20 de febrero de 2016

Cuaresma, tiempo de subir a la montaña
Para escuchar la voz del Padre
Para muchos cristianos la Cuaresma es un tiempo en el que comemos cosas distintas, rezamos del via-Crucis; pero son pocos los creyentes que entienden que este tiempo es un camino, algo progresivo que nos conduce a la Pascua, la vida nueva de Jesús.

El tema de la Alianza es el corazón del primer Testamento; esto se refiere a la alianza que Dios pacto con aquellos que, habiendo salido de la esclavitud de Egipto, se comprometen con Dios a colaborar en su proyecto de una sociedad si tributos ni trabajos forzados.
Más tarde del hecho del Sinaí (Horeb) los teólogos de Israel, presentarán el origen de la Alianza en la persona de Abraham, padre  del pueblo, como se refleja en el texto que leemos, hoy.
Dios elige a Abraham, no como alguien privilegiado, sino como raíz de un pueblo que será instrumento de salvación para todos los pueblos.
En un ambiente de culto, Dios hace Alianza con Abraham.
Para entender el pasaje del Evangelio de Lucas que se nos propone hoy, es necesario ubicarlo en el momento de crisis que están viviendo los discípulos, en particular los más cercanos a Jesús.
Cuando Jesús los llamó las multitudes rodeaban a Jesús y daba la impresión que sus colaboradores se hacían la ilusión de que ellos, con él tendrían grandes éxitos.
Pero, movido por la misericordia, pensando en el bien de la gente, para cuyo beneficio es la Ley, Jesús rompió algunas normas del sábado y algunas leyes de pureza.
Esta actitud de Jesús provoca las iras de los hombres del sistema religioso, que no pierden oportunidad para desacreditarlo. Y esto propicia que disminuya el grupo de los seguidores de Jesús.
Viendo Jesús la situación, prevé la muerte que le espera como la de los antiguos profetas, y lo manifiesta a sus discípulos, que no logran entender el proyecto de Jesús y que se van llenando de miedo.
Este pasaje además utiliza mucho simbolismo: El monte es lugar de encuentro con Dios”. Ahí lo experimentaron Moisés y Elías.
Estos: “Moisés y Elías” representan la tradición religiosa de Israel transmitida en la Ley y los Profetas.
La nube es signo de la presencia de Dios en vistas a la salvación: es símbolo (irreconocible) de la gloria de Dios.
Podemos decir que: En un momento de crisis de sus discípulos, que no aceptan un Jesús rechazado, perseguido y sufriente, Jesús invita a los más cercanos a Él a vivir una experiencia de Dios, meditando la Escritura.
En el encuentro con Dios, en la meditación de la Ley y los profetas los discípulos ven el rostro transfigurado de Jesús como los israelitas vieran el rostro de Moisés (Éxodo 34, 29-30).

Esta meditación les revela, un nuevo rostro de Jesús, que, por encima del conflicto y las contradicciones, es el Hijo amado del Padre, de cuya palabra es portavoz.
Los discípulos no se pueden quedar en la contemplación de la gloria de Jesús: tienen que bajar del monte para seguir aprendiendo de Jesús y colaborando con Él.

Vivir la Cuaresma hoy, nos compromete a encontrarnos con Dios en un ambiente de oración (no de rezo), un diálogo de amor, para que, a la luz de la Escritura podamos redescubrir el rostro misericordioso y sufriente de Jesús
Febrero 20 del 2016
Cosme Carlos Ríos