11 de octubre de 2014

Los Bautizados somos instrumento
Para que haya vida en abundancia para todos
Con mucha frecuencia los creyentes consideramos que, por haber recibido el Bautismo, somos consentidos de Dios y perdemos de vista que fuimos consagrados como instrumento para la misión.
En otras ocasiones pensamos que con los dones que Dios nos da, ya tenemos la abundancia de vida y olvidamos que los dones para que actúen tienen que ser valorados y aceptados

Las lecturas centrales de hoy presentan como tema el banquete, pero tienen significado diferente en Isaías y en el hijo de María.
        El texto de Isaías 25 que leemos hoy, está  ubicado en la parte del primer Isaías, pero es más probable que haya sido redactado por el tercer Isaías que fue el redactor final de la obra, pues trata de alentar a la restauración del templo y la ciudad.
El judío común considera que donde hay comida y bebida hay bendición de Dios y por lo mismo donde hay abundante comida hay una gran bendición de Dios.
De ahí que, el banquete,  donde hay abundante y rica comida, donde hay convivencia y fiesta, es símbolo de la abundancia de los dones de Dios.
El banquete del que habla Isaías se ofrece desde el Monte Sión, donde estuvieron la ciudad de Jerusalén y  el Templo y desde ahí se ofrece para todos los pueblos la abundancia de los dones de Dios.
Destaca que Israel no es el destinatario, sino el instrumento de Dios, para que la salvación de Dios llegue a todos.
En la parábola de Jesús, Él se dirige directamente a la clase dirigente del pueblo: los ancianos y sumos sacerdotes y es una crítica para ellos: Ellos son los primeros invitados a participar del banquete
A la oferta del Rey los invitados responden con indiferencia, con positivo rechazo y aún con malos tratos, por lo que el Rey abre el ofrecimiento a todos: buenos y malos
Como Israel somos instrumento para que la abundancia de los dones de Dios llegue a todos. Sólo somos privilegiados en la medida en que somos instrumento para la obra de Dios
Como Israel somos los primeros invitados a participar de los dones que nos vienen por medio de Jesús, pero hace falta nuestra aceptación positiva para que el don produzca vida en abundancia.

Es importante que siempre recordemos que la Iglesia es instrumento para la Misión de Jesús que vino para que “Tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10, 10)
Es importante que recordemos cuáles son los dones que Dios nos da, los valoremos y aceptemos para que produzcan en nosotros la vida en abundancia que Jesús nos trajo.
Octubre 11 del 2014
Cosme Carlos Ríos


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