26 de noviembre de 2016

Tener los ojos abiertos a los signos de los tiempos


Muchas veces nuestros planes de pastoral no parten de estar atentos a los signos de los tiempos que hoy se manifiestan en los gemidos de la humanidad y  de la creación.
En nuestra sociedad el último mes del año, es pretexto para comer y beber desordenadamente, provocando en ocasiones pleitos y problemas familiares y sociales.  

El profeta Isaías escribe cuando el imperio asirio está en pleno apogeo y Judá vive bajo la constante amenaza de guerra  y es apenas una pequeña nación en medio de los grandes imperios.
El profeta presenta a Jerusalén como el centro al que confluyen todos los pueblos, como el lugar desde donde ha de darse a conocer el estilo de vida que propone Yahvé.
Contempla a Jerusalén como árbitro en medio de los pueblos y anuncia que los instrumentos de guerra serán convertidos en objetos de la actividad campesina.
Este tiempo de Adviento que hoy iniciamos nos recuerda que como nuevo pueblo de Dios tenemos que dar a conocer el proyecto de Jesús y trabajar en la construcción de la paz.
En el texto de la carta a los Romanos, Pablo recomienda a la comunidad que renunciemos a  comer y de beber egoístamente y recomienda que evitemos los pleitos y envidias.
En el evangelio que leemos hoy,  Jesús hace una comparación de la venida del Hijo del Hombre con los tiempos de Noé porque la gente vive metida en sí misma y ajena a lo que pasa alrededor.  Ante esto la recomendación de Jesús es: Estén despiertos, estén preparados.
El pasado no nos pertenece, no podemos actuar en él ni  lo podemos modificar, el futuro es desconocido y por ello el único momento en el que podemos actuar es el presente.
Es en el presente en el que hemos de escuchar la voz de Dios en los gemidos de la humanidad y en los gemidos de la creación.
Es en el presente en el que tenemos que continuar la tarea de Jesús: anunciar el Reinado de Dios con nuestros hechos y palabras.


Vivir el Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros estar despiertos, con los ojos abiertos  y los oídos  atentos, para escuchar los gemidos de todos los que sufren.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros estar preparados, siempre activos en el trabajo por construir la paz en todos los ámbitos: Familia, barrio, ciudad, país, mundo.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros como creyentes vivir la fraternidad, alegres, sí, pero evitando el egoísmo en el comer y en el beber.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros tomar en cuenta los signos de los tiempos en nuestros planes pastorales, escuchando  la voz de Dios que se nos manifiesta en los gemidos de la humanidad y de la creación.
Cosme Carlos Ríos

Noviembre 26 del 2016 

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