cristianos, en su vida personal o en las reuniones de sus grupos, poco utilizan la biblia para su formación y para encontrar el plan de Dios.

Otras personas o grupos utilizan la Palabra de Dios para legitimar sus propios intereses o para impugnar las enseñanzas de grupos que piensan de otra manera.

 

Para poder entender con fidelidad los textos bíblicos hemos de tomar en cuenta que la Biblia fue escrita en un proceso de tres pasos: Los hechos, la memoria y el escrito.

Los hechos son los acontecimientos ordinarios de la vida del pueblo en los que el mismo pueblo creyente va descubriendo la presencia y acción salvadora de Dios.

Estos hechos interpretados son celebrados y trasmitidos por la memoria colectiva, hasta que finalmente fueron puestos por escrito para iluminar el caminar del pueblo.

 

En la lectura de Nehemías, destaca la importancia que se da a la lectura de la Biblia como fundamento para la vida del país que se está reconstruyendo, después de haber regresado del exilio.

Pero lamentablemente, la palabra de Dios es indefensa, y en la reconstrucción del pueblo judío fue utilizada para presentarse como pueblo elegido, como pueblo superior.

Fue interpretada para legitimar los intereses de los grupos de poder,  los hombres del templo y los hombres del libro (Biblia).

La ley fué discriminatoria por motivos de raza de género o de posición social; perjudicaba de modo particular a las mujeres. Los israelitas tenían que observar 615 mandamientos.

 

Jesús de Nazaret asiste a las asambleas de su comunidad en las que se lee y comenta la Escritura y participa en la lectura de interpretación de la misma.

A la luz de la palabra profética de Isaías, Jesús descubre que es ungido y enviado por el Espíritu del Señor en defensa de la vida amenazada.

 

Para que podamos hacer una buena lectura de la Sagrada Escritura es importante recodar que la Biblia es Palabra de Dios, es Palabra de Dios en lenguaje humano y es Palabra de Dios para nosotros hoy.

Esto requiere que leamos la biblia para buscar lo que Dios quiere de nosotros, y hacerlo vida, que procuremos tomar en cuenta las cosas que nos ayudan a hacer una buena lectura como la literatura, la historia, la geografía y las ciencias sociales.

 (Nos ayudaría fijarnos en las notas que vienen en nuestra biblia y teniendo un diccionario bíblico)  

 

Para nuestra lectura personal o de grupo nos ayudaría el método de la lectura orante de la Biblia que tiene 4 pasos Lectura, meditación, oración y contemplación:

Lectura equivale a leer varias veces y con cuidado el texto respetando lo que dice.

Meditación equivale a relacionar el texto con nuestra vida personal o de grupo descubriendo el mensaje de Dios para nosotros

Oración equivale a responder al mensaje de Dios: dando gracias, pidiendo perdón, alabando o pidiendo luces y fuerzas

Contemplación equivale a llevar a la práctica lo que Dios nos pide.

 

Para que nuestra lectura bíblica sea provechosa ha de ser como Jesús, siempre en defensa de la vida.
CCR
 

21 de enero de 2013


VII. EL ESPÍRITU

DE LA EVANGELIZACIÓN

Bajo el aliento del Espíritu

     75. No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo.  

En efecto, solamente después de la venida del Espíritu Santo, el día de Pentecostés, los Apóstoles salen hacia     todas las partes del mundo para comenzar la gran obra de evangelización de la Iglesia.

     "Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia crece". El es el alma de esta Iglesia.

Él es quien explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio.

Él es quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por El, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado.

Si el Espíritu de Dios ocupa un puesto eminente en la vida de la Iglesia, actúa todavía mucho más en su misión evangelizadora.

Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: El es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación.

Solamente El suscita la nueva creación, la humanidad nueva a la que la evangelización debe conducir, mediante la unidad en la variedad que la misma evangelización querría provocar en la comunidad cristiana.

A través de Él, la evangelización penetra en los corazones, ya que Él es quien hace discernir los signos de los tiempos -signos de Dios- que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia.

 

Testigos auténticos

     76. Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación.

Nos, les decimos a todos: es necesario que nuestro celo evangelizador brote de una verdadera santidad de vida y que, como nos lo sugiere el Concilio Vaticano II, la predicación alimentada con la oración y sobre todo con el amor a la Eucaristía, redunde en mayor santidad del predicador.

El mundo exige a los evangelizadores que le hablen  de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible.

El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, desapego de sí mismos y renuncia.

 

Búsqueda de la unidad

77. El testamento espiritual del Señor nos dice que la unidad entre sus seguidores no es solamente la prueba de que somos suyos, sino también la prueba de que El es enviado del Padre, prueba de credulidad de los cristianos y del mismo Cristo.

 

  Servidores de la verdad

78  El predicador del Evangelio será aquel que, aun a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a los demás.

No vende ni disimula jamás la verdad por el deseo de agradar a los hombres, de causar asombro, ni por originalidad o deseo de aparentar.

 

 

Animados por el amor

79. La obra de la evangelización supone, en el evangelizador, un amor fraternal siempre creciente hacia aquellos a los que evangeliza.

 Un signo de amor será el deseo de ofrecer la verdad y conducir a la unidad. Un signo de amor será igualmente     dedicarse sin reservas y sin mirar atrás al anuncio de Jesucristo.

El respeto a la situación religiosa y espiritual de la persona que se evangeliza. Respeto a su ritmo que no se puede forzar demasiado. Respecto a su conciencia y a sus convicciones.

Otra señal de este amor es el cuidado de no herir a los demás, sobre todo si son débiles en su fe, con     afirmaciones que pueden ser claras para los iniciados, pero que pueden ser causa de perturbación o escándalo en los fieles.

 

 Con el fervor de los Santos

80. Este fervor exige, ante todo, que evitemos recurrir a pretextos que parecen oponerse a la evangelización.

Dios nos ha ordenado transmitir a los demás, con su misma autoridad, la Buena Nueva: los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a      la misericordia de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio; pero ¿podremos nosotros salvarnos si por     negligencia, por miedo, por vergüenza, o por ideas falsas omitimos anunciarlo?

¿Cuál fue la acción del Espíritu Santo en la obra de Jesús?

¿Cuál ha sido la acción del Espíritu Santo en la tarea de la Iglesia?

¿Por qué, de modo especial hoy tenemos que ser testigos auténticos?

¿¿Cuáles son los motivos por los que tenemos que buscar la unidad en la vida y en nuestra acción evangelizadora?

¿Qué se espera de todo evangelizador?

¿Cuáles son las señales de que el evangelizador está movido por el amor?

En nuestra comunidad ¿Qué nos falta para que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo?

¿Qué señales de división hay entre nosotros?

¿Qué vamos a hacer para que en nuestra comunidad demos al Espíritu Santo el papel central que le corresponde?

¿Qué vamos a hacer para avanzar en la unidad y coordinación de nuestras actividades?

 

Extractó Cosme  Carlos Ríos

18 de enero de 2013


 

Bodas de Caná: Nueva Alianza

Compromiso el Reinado de Dios

Muchos creyentes entendemos la vida cristiana como la observancia de una serie de normas.

Pocos entienden la vida cristiana como un seguimiento de Jesucristo y con su misión de anunciar y hacer presente el Reinado de Dios; construir un mundo de hermanos donde brille el amor, la justicia, la paz y la verdad.

 

El tema central de toda la Escritura es la alianza de Dios con su pueblo para realizar con él su proyecto: La Antigua alianza sellada en el Sinaí por medio de Moisés y la Alianza Nueva sellada por Dios a través de Jesús de Nazaret.

La primera tenía como finalidad construir un pueblo libre, sin esclavitud, un pueblo de iguales un pueblo con justicia. Esta Alianza insistió en ritos y prácticas externas

La nueva alianza tiene como objetivo establecer el Reinado de Dios: Con Jesús construir un mundo de hermanos, un mundo de amor, de justicia de paz y de verdad

 

La primer lectura de hoy, tomada del tercer Isaías remarca que aunque el pueblo se haya sentido abandonado por Dios como mujer abandonada por su marido, Dios le dará un nombre nuevo y en vez de Abandonada recibirá el nombre de «Mi Complacencia», y «Desposada».

A través del pueblo Dios seguirá realizando su proyecto de libertad, de justicia e igualdad.

 

Leer el evangelio de Juan como si se tratara de una simple y llana historieta de unas bodas, resultaría una lectura fácil y cómoda, pero sería profundamente carente de veracidad.

El milagro de las bodas en Caná de Galilea tiene que ser entendido en la perspectiva de Reinado de Dios, de nueva Alianza

El lenguaje es simbólico: A través de toda la historia de la salvación la boda es símbolo de alianza, muy en particular de la Alianza de Dios con su pueblo.

Las tinajas de piedra y sin contenido representan la religión mosaica antes de la intervención de Jesús:  endurecida y vacía  que sólo sirve para lograr una pureza exterior.

El banquete, en el que hay abundancia de comida y de bebida, comida y bebida de alta calidad, donde hay ambiente festivo y convivencia, expresa la abundancia de vida y por lo mismo la abundancia de los dones de Dios.

En este caso, el banquete, símbolo de la antigua alianza está por fracasar, al faltar el vino símbolo de la alegría y de convivencia.

La presencia de María y de Jesús viene a traer el vino nuevo, símbolo del Reino de Dios, reino de fraternidad, de alegría y solidaridad

 

Ahí donde se está perdiendo la alegría, la fraternidad y la solidaridad, los discípulos de Jesús somos llamados a aportar el vino nuevo que hace renacer la alegría de vivir, y la solidaridad.

Ahí donde los hermanos se cansan en la lucha por un salario digno para los obreros, los discípulos de Jesús, somos llamados a aportar el vino nuevo que promueve el entusiasmo y la organización.

Ahí donde la violencia y la inseguridad pública han detenido el servicio a los migrantes, los discípulos de Jesús somos llamados a aportar el vino nuevo que aporta la justicia y el respeto a la dignidad de los extranjeros.

Ahí donde el cansancio ha bajado el esfuerzo por defender a los que luchan por la paz, los discípulos de Jesús somos llamados a aportar el vino nuevo que impulsa a valorar la dignidad de cada persona.

Ahí donde los hermanos convierten la vida cristiana sólo  en una serie de prácticas religiosas, los discípulos de Jesús estamos llamados a aportar el vino nuevo del Reino que significa vida y vida en abundancia para todos, más allá de los ritos y prácticas tradicionales.

Con Jesús aportemos el bien nuevo del amor, de la justicia, de la verdad, de la solidaridad y de la paz

18 al 25 de Enero: Jornada de oración por la unidad de los cristianos.

30 de Enero aniversario de la muerte de Mahondas Gandhi: día de la no violencia y la paz

CCR.

 

 

12 de enero de 2013


Bautismo= vida nueva

        Entre los que nos llamamos católicos, la mayoría ha recibido el Sacramento del Bautismo, pero su forma de vida poco o nada hace referencia a las enseñanzas y ejemplos de Jesucristo.

En el mundo hay graves problemas de hambre, y en nuestro México relatan la violencia y el crimen organizado porque, nuestra cultura y nuestra organización social da más importancia a la ganancia que al valor de la persona.

  Los pastores y los fieles, poco o nada, nos hacemos cargo de ello, buscando una mejor situación.

Conversamos, sí, criticamos, pero no nos esforzamos por cambiar la situación para que haya una vida nueva y mejor para todos.

 

        Para el pueblo judío el destierro en Babilonia fue uno de los mayores sufrimientos. Un discípulo de Isaías surge en esa situación como un verdadero evangelista que lleva consuelo y esperanza al pueblo, anunciándole una vida nueva.

        Anuncia de parte de Dios la presencia de un libertador que cambiará la suerte de los desterrados. Presenta a este libertador como el elegido, el preferido de Dios.

        Dios ha puesto su espíritu sobre este libertador que traerá la justicia a las naciones; a él Dios lo ha tomado de la mano para ser instrumento de salvación para el pueblo, para que sea “luz de las naciones”

 

        En el libro de los Hechos de los apóstoles, Pedro habla de lo que pasó en toda la tierra de los judíos después del bautismo de Juan.

Afirma que Dios ungió de poder y del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret  y que este estuvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban bajo el poder del diablo.

 

        En el Evangelio de Lucas que leemos hoy, Juan, el Bautista habla de Jesús como el que bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

        Jesús de Nazaret ha pasado como treinta años en su pueblo y ahora se siente llamado por Dios a una entrega mayor, por lo que acude a recibir el bautismo de Juan e iniciar una nueva forma de vida.


   Al momento de recibir el bautismo, en forma visible como de una paloma, baja el Espíritu Santo sobre Él y se oye una voz que lo proclama como “Mi Hijo amado a quien yo he elegido”

Jesús toma conciencia de su misión y comienza una nueva forma de vivir

 

Tomar conciencia de nuestro bautismo significa entender que fuimos consagrados para una misión: hacer de nuestro mundo un lugar donde haya vida digna para todos.

Tomar conciencia de nuestro bautismo significa hacernos cargo de que fuimos elegidos, hechos hijos de Dios para construir un mundo de justicia.

Tomar conciencia de nuestro bautismo significa luchar contra el problema del hambre que impide que una gran parte de la humanidad tenga una vida digna, mientras que hay abundancia de comida para todos.

Tomar conciencia de nuestro bautismo significa buscar incansablemente los caminos que nos lleven a combatir la violencia y el crimen organizado.

Tomar conciencia de nuestro bautismo significa ser luz para todos los hermanos ayudándolos a encontrarse con Jesús.

11 de enero de 2013

EXHORTACIÓN APOSTOLICA PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO
VI. AGENTES DE LA EVANGELIZACIÓN

La Iglesia entera es misionera

     59. "Incumbe a la Iglesia por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda creatura" . "La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios".

 Cuando la Iglesia anuncia el reino de Dios y lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo e instrumento de ese reino que está ya presente y que viene.

 

Un acto eclesial

     60. La constatación de que la Iglesia es enviada y tiene el mandato de evangelizar a todo el mundo, debería despertar en nosotros una doble convicción.

     Primera: evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino profundamente eclesial.

     Segunda convicción: Ningún evangelizador es el dueño absoluto de su acción evangelizadora, con un poder      discrecional para cumplirla según los criterios y perspectivas individualistas, sino en comunión con la Iglesia y sus      Pastores.

     La Iglesia se siente responsable de la tarea de difundir el Evangelio.

 

La perspectiva de la Iglesia universal

     61. Los primeros cristianos manifestaban gustosamente su fe profunda en la Iglesia, indicándola como extendida por todo     el universo.

Tenían plena conciencia de pertenecer a una gran comunidad que ni el espacio ni el tiempo podían limitar.

 

 La perspectiva de la Iglesia particular

     62. Sin embargo, esta Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias particulares, constituidas de tal o cual porción de humanidad concreta, que hablan tal lengua, son tributarias de una herencia cultural, de una visión del mundo, de un pasado histórico, de un substrato humano determinado.

La apertura a las riquezas de la Iglesia  particular responde a una sensibilidad especial del hombre contemporáneo.

 

Adaptación y fidelidad de lenguaje

     63. Las Iglesias particulares tienen la función de asimilar lo esencial del mensaje evangélico, de trasvasarlo, sin la menor traición a su verdad esencial, al lenguaje que esos hombres comprenden, y, después de anunciarlo en ese  mismo lenguaje.

     La evangelización pierde mucho de su fuerza y de su eficacia, si no toma en consideración al pueblo concreto al que se dirige, si no utiliza su "lengua", sus signos y símbolos, si no responde a las cuestiones que plantea, no llega a su vida concreta.

 

El inalterable depósito de la fe

65. En el Sínodo Insistíamos sobre la grave responsabilidad que nos incumbe, que compartimos con nuestros hermanos en el Episcopado, de guardar inalterable el contenido de la fe católica que el Señor confió a los Apóstoles: traducido en todos los lenguajes, revestido de símbolos propios en cada pueblo debe seguir siendo el contenido de la fe católica tal       cual el Magisterio eclesial lo ha recibido y lo transmite.

 

Tareas diferenciadas

66. Toda la Iglesia está pues llamada a evangelizar y, sin embargo, en su seno tenemos que realizar diferentes tareas evangelizadoras.

Esta diversidad de servicios en la unidad de la misma misión constituye la riqueza y la belleza de la evangelización.

 

El Sucesor de Pedro

     67     La potestad plena, suprema y universal que Cristo ha confiado a su Vicario para el gobierno pastoral de su Iglesia, consiste especialmente en la actividad, que ejerce el Papa, de predicar y de hacer predicar la Buena Nueva de la salvación.

 

Obispos y Sacerdotes

     68. Lo que constituye la singularidad de nuestro servicio sacerdotal, lo que da unidad profunda a la infinidad de tareas que nos solicitan a lo largo de la jornada y de la vida, lo que confiere a nuestras actividades una nota específica, es precisamente esta finalidad presente en toda acción nuestra: "anunciar el Evangelio de Dios".

En cuanto Pastores, hemos sido escogidos por la misericordia del Supremo Pastor, … para proclamar con autoridad la Palabra de Dios; para reunir al pueblo de Dios que estaba disperso: para  alimentar a este pueblo con los signos de la acción de Cristo que son los sacramentos; para ponerlo en el camino de la salvación; para mantenerlo en esa unidad; para animar sin cesar a esta comunidad reunida en torno a Cristo, siguiendo la línea de su vocación más íntima.

 

Los religiosos

     69. Ellos encarnan la Iglesia deseosa de entregarse al radicalismo de las bienaventuranzas.

Ellos son por su vida signo de total disponibilidad para con Dios, la Iglesia, los hermanos.

     Su actividad misionera depende evidentemente de la jerarquía y debe coordinarse con la pastoral que ésta desea poner en práctica.

 

Los seglares

 70. Los seglares, cuya vocación específica los coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas temporales, deben ejercer por lo mismo una forma singular de evangelización.

Su tarea primera e inmediata es  el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su vez ya presentes y activas en las cosas del mundo.

El campo propio de su actividad evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.

 

 La familia

     71. Dentro de una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido.

 

Los jóvenes

72 Su importancia numérica y su presencia creciente en la sociedad, los problemas que se les plantean deben despertar en nosotros el deseo de ofrecerles con celo e inteligencia el ideal que deben conocer y vivir.

Pero, además, es necesario que los jóvenes bien formados en la fe y arraigados en la oración, se conviertan cada vez más en los apóstoles de la juventud.

La   Iglesia espera mucho de ellos.

Ministerios diversificados

     73Los seglares también pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus Pastores en el servicio de la comunidad eclesial, para el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiera  concederles.

Una mirada sobre los orígenes de la Iglesia es muy esclarecedora y aporta el beneficio de una experiencia en     materia de ministerios, experiencia tanto más valiosa en cuanto que ha permitido a la Iglesia consolidarse, crecer y     extenderse.

Beber en estas fuentes siempre inspiradoras, no sacrificar nada de estos valores y saber adaptarse a las exigencias y a las necesidades actuales, tales son los ejes que permitirán buscar con sabiduría y poner en claro los ministerios que necesita la Iglesia y que muchos de sus miembros querrán abrazar para la mayor vitalidad de la comunidad eclesial.

Estos ministerios adquirirán un verdadero valor pastoral y serán constructivos en la medida en que se realicen con respecto absoluto de la unidad.

Tales ministerios, nuevos en apariencia pero muy vinculados a experiencias vividas por la Iglesia a lo largo de su existencia -catequistas, animadores de la oración y del canto, cristianos consagrados al servicio de la palabra de Dios o a la asistencia de los hermanos necesitados, jefes de pequeñas comunidades, responsables de  Movimientos apostólicos u otros responsables; son preciosos para la implantación, la vida y el crecimiento de la Iglesia y para su capacidad de irradiarse en torno a ella y hacia los que están lejos.

 Para los agentes de la evangelización se hace necesaria una seria preparación.

Tanto más para quienes se consagran al ministerio de la Palabra.

¿A quién corresponde la actividad misionera?

¿Por qué hay que adaptar el mensaje sin dejar de ser fieles a él?

¿Cuál es la tarea del Papa?

¿Cuál es la tarea de los Obispos y Sacerdotes?

¿Cuál es la tarea de los Religiosos?

¿Cuál es la tarea de los seglares?
¿Cuál es la tarea de la familia?
Cuál es la tarea de los jóvenes?
¿Por qué son importantes los ministerios?
¿Qué vamos a hacer para realizar en forma coordinada la tarea de cada uno?

 

4 de enero de 2013


V. LOS DESTINATARIOS DE LA EVANGELIZACIÓN

Las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de Marcos confieren a la evangelización, que el Señor confía a los Apóstoles, una universalidad sin fronteras: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (73).

Los Doce y la primera generación de cristianos han comprendido bien la lección de este texto y de otros parecidos; han hecho de ellos su programa de acción.

 A lo largo de veinte siglos de historia, las generaciones cristianas han afrontado periódicamente diversos obstáculos a esta misión de universalidad.

·                        Por una parte, la tentación de los mismos evangelizadores de estrechar bajo distintos pretextos su campo de acción misionera.

·                        Por otra, las resistencias, muchas veces humanamente insuperables de aquellos a quienes el evangelizador se dirige.

No obstante estas adversidades, la Iglesia reaviva siempre su inspiración más profunda, la que le viene directamente del Maestro: ¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra!

Revelar a Jesucristo y su Evangelio a los que no los conocen: he ahí el programa fundamental que la Iglesia, desde la mañana de Pentecostés, ha asumido, como recibido de su Fundador.

La Iglesia lleva a efecto este primer anuncio de Jesucristo mediante una actividad compleja y diversificada, que a veces se designa con el nombre de "pre-evangelización", pero que muy bien podría llamarse evangelización, aunque en un estadio de inicio y ciertamente incompleto.

Cuenta con una gama casi infinita de medios: la predicación explícita, por supuesto, pero también el arte, los intentos científicos, la investigación filosófica, el recurso legítimo a los sentimientos del corazón del hombre podrían colocarse en el ámbito de esta finalidad.

Este primer anuncio se está volviendo cada vez más necesario, a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días, para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe, pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron en su infancia, y para otros muchos.

Asimismo se dirige a inmensos sectores de la humanidad que practican religiones no cristianas. La Iglesia respeta y estima estas religiones no cristianas, por ser la expresión viviente del alma de vastos grupos humanos.

Ante todo, queremos poner ahora de relieve que ni el respeto ni la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo.

La Iglesia mantiene vivo su empuje misionero e incluso desea intensificarlo en un momento histórico como el nuestro. La Iglesia se siente responsable ante todos los pueblos. Prepara siempre nuevas generaciones de apóstoles.

 Sin embargo, la Iglesia no se siente dispensada de prestar una atención igualmente infatigable hacia aquellos que han recibido la fe y que, a veces desde hace muchas generaciones permanecen en contacto con el Evangelio. Trata así de profundizar, consolidar, alimentar, hacer cada vez más madura la fe de aquellos que se llaman ya fieles o creyentes, a fin de que lo sean cada vez más.

Una segunda esfera es la de los no practicantes; toda una muchedumbre, hoy día muy numerosa, de bautizados que, en gran medida, no han renegado formalmente de su bautismo, pero están totalmente al margen del mismo y no lo viven.

La Iglesia tiene también ante sí una inmensa muchedumbre humana que necesita del Evangelio y tiene derecho al mismo, pues Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.

Las "comunidades de base",  florecen un poco por todas partes en la Iglesia, según los distintos testimonios escuchados durante el Sínodo, y se diferencian bastante entre sí aun dentro de una misma región, y mucho más de una región a otra.

En ciertas regiones surgen y se desarrollan, salvo alguna excepción, en el interior de la Iglesia, permaneciendo solidarias con su vida, alimentadas con sus enseñanzas, unidas a sus Pastores.

En estos casos, nacen de la necesidad de vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia; o del deseo y de la búsqueda de una dimensión más humana que difícilmente pueden ofrecer las comunidades eclesiales más grandes, sobre todo en las metrópolis urbanas contemporáneas que favorecen a la vez la vida de masa y el anonimato.

Pero igualmente pueden prolongar a nivel espiritual y religioso —culto, cultivo de una fe más profunda, caridad fraterna, oración, comunión con los Pastores— la pequeña comunidad sociológica, el pueblo, etc.

O también quieren reunir para escuchar y meditar la Palabra, para los sacramentos y el vínculo del ágape, grupos homogéneos por la edad, la cultura, el estado civil o la situación social, como parejas, jóvenes, profesionales, etc., personas éstas que la vida misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda fraterna a los pobres, la promoción humana, etc.

O, en fin, reúnen a los cristianos donde la penuria de sacerdotes no favorece la vida normal de una comunidad parroquial. Todo esto, por supuesto, al interior de las comunidades constituidas por la Iglesia, sobre todo de las Iglesias particulares y de las parroquias.

Estas comunidades serán un lugar de evangelización, en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y serán una esperanza para la Iglesia universal, como Nos mismo dijimos al final del Sínodo, en la medida en que:

— buscan su alimento en la palabra de Dios y no se dejan aprisionar por la polarización política o por las ideologías de moda, prontas a explotar su inmenso potencial humano;

— evitan la tentación siempre amenazadora de la contestación sistemática y del espíritu hipercrítico, bajo pretexto de autenticidad y de espíritu de colaboración;

— permanecen firmemente unidas a la Iglesia local en la que ellas se insieren, y a la Iglesia universal, evitando así el peligro muy real de aislarse en sí mismas, de creerse, después, la única auténtica Iglesia de Cristo y, finalmente, de anatemizar a las otras comunidades eclesiales;

— guardan una sincera comunión con los Pastores que el Señor ha dado a su Iglesia y al Magisterio que el Espíritu de Cristo les ha confiado;

— no se creen jamás el único destinatario o el único agente de evangelización, esto es, el único depositario del Evangelio, sino que, conscientes de que la Iglesia es mucho más vasta y diversificada, aceptan que la Iglesia se encarna en formas que no son las de ellas;

— crecen cada día en responsabilidad, celo, compromiso e irradiación misioneros;

— se muestran universalistas y no sectarias.

Con estas condiciones, ciertamente exigentes pero también exaltantes, las comunidades eclesiales de base corresponderán a su vocación más fundamental: escuchando el Evangelio que les es anunciado, y siendo destinatarias privilegiadas de la evangelización, ellas mismas se convertirán rápidamente en anunciadoras del Evangelio.

Extractó CCR

 

 

Dios para todos

Salvación para todos.

 

Nos quejamos de que hay mucha ignorancia religiosa, de que pocas personas asisten a la Celebración dominical y muy pocos quieren participar en los grupos y en las actividades de la Iglesia.

Nos quejamos de que los papás de los niños del Catecismo no asisten a Misa, ni a las reuniones de papás,

¿No será quizás que la práctica pastoral de nuestra Iglesia está orientada sólo a mantener la situación? y,  pocos cristianos tienen conciencia de que la Iglesia ha recibido  la misión de llevar la Salvación a todos la seres humanos.

 

Sería bueno que pudiéramos entender nuestra misión a la luz de los textos bíblicos de esta fiesta-

El capítulo 60 de Isaías corresponde a un autor que escribió después de que los judíos regresaron del exilio en Babilonia. Ellos encuentran en ruinas sus casas, las murallas de la ciudad y el mismo templo.

No ven cumplidas las promesas que el Segundo Isaías hiciera en Babilonia, y los que regresaron se dedican a reconstruir sus casas y las murallas de la  ciudad, y dejan para otro momento la misión de reconstruir el Templo.

Para animar al pueblo en la tarea de reconstrucción del templo, el profeta invita a la alegría, muestra la gloria de Jerusalén y del templo, que tendrá la misión de ser casa de oración para todas las naciones. Insiste en la imagen de la luz.

 

La ocasión de composición del  poema que recitamos en el salmo de hoy es la entronización de algún rey. El poeta desea al nuevo soberano los mejores augurios-

El salmo es sólo indirectamente mesiánico, en cuanto que el poeta ve en el nuevo rey entronizado, el eslabón que lleva hacia la culminación de la dinastía davídica en la persona del Mesías.

 

Un discípulo de Pablo da a conocer el gran misterio que Dios no había revelado antes y que ahora se da a conocer por medio de los Apóstoles y profetas por el Espíritu: “Por medio de la Buena Noticia, los paganos comparten la herencia y las promesas de Cristo Jesús, y son miembros del mismo cuerpo.

El proyecto de Dios es salvación para toda la humanidad.

 

Por medio del símbolo de la estrella que brilla y que guía, Dios manifiesta a la humanidad entera, representada en los magos de Oriente, el nacimiento del Salvador.

 

Para que, nosotros recibamos la salvación que Dios ofrece a todos, es importante que, como los Magos, estemos atentos a las señales que Dios nos va manifestando en la vida diaria.

Es importante que nos pongamos en camino de búsqueda, en el estudio y meditación de las Escrituras.

Es importante que el Encuentro con el Salvador nos impulse para que llevar la luz de la Salvación a todos.

Para que seamos luz de Jesucristo,  conviene que, además del templo, en distintas formas, hagamos actividades que animan, que dan consuelo y esperanza a los que no vienen a nuestro templo.

La lucha por la justicia, la vivencia de la solidaridad con los que más lo necesitan, serán la mejor manera de manifestar la salvación de Jesús a todos los que pasan por nuestra vida.
Publicó CCR