Muchas veces nuestros
planes de pastoral no parten de estar atentos a los signos de los tiempos que
hoy se manifiestan en los gemidos de la humanidad y de la creación.
En nuestra sociedad el
último mes del año, es pretexto para comer y beber desordenadamente, provocando
en ocasiones pleitos y problemas familiares y sociales.
El profeta Isaías
escribe cuando el imperio asirio está en pleno apogeo y Judá vive bajo la
constante amenaza de guerra y es apenas una
pequeña nación en medio de los grandes imperios.
El profeta presenta a
Jerusalén como el centro al que confluyen todos los pueblos, como el lugar
desde donde ha de darse a conocer el estilo de vida que propone Yahvé.
Contempla a Jerusalén
como árbitro en medio de los pueblos y anuncia que los instrumentos de guerra
serán convertidos en objetos de la actividad campesina.
Este tiempo de
Adviento que hoy iniciamos nos recuerda que como nuevo pueblo de Dios tenemos
que dar a conocer el proyecto de Jesús y trabajar en la construcción de la paz.
En el texto de la
carta a los Romanos, Pablo recomienda a la comunidad que renunciemos a comer y de beber egoístamente y recomienda que
evitemos los pleitos y envidias.
En el
evangelio que leemos hoy, Jesús hace una
comparación de la venida del Hijo del Hombre con los tiempos de Noé porque la
gente vive metida en sí misma y ajena a lo que pasa alrededor. Ante esto la recomendación de Jesús es: Estén
despiertos, estén preparados.
El pasado
no nos pertenece, no podemos actuar en él ni
lo podemos modificar, el futuro es desconocido y por ello el único momento
en el que podemos actuar es el presente.
Es en el
presente en el que hemos de escuchar la voz de Dios en los gemidos de la humanidad
y en los gemidos de la creación.
Es en el
presente en el que tenemos que continuar la tarea de Jesús: anunciar el Reinado
de Dios con nuestros hechos y palabras.
Vivir el
Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros estar despiertos, con los
ojos abiertos y los oídos atentos, para escuchar los gemidos de todos
los que sufren.
Vivir el
Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros estar preparados, siempre
activos en el trabajo por construir la paz en todos los ámbitos: Familia,
barrio, ciudad, país, mundo.
Vivir el
Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros como creyentes vivir la
fraternidad, alegres, sí, pero evitando el egoísmo en el comer y en el beber.
Vivir el
Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros tomar en cuenta los signos
de los tiempos en nuestros planes pastorales, escuchando la voz de Dios que se nos manifiesta en los
gemidos de la humanidad y de la creación.
Cosme
Carlos Ríos
Noviembre
26 del 2016
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