22 de noviembre de 2012

Toda la Iglesia ha de ser misionera

Tomado de José María Vigil: para vivir el Concilio
Editó Cosme Carlos Ríos
Textos conciliares

AG 2: La iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera.

AG 2-5: Exposición de la teología de la actividad misionera. La iglesia toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu, según el designio de Dios Padre.

AG 6: La misión de la iglesia es una e idéntica en todas partes y en toda situación. Varía según las circunstancias, que dependen unas veces de la iglesia y otras de los pueblos a los que va destinada. En el cumplimiento de la misión de la iglesia hay momentos de comienzo, de crecimiento y progreso, de insuficiencia o estancamiento y también de bloqueo e incluso de retroceso. Por eso, si bien la actividad misionera es distinta de la actividad pastoral habitual y distinta del ecumenismo, puede darse en multitud de situaciones, incluso en situaciones de vieja cristiandad.

AG 36: Todos los fieles tienen el deber de cooperar a la actividad misionera. Su primera y principal forma de colaborador ha de ser vivir profundamente de acuerdo con el Evangelio.

AG 37-41: Las comunidades cristianas no se renovarán verdaderamente si no llegan a tener por los que están lejos una preocupación semejante a la que tienen por sus propios miembros. Deberes semejantes de cooperación asisten a todos los estamentos y miembros del Pueblo de Dios.

 

Palabra de Dios

— Mt 28,16-20: Id por el mundo y haced discípulos.

— Me 16,14-18: Id por el mundo predicando la Buena Noticia.

— Le 4,16-20: Jesús, el primer evangelizador.

— 1 Cor 9,16-18: ¡Ay de mí si no evangelizare!

— 1 Tim 2,4-7: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.

— Rom 10,14-17: ¿Y cómo creerán si no han oído?

 

Cuestiones para el diálogo

- ¿Qué situaciones de nuestro país, de nuestra iglesia local o del ambiente donde se mueve mi comunidad están en situación de necesidad misionera?

 

Reflexión

1. El Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia es uno de los últimos elaborados por el Concilio y refleja en síntesis la cota más alta de la teología conciliar.

El planteamiento que se hace de la teología de la misión excede una perspectiva estrechamente misionológica para convertirse en teología fundamental de la misión de la iglesia y de la evangelización. La perspectiva es profundamente trinitaria y claramente dinámica, en clave de historia de la salvación. Sin duda, debe ser presentada más abundantemente a la comunidad cristiana.

 

2. Del conjunto del Decreto brotan una serie de actitudes que significan una profunda renovación del espíritu misionero. Dentro del mismo espíritu de la Declaración sobre libertad religiosa queda descalificada toda actitud compulsoria en la misión, toda imposición o utilización del poder político o de las ventajas materiales para facilitar la aceptación de la fe cristiana. Se adopta una postura clara de asunción de las diversas culturas, valoración positiva del patrimonio cultural de cada pueblo, encarnación e inculturación de la iglesia en cada pueblo, y colaboración en la construcción de la sociedad

civil de los mismos. Una actitud de diálogo y de pobreza configura definitivamente el espíritu nuevo de la misión.

 

3. Este espíritu nuevo de la misión trasciende «las misiones», porque la misión viene planteada en un plano más profundo y amplio» como misión de la iglesia. De las misiones pasamos a la misión. Toda la iglesia es misionera (no simplemente «misional»), por su propia naturaleza.

Aunque se siga hablando de las misiones como situaciones «ordinariamente en unos territorios señalados por la Santa Sede» (AG 6), se declara que la misión es una e idéntica en todo lugar y situación (ib), y que puede realizarse en países de vieja tradición cristiana que «requieren de nuevo su acción misionera». Con ello, la misión, tradicionalmente situada en la periferia de la iglesia, pasa a ser recuperada e importada hacia el centro mismo de la iglesia. También los grupos humanos descristianizados son misión. Hay frentes misioneros, desde esta nueva perspectiva, a todo lo largo y ancho de la iglesia.

 

4. El deber de la cooperación misionera corresponde a todo el pueblo de Dios, comenzando por los obispos y pasando por las comunidades cristianas, señalando el Concilio que la renovación global de las mismas está vinculada a su renovación misionera. Y hay que subrayar: la primera obligación misionera no es relacionarse con las misiones, sino vivir profundamente la vida cristiana (AG 36).

 

Examen

— ¿Qué personas y grupos humanos alejados de la fe cristiana tenemos cerca, en nuestro propio ámbito?

— Aunque la iglesia sea por naturaleza misionera, lo estamos siendo nosotros?

 

Conversión

— Planificar una revitalización global de la actividad evangelizadora en nuestra comunidad cristiana concreta. Urgir para ello a los responsables, a los animadores, al «consejo pastoral».

— Hacer un esfuerzo comunitario serio por pasar a ser una comunidad cristiana verdaderamente misionera y evangelizadora, preocupada por los más alejados.

 

Preces

— Por las «zonas misioneras» que tenemos en nuestra propia iglesia local.

— Por los misioneros que trabajan en países alejados.

— Para que haya también participación seglar en las misiones, para que surjan muchas vocaciones de misioneros seglares.

— Para que las iglesias crezcan y se implanten con autonomía, y llegue cuanto antes su emancipación de toda dependencia hacia nosotros.

— Por las iglesias y comunidades volcadas narcisísticamente hacia sí mismas.

— Para que todos seamos misioneros.

— Por nuestra solidaridad internacional también con países no cristianos.

 

Oración

Dios, Padre nuestro: en Jesús nos has mostrado el primer evangelizador, anunciador y constructor del reino. Haz de nosotros apasionados seguidores suyos, para que, desde la comunidad, anunciemos la Buena Noticia y construyamos el reino sin limitación de fronteras. Por J. n. S.

 

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