27 de diciembre de 2014

La familia de Nazaret modelo de las familias creyentes
Vivimos una cultura, un estilo de vida marcado por el sistema neoliberal globalizado, que busca la ganancia y que privilegia la eficiencia y la competitividad.
En las familias, como en el resto de la sociedad, esta cultura afecta a los menos eficientes y competitivos, dejando así rezagados a los niños, a los ancianos y a las mujeres.
El neoliberalismo, por su énfasis en la ganancia nos va haciendo más insensibles a los problemas humanos e incluso a los valores religiosos. Este afán de ganancia nos lleva a ponernos por encima de los demás y desintegra a las mismas familias.

Las lecturas de hoy insisten en la persona de Abraham como el padre de la gran familia de los creyentes, el modelo de los que se esfuerzan por vivir como Dios quiere.
El libro del Génesis relata la palabra de Dios que le fue dirigida a Abraham, un hombre sin hijos: No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será abundante. Y luego añade la promesa: Mira al cielo; cuenta las estrellas si puedes. –Así será tu descendencia.
El escrito a los hebreos presentando modelos de fé nos dice:
Por la fe, Abraham, al ser llamado, obedeció y salió hacia la tierra que había de recibir en herencia, pero sin saber adónde iba.
Por la fe, Sara recibió el vigor, principio de una descendencia, y esto fuera ya de la edad propicia, por cuanto creyó que era fiel el que se lo había prometido.
En el evangelio vemos a toda la familia de Nazaret en el cumplimiento de los preceptos religiosos; pero lo más importante es verlos juntos, realizando el plan de Dios.
Según la ley y la costumbre de la época, pasados cuarenta días del parto, la madre debía presentarse al templo para su purificación.
Además, era normativo presentar al primogénito en el templo como ofrenda a Dios. José y María asumen todas las costumbres y preceptos de su tiempo. Como familia de escasos recursos ofrecen un par de pichones.
En el templo se encuentran con Ana, una mujer profetisa; ella, al igual que Simeón, ha envejecido esperando ver la gloria de Dios; y en Jesús ha hallado algo especial: Este niño es la vida nueva, es el cumplimiento de la promesa liberadora de Dios.
Termina el evangelio diciendo que Jesús crecía integralmente en el seno de su familia; un rasgo que vale la pena resaltar hoy.
Jesús configura su ser en el hogar, con su familia; es allí donde aprende a amar, a servir, a trabajar y a luchar por la justicia.

Celebrar la fiesta de la Sagrada familia implica para nosotros, como Abraham y Sara un esfuerzo constante por buscar y realizar lo que Dios quiere.
Celebrar la fiesta de la Sagrada familia implica para nosotros, como María, José y Jesús participar juntos en los actos de culto.
Celebrar la fiesta de la Sagrada familia implica para nosotros el esfuerzo por superar las actitudes de competitividad y construir familias unidas por el amor, que favorecen el respeto, el diálogo y la colaboración.
En 1968, en Medellín, los Obispos latinoamericanos nos dicen que la familia ha de ser: Formadora de personas, educadora en la fé y promotora del desarrollo
Feliz año 2015
Cosme Carlos Ríos
Diciembre 27 del 2014


20 de diciembre de 2014

Buscar la voluntad de Dios

Con frecuencia identificamos la voluntad de Dios con nuestra propia manera de pensar y de vivir, sin una búsqueda de lo que realmente Dios quiere.
En nuestra sociedad valoramos a los grandes, a los que tienen fama, poder o riqueza y poco o nada valoramos y tomamos en cuenta a los pequeños.
La cultura machista nos ha llevado a vivir y a sentir que la mujer ha de estar sometida al varón y que su papel se reduce al hogar.

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa a Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David.
El templo que pretendía construir David era una pretensión de encerrar a Yahvé, de tenerlo bajo su control
La profecía de Natán quiere decir que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel.
Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.
El salmo 88 es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: “yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra”.
Para comprender el Evangelio hemos de tomar en cuenta que en aquella sociedad israelita, machista y jerarquizada al máximo, María no parecía tener ninguna posibilidad de desempeñar un papel importante en la historia de la salvación.
Ella era mujer, joven, prometida a un hombre que, aunque estaba emparentado con la familia del antiguo rey David, era un pobre artesano.
María una muchacha que posiblemente no tenía ninguna instrucción, que quizá aún no había visitado ninguna vez el templo de Jerusalén y que, cuando iba a la sinagoga, tenía que quedarse, como todas las mujeres, en el portal.
A Dios le pareció bien escoger a esta muchacha para que fuera la madre del Mesías. A Dios le pareció bien concederle todo su favor. Y a ella le envió un mensajero para que le comunicara su plan. Y ella aceptó confiada.
El ángel «entra» en la casa donde se encuentra María  y la saluda: «Alégrate, favorecida, el Señor está contigo». María goza del pleno favor divino, por su constante fidelidad a la promesa hecha por Dios a Israel.
El mensajero de Dios le pide su colaboración para que sea madre y le anuncia que, en su hijo, se van a cumplir todas las promesas que Dios había hecho a sus antepasados.
Por medio de él Dios continuará su acción liberadora en favor de su pueblo y en favor de toda la humanidad.
María aceptó, pero no a ciegas: pidió algunas aclaraciones; quería saber cómo iban a suceder las cosas.
Y a pesar de todas las dificultades María respondió: «Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho.»
La salvación, la radical liberación que Dios ofrece a la humanidad por medio de Jesús Mesías, tuvo que pasar por una mujer que, confiada, creyente, dijo que sí a Dios.
Hoy, también en la Iglesia de Jesús, la mujer sigue ocupando un papel secundario. Sin ninguna razón verdaderamente seria que justifique esa discriminación.
Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías.

Participar de esta fiesta es asumir el estilo de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret.
Prepararnos a la Navidad significa buscar con otros y con total disponibilidad la voluntad de Dios, renunciando a imponer a otros nuestra voluntad en nombre de Dios.
Prepararnos a la Navidad significa valorar a todos los pequeños y descubrir la forma en que Dios los valora y los quiere como instrumento de su salvación
Felices pascuas de Navidad
Cosme Carlos Ríos

Diciembre 20 del 2014 

13 de diciembre de 2014

Con la alegría de servir, nos preparamos a la Navidad

Nuestra sociedad manifiesta su alegría de esta temporada, celebrando fiestas, donde abunda la comida y la bebida y se hace derroche en regalos. Nos domina el egoísmo y el individualismo.
En contrapartida el grupo juvenil “Kerygma” está pensando en las familias que vienen de fuera al el hospital materno infantil, donde se encuentran sus familiares.
Los jóvenes de Kerygma ponen su gozo en el servicio a los hermanos y para ello están recabando ropa para apoyarlos en estos tiempos fríos.
En la primera lectura del hoy el profeta Isaías tercero invita a la esperanza a todo el pueblo de Israel que se ve desilusionado porque no ve aún realizadas las promesas antiguas.
Les recuerda que la acción de Dios es efectiva y eficaz. La Jerusalén que ahora ven arruinada, será en un futuro, centro de peregrinaciones, al que acudirán todas las naciones de la tierra.
La vocación del profeta está dirigida a personas que están viviendo una realidad muy dura de pobreza, y de tristeza.
El profeta se presenta aquí como el portavoz de Dios, enviado para anunciar a los pobres un mensaje de liberación. El pueblo sufrido muchos males, pero el Señor le devolverá la alegría.
En la carta a los tesalonicenses, Pablo se esfuerza por iluminar y alentar a la comunidad ya que ella tenía algunas dificultades: problemas con los animadores de la comunidad, peleas, desánimo, falta de fe, fornicación.
Parece que la exigencia de la vida de comunidad no le era satisfactoria a muchos, que se sentían desilusionados.
Es por esto que Pablo les llama la atención; reconoce que ha sido una comunidad que se ha esforzado por seguir a Jesús, que posee el Espíritu del Resucitado, pero que aún puede dar más. Les llama a estar alegres, a orar constantemente, a no dejarse desanimar.
En la Palestina tensa y revuelta del siglo I, deseosa de un liberador o mesías que pusiera fin a la dominación extranjera y a la miseria reinante, apareció el Bautista. Pero este profeta de justicia comenzó a resultar incómodo al gobierno de Jerusalén.
Los dirigentes del pueblo, eran los que deberían hacer que la sociedad israelita se hubiera organizado de tal modo que todos pudieran gozar de la vida.
Ellos, por medio de sus enviados, preguntan a Juan sobre su identidad, y Juan contesta: “Yo soy una voz que grita desde el desierto”
Juan no es la luz, es un testigo de la luz, el que viene a preparar el camino del que bautiza en el Espíritu Santo, Juan es el que da testimonio del Mesías.

Prepararnos a la Navidad significa para nosotros vivir la alegría del Espíritu Santo, que nos ha elegido y consagrado para ser mensajeros de Buenas Noticias, con nuestros hechos y palabras.
Prepararnos a la Navidad como el Bautista, significa para nosotros, dar testimonio de Jesús, haciendo un esfuerzo por hacer vida el proyecto de Jesús: un mundo de amor, de justicia, de paz y verdad.
Prepararnos a la Navidad significa para nosotros, despojar nuestras fiestas del egoísmo e individualismo y convertirlas en fraternas y compartidas.
Prepararnos a la Navidad significa vivir una profunda alegría sirviendo a los demás, de modo particular hacia los que más necesitan de nuestra atención y cariño.
Cosme Carlos Ríos
Diciembre 13 del 2014


6 de diciembre de 2014

El Señor está cerca
Preparemos el camino de la justicia,
la misericordia y la solidaridad

En nuestro México hay muchas cosas torcidas: La injusticia en la mala distribución de los bienes que afecta de modo particular a los más débiles, la corrupción, porque vivimos la cultura del soborno que pervierte la justicia.
Nos falta conciencia del dolor ajeno y de nuestra responsabilidad ante ello, nos falta misericordia y solidaridad, nos falta unidad y organización.
Nos sobra el individualismo, el egoísmo, ansias de fama y de poder, nos sobra una competitividad que se logra aplastando al otro.

Tomamos la primer lectura del segundo Isaías que actuó en la época del destierro en Babilonia: El pueblo está desunido, desorganizado y ha perdido la esperanza de que su situación mejore.
Isaías, atento al acontecer del mundo ve en el surgimiento de Ciro rey de los persas, la oportunidad de levantar el ánimo de los desterrados para posibilitar el retorno a la patria.
Los consuela, les hace ver que ha terminado el cautiverio, les invita a preparar el camino para hacer posible una nueva situación: Hay que enderezar, hay que rellenar y hay que allanar lo que anda mal.
Por primera vez, en la Escritura, Marcos usa la palabra “Evangelio”: Buenas noticias, mensaje de consuelo y esperanza. Esa buena noticia es Jesús de Nazaret.
Marcos nos presenta a Juan el Bautista como el que prepara el camino para la llegada de Jesús de Nazaret.
Juan realiza un signo: el bautismo de agua, que al realizar la purificación física,  invita a una purificación, a un cambio de vida,  a una conversión.
Anuncia la llegada de uno mayor que él que es quien bautizará con el Espíritu Santo.
El estilo de vida de Juan, austero en la comida y en el vestido es una denuncia profética contra el exceso en la comida y el lujo de las clases importantes.

Preparar el camino del Señor implica para nosotros luchar contra la injusticia y la corrupción, buscando la unidad y la organización para encontrar los caminos adecuados.
Preparar el camino del Señor implica para nosotros estar al pendiente del acontecer del mundo sobre todo del dolor de los más pequeños y descubrir la responsabilidad que nos compete.
Preparar el camino del Señor implica para nosotros unirnos y organizarnos para hacer posibles la misericordia y la solidaridad.
Preparar el camino del Señor implica para nosotros luchar para que se conozcan y se respeten la dignidad y los derechos humanos de toda persona.
10 de Diciembre, día de los Derechos Humanos
Diciembre 06 del 2014

Cosme Carlos Ríos