7 de diciembre de 2012

Rellenar, rebajar, enderezar los caminos
Para recibir al Salvador
Ya desde este momento, nuestra sociedad y los cristianos estamos pensando en la Navidad: Las calles se engalanan con luces y adornos con símbolos de Navidad.
El comercio ofrece juguetes y regalos de todo tipo y la mercadotecnia invita al consumo de cosas que poco o nada necesitamos.
Se entabla entre vecinos y parientes una competencia por tener los artículos electrónicos de la más alta calidad.
Las empresas organizan fiestas para sus empleados en las que se rifan regalos y se sirve comida y bebida en abundancia.
Unos pocos cristianos, cada vez menos, (pues las tradiciones se van perdiendo), salen por las calles con el rezo de las posadas y el canto de los villancicos

Los cristianos estamos esperando la venida del Salvador, por lo que es importante que descubramos cuál es la mejor manera de prepararnos a recibirlo
  Tomamos nuestra primer lectura de hoy del libro de Baruc. El nombre del libro es un seudónimo atribuído al secretario del profeta Jeremías del siglo VI antes de Cristo.
En realidad el escrito corresponde al siglo II a. C. y  comprende tres pequeñas secciones, independientes.
Haciéndose eco de los profetas del destierro, Baruc dice una palabra consoladora a un pueblo que pasa dificultad: “El Señor se acuerda de ti”
El profeta se enfrenta a todo poderío personal y social, habla desde el “clamor de los pobres” y pretende siempre que haya justicia. Obviamente le preocupa el futuro del pueblo, la situación sangrante de los pobres.
Los profetas surgen en los momentos de crisis y de cambios para avizorar una situación nueva, llena de libertad, de justicia, de solidaridad, de paz. (Servicios koinonia)
Baruc promete una actuación de Dios sobre Jerusalén que le dará un nombre nuevo: Paz en la justicia y gloria en la piedad". Invita a dejar de lado las actitudes de duelo.
Mientras se cumple la promesa, hay que preparar el camino, eliminando los estorbos que impiden caminar y rellenando los vacíos que nos pueden hacer caer.

Lucas enmarca el comienzo del ministerio de Juan el Bautizador aportando datos globales del imperio Tiberio) y datos sobre los que representan la sociedad de Jesús en lo político (Poncio Pilato) y en lo religioso (Anás y Caifás).
Juan es el hombre que viene del desierto, como Israel al llegar a la tierra prometida. Juan es el que ha encontrado a Dios en el desierto, ha contemplado a Dios desde los pobres.
Desde esta perspectiva, Juan invita a preparar el camino del Señor: Invita a enderezar lo que está torcido a rellenar los huecos que hay ya rebajar lo que está demás.

Prepararnos para recibir al Salvador significa enderezar nuestras actitudes de corrupción y vivir una vida de rectitud, sin mentiras, sin engaños.
Prepararnos para recibir al Salvador significa tenemos que llenar nuestras vidas y nuestros corazones de amor, de justicia, de misericordia y de solidaridad.
Prepararnos para recibir al Salvador significa que tenemos que bajarle a la injusticia, al egoísmo, al despilfarro, a la ostentación y a la prepotencia.
Apoyemos el movimiento ciudadano por la paz

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