29 de marzo de 2014


Con el correr de los tiempos hemos hecho una cantidad tal de leyes, normas y reglamentos que resulta difícil entender como quiere Dios que vivamos.

Insistimos más en nuestras reglitas que en lo profundo que consiste en ver y amar como Jesús y luchar por la vida y la dignidad de la humanidad

 

El juez y profeta Samuel ha conducido a los israelitas durante el sistema tribal, pero ha visto que ese sistema justo e igualitario se está agotando y que él mismo se ha hecho viejo.

Hay necesidad de buscar una persona que conduzca a los israelitas y, enviado por Dios, ha ungido a Saúl, pero se siente defraudado por sus desmanes y busca un nuevo rey.

Al elegir al nuevo rey Samuel se fija en su buena presencia y en  su estatura, pero Dios le dice: Dios no ve las cosas como los   hombres: el hombre se fija en las apariencias pero Dios ve el corazón".

Dios elige y unge al más pequeño de la familia para que conduzca al pueblo de Israel

Los evangelios que leemos en la Cuaresma constituyen una Catequesis bautismal, para renovar en la Pascua, nuestro compromiso bautismal.

Hemos acompañado a Jesús al desierto para descartar los caminos que nos llevan por rumbos equivocados y encontrar los caminos de Dios: La escucha de la Palabra y poner a Dios en el centro de nuestra vida.

Con Jesús y sus discípulos hemos ido a la montaña para meditar la enseñanza de la Ley y los profetas y hemos oído la voz del Padre que nos ordena escuchar a su hijo amado

Junto al pozo nos hemos encontrado con Jesús el migrante, fatigado y sediento que nos ofrece agua viva, que valora y dignifica a la mujer.

Hoy nos encontramos a Jesús cerca de la piscina de Siloé ante un mendigo ciego y por lo mismo marginado.

No se trata de un hecho histórico sino de una catequesis, Por tres veces aparece en el texto: “Lodo en los ojos, lavarse y ver”

Jesús declara que la enfermedad del ciego no tiene que ver con el pecado del ciego ni de sus padres, sino que constituye una oportunidad para que se manifieste la gloria de Dios.

El ciego en un primer momento afirma; “El hombre que se llama Jesús. Más delante afirma que: “Es un profeta”

Como testimonio ante los jefes de los fariseos declara: "Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso  y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada."

Al ser interpelado por Jesús el ciego responde: “"Creo, Señor."

El mendigo ciego es ungido con lodo, es purificado por las aguas de la piscina de Siloé y recobra la vista para reconocer al Enviado del Padre

Ahora para el ciego lo importante no es el cumplimiento de la Ley (observancia del sábado), sino el seguimiento de Jesús que nos hace ver, que nos libera y dignifica.

 

Creer y seguir a Jesús como el ciego, significa para nosotros revisar nuestras normas leyes y reglas para ponerlas al servicio de la vida y la dignidad de la persona.

Creer y seguir a Jesús como el ciego, significa para nosotros poner la misericordia como principio de nuestra acción.

Creer y seguir a Jesús como el ciego, significa para nosotros iluminar los ojos, la mente y la conciencia de los hermanos para que nuestra principal preocupación sea que haya vida y vida en abundancia para todos

Marzo 29 2014

Cosme Carlos Ríos

22 de marzo de 2014


Jesús y la mujer

En los Evangelios vemos a Jesús frecuentemente rodeado de mujeres: amigas entrañables como María Magdalena o las hermanas Marta y María de Betania; seguidoras fieles como Juana, Susana "y otras muchas": Mujeres enfermas y prostitutas de aldea que se acercan...

De ningún profeta se dice algo parecido. ¿Qué encontraban en él las mujeres? La respuesta que ofrecen los relatos evangélicos es clara.

Jesús las mira con ojos diferentes. Las trata con una ternura desconocida, defiende su dignidad, las acoge como discípulas. Nadie las había tratado así. La gente las veía como fuente de impureza ritual.

Rompiendo tabúes y prejuicios, Jesús se acerca a ellas sin

temor alguno, las acepta a su mesa y hasta se deja acariciar por una prostituta agradecida.

¿Podríamos decir entonces que el desarrollo integral de las mujeres es también una de las grandes preocupaciones de los cristianos?

Sabemos que la historia no siempre lo corrobora. Es más, durante siglos y aún hoy, las mujeres han sido discriminadas en la Iglesia y en las sociedades que se reconocían cristianas.

Sin embargo, "El cristianismo puede aportar un profundo sentido de la justicia y de la dignidad de la mujer y el inmenso caudal de creatividad y energía ética y espiritual que proporciona una experiencia religiosa auténtica.

El cristianismo nos recuerda que las raíces de la verdadera libertad están en la libertad interior, en el saberse bendecida, en el amor a una misma que se traduce en la compasión por todo lo viviente.

Hay una libertad íntima y radical que nace de la vivencia del Evangelio y que ha alimentado la lucha de muchas cristianas por sus derechos y libertades a lo largo de la historia y lo sigue haciendo hoy."  

Una nueva concepción que está siendo configurada por los discursos y las prácticas de muchas mujeres cristianas y de otras religiones.

Togo no es de los países con mayor Índice de desigualdad de género, pero sí, el país con mayor diferencia de género en Educación Secundaria (15,3 % de mujeres frente a 45,1 % de hombres que han terminado este nivel educativo).

La pronta incorporación de las niñas y adolescentes a las tareas domésticas, junto con los matrimonios precoces, contribuyen a esta desigualdad.

En nuestra oración, hoy tenemos presentes a todas las mujeres del mundo que sufren algún tipo de discriminación y, especialmente, a las mujeres de Togo. Tomado de la campaña: los cuarenta días con los cuarenta últimos:

 

La liturgia de hoy rompe esquemas al presentarnos hoy un texto del Evangelio de San Juan, dejando de lado el Evangelio de San Mateo, propio de este ciclo.

Es notable el encuentro de Jesús con una mujer, samaritana y de conducta dudosa según los criterios de la época. En el trato con ella se reflejan las actitudes que mencionaba la campaña de los 40 días.

Jesús fatigado y sediento, sin ningún reparo el pide de beber a la mujer samaritana. Ante el rechazo de la mujer Jesús le ofrece agua viva.

Surge el problema sobre el lugar del culto verdadero y Jesús le aclara que el culto a Dios no está condicionado a un lugar específico, pero que los verdaderos adoradores han de adorar a Dios en espíritu y en verdad.

Le declara que el Mesías no es alguien que tenga una apariencia de grandeza, sino que es aquel peregrino cansado y sediento.

Como resultado de aquel encuentro, por el trato recibido de Jesús, la mujer se convierte en una persona que habla de Jesús a todo el pueblo.

 

El encuentro que tenemos cada semana con Jesús, el que dignifica a la mujer nos tiene que llevar a valorar y respetar a toda mujer sin discriminación de raza, credo o estado civil,

El encuentro que tenemos cada semana con Jesús, el que dignifica a la mujer nos tiene que llevar a apoyar a todas las mujeres para que vivan con dignidad y de modo particular a enfrentar la escasez de agua.

El encuentro que tenemos cada semana con Jesús, el que dignifica a la mujer nos tiene que llevar a brindar apoyo a las organizaciones que promueven el desarrollo integral de la mujer.

Marzo 22 2014

Cosme Carlos Ríos

La homilía

Consideremos ahora la predicación dentro de la liturgia, que requiere una seria evaluación de parte de los Pastores.

La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento.

 La predicación, que se funda en la convicción de que es Dios quien quiere llegar a los demás a través del predicador y de que Él despliega su poder a través de la palabra humana.

Con la palabra, nuestro Señor se ganó el corazón de la gente. Venían a escucharlo de todas partes. Se quedaban maravillados bebiendo sus enseñanzas. Sentían que les hablaba como quien tiene autoridad.

Con la palabra, los  Apóstoles, atrajeron al seno de la Iglesia a todos los pueblos

 

Cabe recordar que «la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios, sobre todo en el contexto de la asamblea eucarística, no es tanto un momento de meditación y de catequesis, sino que es el diálogo de Dios con su pueblo, en el cual son proclamadas las maravillas de la salvación y propuestas siempre de nuevo las exigencias de la alianza»

La homilía es un género peculiar, ya que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica; por consiguiente, debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase.

Este contexto exige que la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida.

Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo, de manera que el Señor brille más que el ministro.

 

La Iglesia es madre y predica al pueblo como una madre que le habla a su hijo, sabiendo que el hijo confía que todo lo que se le enseñe será para bien porque se sabe amado. Además, la buena madre sabe reconocer todo lo que Dios ha sembrado en su hijo, escucha sus inquietudes y aprende de él.

El Espíritu, que inspiró los Evangelios y que actúa en el Pueblo de Dios, inspira también cómo hay que escuchar la fe del pueblo y cómo hay que predicar en cada Eucaristía.

La prédica cristiana, por tanto, encuentra en el corazón cultural del pueblo una fuente de agua viva para saber lo que tiene que decir y para encontrar el modo como tiene que decirlo.

Este ámbito materno-eclesial en el que se desarrolla el diálogo del Señor con su pueblo debe favorecerse y cultivarse mediante la cercanía cordial del predicador, la calidez de su tono de voz, la mansedumbre del estilo de sus frases, la alegría de sus gestos.

 

La preparación de la predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral.

El primer paso, después de invocar al Espíritu Santo, es prestar toda la atención al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación.

La preparación de la predicación requiere amor. Uno sólo le dedica un tiempo gratuito y sin prisa a las cosas o a las personas que ama; y aquí se trata de amar a Dios que ha querido hablar.

El texto bíblico que estudiamos tiene dos mil o tres mil años, su lenguaje es muy distinto del que utilizamos ahora.

Sin embargo la tarea no apunta a entender todos los pequeños detalles de un texto; lo más importante es descubrir cuál es el mensaje principal, el que estructura el texto y le da unidad.

El mensaje central es aquello que el autor en primer lugar ha querido transmitir, lo cual implica no sólo reconocer una idea, sino también el efecto que ese autor ha querido producir.

 

 El predicador «debe ser el primero en tener una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios: necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva

Las lecturas del domingo resonarán con todo su esplendor en el corazón del pueblo si primero resonaron así en el corazón del Pastor.

Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra y a hacerla carne en su existencia concreta. De esta manera, la predicación consistirá en esa actividad tan intensa y fecunda que es «comunicar a otros lo que uno ha contemplado».

No se nos pide que seamos inmaculados, pero sí que estemos siempre en crecimiento, que vivamos el deseo profundo de crecer en el camino del Evangelio, y no bajemos los brazos.

Marzo 22 del 2014
Editor responsable Cosme Carlos Ríos

15 de marzo de 2014


Cuaresma: Salir, Subir, Escuchar

 

Por influencias de siglos, hemos encerrado la fé en los templos y en los ministros y no nos atrevemos a salir de nosotros y de nuestras rutinas, para ponernos al servicio del Reino

Hoy, como ayer, todos experimentamos conflictos y desalientos, y con frecuencia, tomamos la decisión de abandonar el grupo y la comunidad, sin dedicarnos a algo más provechoso

Hoy, como ayer, aparecen las grillas entre nosotros y aunque no causen ningún daño real, sí nos desalientan y nos paralizan.  

 

Leemos hoy el relato llamado de la vocación de Abraham

La tradición sobre la promesa hecha a Abraham, tiene  origen en la época en que el pueblo vivía en tribus y clanes. Su función es la de iluminar y dar esperanza al sufrido pueblo del campo.

Se inserta dentro de la tradición Yahvista que se comienza a redactar en la época de Salomón.

Abraham, y con él el pueblo, recibe el mandato de Dios de salir de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre para ser instrumento de la bendición de Yahvé para todos los pueblos.

El relato del evangelio de Mateo que leemos hoy, está precedido por el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús y por la invitación de este a tomar la cruz.

Los discípulos están pasando por una fuerte crisis; pues cuando empezaron el proceso de seguir a Jesús todo era muy bonito: Jesús curaba a mucha gente y estaba siempre rodeado de la multitud

La compasión por la gente, impulsó a Jesús a valorar más la vida que la Ley, y realizó curaciones en sábado y otras cosas que provocaron la crítica virulenta de los escribas y fariseos.

Estos ataques en público trajeron como consecuencia que la gente se fuera retirando  de Jesús y los discípulos tuvieran miedo y se desalentaran. Jesús y los discípulos tenían necesidad de iluminación sobre su misión y necesitaban fortalecer la esperanza

  • El relato de Mateo, que va siguiendo al de Marcos, habla más por los símbolos que por las palabras:
  • El monte significa lugar de encuentro con Dios
  • Moisés y Elías representan la tradición de fé que Israel recibió por medio de la Ley y los Profetas
  • La nube representa la presencia protectora de Dios
  • La voz es la misma que se escuchó al momento del bautismo de Jesús
    Podemos decir que, en un momento difícil de la misión de Jesús, para buscar la luz y fortaleza de Dios para la misión, él acompañado por los más íntimos, decide retirarse e ir al encuentro con Dios meditando las Sagradas Escrituras,

En el encuentro con el Padre escuchan la voz: “Este es mi Hijo  amado, en quien me he complacido; escúchenle”.

Esta experiencia aclara la identidad de Jesús y fortalece la esperanza de los discípulos para seguirlo en la misión.

 

Como Abraham, tenemos que ser el pueblo de Dios, todos con la misma dignidad, aunque con distintas responsabilidades.

Como Abraham tenemos ser un pueblo servidor llamado a fortalecer la esperanza, más con nuestras acciones que con nuestra palabra.

Como Abraham tenemos que ser un pueblo que sale de sí mismo, de sus intereses, de sus templos, para ir al encuentro de los débiles y marginados.

Como Jesús, en equipo, tenemos que meditar las enseñanzas del Padre, y descubrir la voz que el Padre nos dirige a nosotros, hoy

Marzo 15 del 2014

Cosme Carlos Ríos

 

 

 

 

 

14 de marzo de 2014


EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
Capítulo 3
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO
La fuerza evangelizadora de la piedad popular
Podemos pensar que los distintos pueblos en los que ha sido inculturado el Evangelio son sujetos colectivos activos, agentes de la evangelización. Esto es así porque cada pueblo es el creador de su cultura y el protagonista de su historia.
Cada porción del Pueblo de Dios, al traducir en su vida el don de Dios según su genio propio, da testimonio de la fe recibida y la enriquece con nuevas expresiones que son elocuentes. Puede decirse que «el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo».
Aquí toma importancia la piedad popular, verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal.
En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo.
Se trata de una verdadera «espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos». No está vacía de contenidos, sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental.
Es «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros»;  conlleva la gracia de la misionariedad, del salir de sí y del peregrinar.
Para entender esta realidad hace falta acercarse a ella con la mirada del Buen Pastor, que no busca juzgar sino amar.
Sólo desde la connaturalidad afectiva que da el amor podemos apreciar la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en sus pobres.
En la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo.
Más bien estamos llamados a alentarla y fortalecerla para profundizar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada.
Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización.
. Hoy hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos.
En esta predicación, siempre respetuosa y amable, el primer momento es un diálogo personal, donde la otra persona se expresa y comparte sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan el corazón.
Sólo después de esta conversación es posible presentarle la Palabra, sea con la lectura de algún versículo o de un modo narrativo, pero siempre recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad.
Es el anuncio que se comparte con una actitud humilde y testimonial de quien siempre sabe aprender, con la conciencia de que ese mensaje es tan rico y tan profundo que siempre nos supera.
Si parece prudente y se dan las condiciones, es bueno que este encuentro fraterno y misionero termine con una breve oración que se conecte con las inquietudes que la persona ha manifestado.
No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable.
Carismas al servicio de la comunión evangelizadora
El Espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas. Son dones para renovar y edificar la Iglesia
No son un patrimonio cerrado, entregado a un grupo para que lo custodie; más bien son regalos del Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos hacia el centro que es Cristo, desde donde se encauzan en un impulso evangelizador.
Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos.
Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa por atracción.
La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad.
Editor responsable Cosme Carlos Ríos

8 de marzo de 2014


Vencer las tentaciones
 
En nuestra sociedad, tanto en lo civil como en lo religioso, los que hacen o reforman las leyes, buscan el interés propio o el interés de las clases poderosas, económica, política o religiosamente.
Por otra parte el pueblo sufre graves problemas pero ignora las causas y no tiene conciencia de sus derechos y responsabilidad y por lo mismo no actúa para que las cosas cambien
Los medios de comunicación social suelen solapar o favorecer las decisiones que toma la autoridad en beneficio de unos cuantos y desfavoreciendo a las mayorías.
 
 
Hoy no es posible interpretar los once primeros capítulos del Génesis como textos históricos, son como un catecismo que nos ayuda a conocer lo que Dios quiere de nosotros y para nosotros.
Los autores modernos ubican la redacción del texto del Génesis que leemos hoy, durante el reinado del rey Salomón y los consideran una denuncia profética a los desmanes de Salomón, en forma simbólica (por miedo a la represión).
Vendría a decir lo mismo que, 400 años después de muerto Salomón, en forma abierta, nos dice el primer  libro de los Reyes en el capítulo 11.
Llama la atención la imagen la serpiente: Animal escurridizo, que muerde a traición al caminante, especialmente maligno, traidor
 Simboliza la inclinación al mal, el afán de dominio sobre los demás, la injusticia que habita en la profundidad del ser humano.
Simboliza también el estilo de gobierno de los faraones, que en su cabeza se colocaban un casquete con la figura de la serpiente, símbolo de la sabiduría total.
El árbol, significa el proyecto de Dios, que debemos respetar.
Salomón, el hombre dotado por Dios de riqueza y de gran sabiduría, tomó el árbol (manipuló las leyes para oprimir al pueblo), porque la serpiente se introdujo en el corazón de Salomón a través de sus mujeres extranjeras.
Los servidores públicos tenemos que vencer la tentación de (tomar del árbol de la vida),  haciendo o favoreciendo leyes que dañan la vida y la salud del pueblo, y, por el contrario, hemos de hacer o favorecer leyes que propician la vida y la salud del pueblo.
Los servidores públicos tenemos que vencer la tentación de aceptar las voces (de la serpiente) que propugnan por la desigualdad y la opresión, y, por el contrario escuchar las voces que propugnan por proyectos de igualdad y libertad.
Los servidores públicos tenemos que vencer la tentación de ponernos como autoridad suprema (Ser como dioses) para darle a Dios su lugar central en nuestra vida y en nuestro actuar personal y social.
Jesús en el bautismo ha tomado conciencia de que es el hijo amado del Padre y que tiene una misión. Ahora, conducido por el Espíritu, va al desierto para encontrar los caminos que ha de seguir en su misión y los caminos que ha de rechazar.
Jesús descubre que no ha de realizar su misión manipulando a Dios y buscando interés personales (Si eres el Hijo de Dios dí que estas piedras se conviertan en pan) ni buscando la riqueza, el poder o la fama.
El camino de la misión es
  • Poner a Dios en el centro: Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás”,
  • Alimentarse de la Escritura: “No sólo de pan vive el hombre  sino de toda palabra  que sale de la boca de Dios” y
  • Rechazar el afán de manipular a Dios para nuestro beneficio “No tentarás al Señor tu Dios”
     
    Los creyentes tenemos que vencer la tentación de la apatía y el conformismo frente a las decisiones que toman las autoridades, tanto civiles como religiosas y que dañan la vida del pueblo.
    Los creyentes tenemos que vencer la tentación de la ignorancia y tenemos que esforzarnos por conocer y tomar conciencia, tanto de nuestros derechos como de  nuestras responsabilidades
    Los creyentes tenemos que vencer la tentación de actuar en forma individual frente a los problemas y encontrar caminos para trabajar en equipo, con objetivos y metas claras
    Marzo 08 2014
     
    Día internacional de la mujer
    Cosme Carlos Ríos

1 de marzo de 2014


Exhortación Apostólica: La Alegría del Evangelio
Capítulo segundo: En la crisis del compromiso comunitario
Otros desafíos eclesiales
Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados.  Ha crecido la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia.
Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la catequesis, la celebración de la fe.
Pero la toma de conciencia de esta responsabilidad laical que nace del Bautismo y de la Confirmación no se manifiesta de la misma manera en todas partes.
. En algunos casos porque no se formaron para asumir responsabilidades importantes, en otros por no encontrar espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar, a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones.
Si bien se percibe una mayor participación de muchos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico.
Se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad.
La formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un desafío pastoral importante.
La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones.
Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque «el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral» y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales.
Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente.
La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate de los cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas.
 A los adultos nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden. Por esa misma razón, las propuestas educativas no producen los frutos esperados.
La proliferación y crecimiento de asociaciones y movimientos predominantemente juveniles pueden interpretarse como una acción del Espíritu que abre caminos nuevos acordes a sus expectativas y búsquedas de espiritualidad profunda y de un sentido de pertenencia más concreto.
Se hace necesario, sin embargo, ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia.
Aunque no siempre es fácil abordar a los jóvenes, se creció en dos aspectos:
  • La conciencia de que toda la comunidad los evangeliza y educa, y
  • La urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor. Cabe reconocer que, en el contexto actual de crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado.
Algunos participan en la vida de la Iglesia, integran grupos de servicio y diversas iniciativas misioneras en sus propias diócesis o en otros lugares.
 ¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!
Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
Editó Cosme Carlos Ríos
Marzo 01 14