Textos
conciliares
LG 31: Los seglares son los fieles
que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al pueblo de
Dios y hechos partícipes a su modo de la función sacerdotal, profética y real
de Cristo, ejercen en la iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo
cristiano en la parte que les corresponde: construir el
Reino de Dios gestionando los asuntos
temporales y ordenándolos según Dios. Deben contribuir a la santificación del mundo desde dentro, a
modo de fermento.
LG 32: Unidad que existe en el pueblo
de Dios a pesar de su diversidad.
LG 33: Todos los seglares están
llamados, en cuanto miembros vivos, al apostolado. Algunos pueden sentirse
llamados a una colaboración más inmediata. O a ejercer cargos eclesiásticos.
LG 34: Tienen una espiritualidad propia,
que les brota de su bautismo y del sacerdocio común.
Toda su vida, incluido el trabajo, el
descanso, la vida conyugal y familiar... se convierte en sacrificio espiritual
agradable a Dios.
LG 35: El espíritu constituye a los
seglares en testigos y les dota con el sentido de la fe y la gracia de la
palabra. Les capacita para manifestar su esperanza a través de las estructuras
de la vida secular, en una continua lucha con los dominadores de este mundo,
contra los espíritus malignos. Quedan constituidos en poderosos pregoneros de
la fe en las cosas que esperamos cuando sin vacilación unen vida y fe.
LG 36: La misión del seglar en las
estructuras del mundo.
LG 37: Tienen el deber de hacer valer
ante la jerarquía su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la
Iglesia. Los pastores reconozcan y promueva n la dignidad y responsabilidad de
los laicos en la iglesia, recurran a su consejo, encomiéndenles cargos y denles
libertad y oportunidad para actuar.
Los pastores acaten la justa libertad
que a todos corresponde en la sociedad civil.
AA 1: El apostolado de los seglares,
que brota de la esencia misma de su vocación cristiana, nunca puede faltar en
la iglesia. Hoy es mucho más urgente.
AA 2: Esta es la misión de la iglesia:
propagar el reino de Cristo en toda la tierra y así hacer a los hombres
partícipes de la salvación y ordenar todo el universo hacia Cristo. La vocación
cristiana es, por su propia naturaleza, vocación al apostolado. Los seglares la
ejercen en medio del mundo y de los negocios temporales, a manera de fermento.
A A 3: Fundamentos del apostolado
seglar.
A A 4: Espiritualidad de los seglares.
A A 5: La misión de la iglesia no es
sólo ofrecer a los hombres el mensaje y la gracia de Cristo, sino también
impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico. Lo
que Dios quiere es hacer de todo el mundo una nueva creación, incoativamente
aquí en la tierra, y plenamente en el último día.
Renovación de todo el orden temporal.
Es necesaria la acción de los seglares
dentro de las comunidades cristianas. Acostúmbrense los seglares a trabajar
unidos a los sacerdotes en las parroquias. Presenten a la comunidad sus propios
problemas y los problemas que conciernen a la salvación de los hombres, para
examinarlos y solucionarlos entre todos, y colaboren con creatividad en todas
las iniciativas apostólicas y misioneras.
Los jóvenes deben convertirse en los
primeros e inmediatos apóstoles de los jóvenes.
El apostolado en el medio social, de
compañero a compañero, nunca podrán hacerlo otros mejor que los seglares. Son
muchos los hombres que no pueden conocer el Evangelio sino por medio de sus
vecinos seglares.
No rehúsen desempeñar cargos
políticos, ya que con ellos, dignamente ejercidos, pueden servir al bien común
y preparar al mismo tiempo los caminos del Evangelio. Cooperen con todos los
hombres de buena voluntad.
Espiritualidad en el trabajo.
Seglares dedicados más intensamente al
servicio eclesial.
El Concilio ruega encarecidamente en
el Señor a todos los seglares a que respondan generosamente...
Sientan los jóvenes que esta llamada
está dirigida a ellos de forma especialísima...
Es el propio Señor el que invita de
nuevo a todos los seglares por medio de este Concilio... Es el propio Cristo el
que de nuevo
los envía a todas las ciudades y
lugares a donde él ha de ir, para que se le ofrezcan como colaboradores... AA 7-8: AA 10: AA 12: AA 13: AA 14: A A 16: A
A 22: AA 33:
AG 19: Los seglares en la sociedad
política de las iglesias jóvenes.
AG 21: La iglesia no está
verdaderamente formada mientras no haya un laicado propiamente dicho.
Palabra
de Dios
Mt 5,16: Brille vuestra luz ante los
hombres.
1 Pe 2,4-5: Sois piedras vivas del
templo espiritual.
Jn 15,5: El que permanece unido a mí
da mucho fruto.
Col 3,11: No hay ya griego ni judío,
extranjero, bárbaro, esclavo...
Ef 4,15-16: Que vaya creciendo el
cuerpo entero, con todos sus miembros.
1 Pe 2,9-10: Sois sacerdocio real,
nación consagrada, pueblo de su propiedad.
Cuestiones
para el diálogo
Enumerar rasgos de clericalismo que
aún tenemos en la iglesia.
¿Está el seglar marginado en la
iglesia? Hacer un elenco de derechos de participación del seglar que no están
atendidos. Buscar causas.
¿También tiene de todo esto algo de
culpa el seglar? ¿Por qué?
¿Y la mujer? ¿Es verdad, como se dice,
que añade a la marginación que sufre el seglar un nuevo título de marginación,
el de ser mujer?
Reflexión
El estatuto del seglar en la iglesia
ha dado un cambio radical según el espíritu del Concilio. Podemos describir ese
cambio en cuatro rasgos.
1. De una definición negativa a otra
positiva. Lo cual no es un simple cambio nominalista de definiciones, sino una
nueva forma de ver teológica y eclesialmente.
Hasta ahora era habitual en la iglesia
definir el seglar como el que «no es ni clérigo ni religioso», lo cual es una
definición negativa, por exclusión. El Concilio pasa a una visión del seglar
fundada en su positividad: el seglar es un creyente, un cristiano, bautizado,
incorporado al pueblo de Dios, partícipe de la función sacerdotal, real y profética
de Cristo, con la misión global de la iglesia de construir el reino de Dios,
desde su peculiar modo de hacerlo, que consiste en gestionar los asuntos del
mundo según el espíritu de las bienaventuranzas...
El seglar es, pues, el miembro del
pueblo de Dios por antonomasia, el prototipo de cristiano, el cristiano en
puridad, la forma más normal de ser cristiano. Diríamos que, por el contrario,
en la nueva visión conciliar, cabría definir a los no-seglares con una
definición negativa: son los que, por dedicarse a una función específica
eclesial o eclesiástica, o por asumir un servicio concreto determinado, ponen
entre paréntesis en su vida la dedicación fundamental primera que
correspondería a
todo cristiano normal (seglar), es
decir, la construcción del reino de Dios en el mundo a partir de las realidades
humanas y sociales.
2. De un puesto de marginación a la
participación.
No hace tanto tiempo que Pío X dijo
aquello de que «en la jerarquía sola residen el derecho y la autoridad
necesarias para promover y dirigir a todos los miembros al fin de la sociedad;
en cuanto al pueblo, no tiene otro derecho que el de dejarse conducir y seguir
dócilmente a sus pastores» (Vehementer Nos, 8). El Concilio presenta una visión
radicalmente diversa: el seglar debe sentir que es miembro activo de la
iglesia; ha de saber que está llamado al apostolado no porque se lo conceda la
jerarquía, sino porque ello brota esencialmente de su misma vocación cristiana
(AA 1); debe expresar su voz propia y su parecer ante la jerarquía y en la
comunidad (LG 37; AA 10); puede dedicarse más intensamente a cargos eclesiales
y eclesiásticos (AA 22; LG 33); hay cosas en la iglesia que nadie las hará
mejor que el seglar (AA 13; LG 33; AG 21), etc.
3. De la pasividad a una misión
comprometida y central. El seglar debía —en la mentalidad preconciliar— ser
ante todo pasivo. Escuchar, callar, obedecer (y financiar) a los pastores. Su
máxima actividad consistiría en la receptividad (pasividad activa). El Concilio
afirma taxativamente que la misión del seglar (del «cristiano normal», de aquel
que no se quiere dedicar a un servicio intraeclesial o a un servicio
extraeclesial determinado) coincide con la misión misma global de la iglesia:
tratar de obtener el reino de Dios (LG 31; GS 45;
AA 2), misión que llevará a cabo tal
como Jesús lo encomendó
a sus discípulos: a modo de fermento
(LG 31; Mt 13,33).
4. De una espiritualidad prestada
(monástica) a otra propia y acomodada. Todavía hay en la iglesia muchos que
conciben la vida espiritual y expresan su fe (que eso es la espiritualidad, un
lenguaje de la fe) desde aquella espiritualidad clásica en la iglesia tomada
del modelo de los religiosos o de los monjes. Según ella, el cristiano en el mundo
se santifica precisamente por aquellos momentos de adoración que logra sustraer
de sus condicionamientos propios de cristiano en el mundo, como si su vida y
actividad global, en el mundo, fuera profana y estuviera desprovista de toda
capacidad de ser culto agradable a Dios. Un sinfín de textos conciliares (LG
34, 10, 11; AA 4, 16; GS 34, 67; LG 41, 42; etc.), proclaman lo contrario: por
su bautismo, por
su sacerdocio común, por su
participación en la triple función de Cristo... toda su vida —profesional,
conyugal, familiar, social, de ocio, etc.—, se convierte en sacrificio
agradable a Dios y medio de santificación en sí mismo, sin tener que salir de
lo que él es y vive diariamente.
Examen
¿Hay en nuestra comunidad cristiana
una verdadera participación seglar? ¿Hasta dónde pueden participar los seglares
en las decisiones de la comunidad cristiana entre nosotros? Y, esto mismo, ¿a
escala de diócesis, y a escala de iglesia universal?
¿Hay consejo pastoral en nuestra
comunidad? ¿Y en la diócesis?
Conversión
Organizamos verdaderamente en
comunidad. Y montar en ella los órganos, comisiones y cauces de participación
necesarios.
Preces
Por los movimientos apostólicos
seglares, para que recobren una vitalidad al ritmo de los tiempos actuales.
Por los seglares, cada vez más
numerosos, que descubren su llamada a un trabajo pastoral comprometido, sin
dejar de ser seglares ni clericalizarse.
Por los delegados de la Palabra, los
animadores de las comunidades de base en el tercer mundo.
Por los muchos clérigos que con
mentalidad atrasada bloquean de hecho la participación de los seglares.
Por las religiosas, para que adopten
una postura más crítica y participativa.
Por la Iglesia, para que promueva más
y más a la mujer.
Oración
Dios, Padre nuestro, que en Jesús te
has adquirido un pueblo elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de
tu propiedad; te pedimos que, teniendo todos la misma dignidad de miembros
suyos y siendo idéntica la llamada a la perfección, hagamos todos igualmente
nuestra la utopía del reino por la que vivimos y luchamos. Por J. n. S.
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