Hay muchos creyentes que consideran que la
gente es pobre porque es perezosa: no les gusta estudiar ni trabajar y no
analizan las causas estructurales de la pobreza
El profeta Amós es un campesino, natural de
Tecóa en el reino del Sur, pero actúa en el reino del Norte por el año 760 a.C,
durante el reinado de Jeroboam II.
El reino del Norte ha logrado grandes avances
en materia económica, pero a costa del empobrecimiento de las mayorías.
Esta situación es legitimada desde los santuarios
del rey especialmente el de Betel en el que actúa el profeta. Este no se limita
a señalar los hechos, sino analiza las formas de explotación.
Ustedes dicen: "¿Cuándo pasará el
novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al
trigo?
Disminuiremos la medida, aumentaremos el
precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al
indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del
trigo".
En un programa de radio, el 09 de Noviembre
de 1962, el Papa Juan XXIII
pronunció la siguiente frase: "La iglesia es de todos, pero es sobre todo
una Iglesia de pobres
Las palabras de Juan XXIII no causaron un
gran impacto en los trabajos del Concilio Vaticano II. Esto se debe al hecho
que los 1.500 obispos que fueron a Roma a participar en el Concilio, no consideraron la pobreza como un
problema, sino como una realidad.
No obstante esto, dos semanas antes de la
clausura del Concilio el 16 de Noviembre de 1965, unos 40 obispos, se reúnen en
la catacumba de Santa Domitila y participan en una misa. Después firman un
documento llamado Pacto de las Catacumbas, en el que se comprometen a vivir de
modo pobre.
La Iglesia
latinoamericana en la Conferencia de Medellín asume este tema y declara:
La pobreza como carencia de los bienes de este mundo es,
en cuanto tal, un mal.
Los profetas la denuncian como contraria a la voluntad
del Señor y las más de las veces como el fruto de la injusticia y el pecado de
los hombres.
En Medellín la
Iglesia asume una clara opción por los
pobres
Y en el Documento de
Puebla los Obispos señalan:
Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante
flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de
latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de
vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y
subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y
desamparadas, etc.
Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que
esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y
estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas
de la miseria. Estado interno de nuestros países que encuentra en muchos casos
su origen y apoyo en mecanismos que, por encontrarse impregnados, no de un
auténtico humanismo, sino de materialismo, producen a nivel internacional,
ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres.
En
el evangelio después de contar la parábola del administrador infiel, Jesús hace
esta recomendación: “Gánense amigos con
el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los
reciban en las moradas eternas”.
Para nosotros hoy,
trabajar en la construcción del Reino de Dios implica estar conscientes de que
hay causas estructurales que provocan la pobreza y descubrir los mecanismos y
empresas empobrecedoras.
Para nosotros hoy,
trabajar en la construcción del Reino de Dios implica renunciar al lujo y a los
bienes superfluos, llevando una vida de sencillez y austeridad.
Para nosotros hoy,
trabajar en la construcción del Reino de Dios implica sobre todo: ubicar a los
pobres, denunciar las causas concretas de su pobreza y compartir con ellos
nuestros bienes
Cosme Carlos Ríos
Septiembre 17 del
2016
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