La
familia de Nazaret modelo de las familias creyentes
Vivimos
una cultura, un estilo de vida marcado por el sistema neoliberal globalizado,
que busca la ganancia y que privilegia la eficiencia y la competitividad.
En
las familias, como en el resto de la sociedad, esta cultura afecta a los menos
eficientes y competitivos, dejando así rezagados a los niños, a los ancianos y
a las mujeres.
El
neoliberalismo, por su énfasis en la ganancia nos va haciendo más insensibles a
los problemas humanos e incluso a los valores religiosos. Este afán de ganancia
nos lleva a ponernos por encima de los demás y desintegra a las mismas
familias.
Las
lecturas de hoy insisten en la persona de Abraham como el padre de la gran
familia de los creyentes, el modelo de los que se esfuerzan por vivir como Dios
quiere.
El
libro del Génesis relata la palabra de Dios que le fue dirigida a Abraham, un
hombre sin hijos: No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será
abundante. Y luego
añade la promesa: Mira al cielo; cuenta
las estrellas si puedes. –Así será tu descendencia.
El escrito a los hebreos presentando modelos de
fé nos dice:
Por la fe, Abraham, al ser llamado, obedeció y salió
hacia la tierra que había de recibir en herencia, pero sin saber adónde iba.
Por la fe, Sara recibió el vigor, principio de una
descendencia, y esto fuera ya de la edad propicia, por cuanto creyó que era
fiel el que se lo había prometido.
En el evangelio vemos a toda la familia
de Nazaret en el cumplimiento de los preceptos religiosos; pero lo más
importante es verlos juntos, realizando el plan de Dios.
Según la ley y la
costumbre de la época, pasados cuarenta días del parto, la madre debía
presentarse al templo para su purificación.
Además, era normativo presentar al primogénito en el
templo como ofrenda a Dios. José y María asumen todas las costumbres y
preceptos de su tiempo. Como familia de escasos recursos ofrecen un par de
pichones.
En el templo se encuentran con Ana, una
mujer profetisa; ella, al igual que Simeón, ha envejecido esperando ver la
gloria de Dios; y en Jesús ha hallado algo especial: Este niño es la vida
nueva, es el cumplimiento de la promesa liberadora de Dios.
Termina el evangelio diciendo que Jesús
crecía integralmente en el seno de su familia; un rasgo que vale la pena
resaltar hoy.
Jesús configura su ser en el hogar, con
su familia; es allí donde aprende a amar, a servir, a trabajar y a luchar por
la justicia.
Celebrar
la fiesta de la Sagrada familia implica para nosotros, como Abraham y Sara un
esfuerzo constante por buscar y realizar lo que Dios quiere.
Celebrar
la fiesta de la Sagrada familia implica para nosotros, como María, José y Jesús
participar juntos en los actos de culto.
Celebrar
la fiesta de la Sagrada familia implica para nosotros el esfuerzo por superar
las actitudes de competitividad y construir familias unidas por el amor, que
favorecen el respeto, el diálogo y la colaboración.
En
1968, en Medellín, los Obispos latinoamericanos nos dicen que la familia ha de
ser: Formadora de personas, educadora en la fé y promotora del desarrollo
Feliz
año 2015
Cosme
Carlos Ríos
Diciembre
27 del 2014