Editó Cosme Carlos Ríos
Textos conciliares
AG
2: La iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera.
AG 2-5: Exposición de la teología de
la actividad misionera. La iglesia toma su origen de la misión del Hijo y de la
misión del Espíritu, según el designio de Dios Padre.
AG 6: La misión de la iglesia es una e
idéntica en todas partes y en toda situación. Varía según las circunstancias,
que dependen unas veces de la iglesia y otras de los pueblos a los que va
destinada. En el cumplimiento de la misión de la iglesia hay momentos de
comienzo, de crecimiento y progreso, de insuficiencia o estancamiento y también
de bloqueo e incluso de retroceso. Por eso, si bien la actividad misionera es
distinta de la actividad pastoral habitual y distinta del ecumenismo, puede darse
en multitud de situaciones, incluso en situaciones de vieja cristiandad.
AG 36: Todos los fieles tienen el
deber de cooperar a la actividad misionera. Su primera y principal forma de
colaborador ha de ser vivir profundamente de acuerdo con el Evangelio.
AG 37-41: Las comunidades cristianas
no se renovarán verdaderamente si no llegan a tener por los que están lejos una
preocupación semejante a la que tienen por sus propios miembros. Deberes semejantes
de cooperación asisten a todos los estamentos y miembros del Pueblo de Dios.
Palabra de Dios
— Mt 28,16-20: Id por el mundo y haced
discípulos.
— Me 16,14-18: Id por el mundo
predicando la Buena Noticia.
— Le 4,16-20: Jesús, el primer
evangelizador.
— 1 Cor 9,16-18: ¡Ay de mí si no
evangelizare!
— 1 Tim 2,4-7: Dios quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
— Rom 10,14-17: ¿Y cómo creerán si no
han oído?
Cuestiones para el diálogo
- ¿Qué situaciones de nuestro país, de
nuestra iglesia local o del ambiente donde se mueve mi comunidad están en
situación de necesidad misionera?
Reflexión
1. El Decreto sobre la actividad
misionera de la Iglesia es uno de los últimos elaborados por el Concilio y refleja
en síntesis la cota más alta de la teología conciliar.
El planteamiento que se hace de la teología
de la misión excede una perspectiva estrechamente misionológica para
convertirse en teología fundamental de la misión de la iglesia y de la
evangelización. La perspectiva es profundamente trinitaria y claramente
dinámica, en clave de historia de la salvación. Sin duda, debe ser presentada más
abundantemente a la comunidad cristiana.
2. Del conjunto del Decreto brotan una
serie de actitudes que significan una profunda renovación del espíritu misionero.
Dentro del mismo espíritu de la Declaración sobre libertad religiosa queda
descalificada toda actitud compulsoria en la misión, toda imposición o
utilización del poder político o de las ventajas materiales para facilitar la
aceptación de la fe cristiana. Se adopta una postura clara de asunción de las
diversas culturas, valoración positiva del patrimonio cultural de cada pueblo, encarnación
e inculturación de la iglesia en cada pueblo, y colaboración en la construcción
de la sociedad
civil de los mismos. Una actitud de
diálogo y de pobreza configura definitivamente el espíritu nuevo de la misión.
3. Este espíritu nuevo de la misión
trasciende «las misiones», porque la misión viene planteada en un plano más
profundo y amplio» como misión de la iglesia. De las misiones pasamos a
la misión. Toda la iglesia es misionera (no simplemente «misional»), por
su propia naturaleza.
Aunque se siga hablando de las
misiones como situaciones «ordinariamente en unos territorios señalados por la
Santa Sede» (AG 6), se declara que la misión es una e idéntica en todo lugar y
situación (ib), y que puede realizarse en países de vieja tradición cristiana que
«requieren de nuevo su acción misionera». Con ello, la misión, tradicionalmente
situada en la periferia de la iglesia, pasa a ser recuperada e importada hacia
el centro mismo de la iglesia. También los grupos humanos descristianizados son
misión. Hay frentes misioneros, desde esta nueva perspectiva, a todo lo largo y
ancho de la iglesia.
4. El deber de la cooperación
misionera corresponde a todo el pueblo de Dios, comenzando por los obispos
y pasando por las comunidades cristianas, señalando el Concilio que la
renovación global de las mismas está vinculada a su renovación misionera. Y hay
que subrayar: la primera obligación misionera no es relacionarse con las
misiones, sino vivir profundamente la vida cristiana (AG 36).
Examen
— ¿Qué personas y grupos humanos
alejados de la fe cristiana tenemos cerca, en nuestro propio ámbito?
— Aunque la iglesia sea por naturaleza
misionera, lo estamos siendo nosotros?
Conversión
— Planificar una revitalización global
de la actividad evangelizadora en nuestra comunidad cristiana concreta. Urgir
para ello a los responsables, a los animadores, al «consejo pastoral».
— Hacer un esfuerzo comunitario serio
por pasar a ser una comunidad cristiana verdaderamente misionera y
evangelizadora, preocupada por los más alejados.
Preces
— Por las «zonas misioneras» que
tenemos en nuestra propia iglesia local.
— Por los misioneros que trabajan en
países alejados.
— Para que haya también participación
seglar en las misiones, para que surjan muchas vocaciones de misioneros seglares.
— Para que las iglesias crezcan y se
implanten con autonomía, y llegue cuanto antes su emancipación de toda
dependencia hacia nosotros.
— Por las iglesias y comunidades
volcadas narcisísticamente hacia sí mismas.
— Para que todos seamos misioneros.
— Por nuestra solidaridad
internacional también con países no cristianos.
Oración
Dios, Padre nuestro: en Jesús nos has
mostrado el primer evangelizador, anunciador y constructor del reino. Haz de
nosotros apasionados seguidores suyos, para que, desde la comunidad, anunciemos
la Buena Noticia y construyamos el reino sin limitación de fronteras. Por J. n.
S.
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