8 de noviembre de 2014

El templo fuente de vida y de fertilidad
Interrumpimos hoy la celebración del ciclo ordinario para celebrar la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, una de la Basílicas mayores de la Iglesia.
Nuestros templos han perdido su dimensión más profunda, porque, en general, congregan a la comunidad, pero no se distinguen por ser fuente de Esperanza, de vida y  fertilidad.
Es lamentable que nuestros templos tengan un tinte muy marcado de comercialidad.
Me he enterado de que algunos ejidatarios de la Parroquia de la Merced en Estación San Juan de Cadereyta, por no retirar la demanda contra Pemex, han sido castigados retirándoles la ayuda que les daban,y por lo mismo su situación se vuelve más precaria

El profeta Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí, fué uno de los que más fortaleció la esperanza de los israelitas desterrados en Babilonia.
Ezequiel presenta su profecía por medio de muchas visiones que expresan la realización de los anhelos y esperanzas del pueblo
Como sacerdote presenta la esperanza a partir del templo, pero al presentar su grandiosidad, lo presenta como fuente que sana, que da vida y fertilidad.
En tiempos de Jesús, el templo de Jerusalén, en vez de ser lugar de encuentro con Dios y con los hermanos, era el centro principal de explotación del pueblo.
El templo era donde se concentraba el poder económico, político  e ideológico de Israel, y el culto que en él se realizaba era comercializado bajo el control de los sumos sacerdotes.
Jesús se indigna al ver cómo, en nombre de Dios, se explota al pueblo y decide realizar un gesto profético de denuncia y de purificación.
Jesús se propone como nuevo templo, como lugar de encuentro con Dios y con los hermanos.

Darle a nuestros templos su sentido auténtico implica, colocar a Jesús como centro, que a través de Él, se dé el encuentro con Dios y con los hermanos.
Darle a nuestros templos su sentido auténtico implica, hacer que sean fuente de esperanza, de vida y de fertilidad orientando su servicio en defensa de la salud y de la vida de los que más lo necesitan.
Darle a nuestros templos su sentido auténtico implica, evitar todo tipo de comercialización, orientando sus ingresos para atender las necesidades que exige su buen funcionamiento, pero sin perder nunca de vista las vidas amenazadas.
Darle a nuestros templos su sentido auténtico implica, conocer la situación real de los ejidatarios de Cadereyta y buscar la forma organizada para que desde nuestros templos fluya la ayuda que fortalezca su esperanza.
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 08 2014



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