30 de junio de 2012

Acompañar, dejarse tocar, tender la mano

 En nuestro México hay mucha marginación social. Una gran cantidad de familias se encuentran desempleadas, porque la fabricación automática ha desplazado, marginado el trabajo de la persona.
Hay marginación porque hay mucho trabajo pero los salarios son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de la familia; personas que padecen discapacidad física o mental viven en la indigencia y la marginación
Son marginados muchos campesinos e indígenas que no tienen para comer ni para tratarse su enfermedad. Entre ellos, algunos padres de familia que no pueden inscribir a sus hijos en la escuela por falta de recursos
En la ciudad muchos niños son obligados a trabajar y a mendigar; experimentamos el fenómeno de la emigración sobre todo de los hermanos de Centro América en su paso hacia los Estados Unidos.
Las mujeres son víctima de una cultura machista, son víctima del desempleo, del fenómeno de la migración y de la falta de oportunidades para estudiar. De varias formas ellas son marginadas

Dos mujeres marginadas aparecen hoy en el centro de la acción y de la palabra de Jesús: tienen en común el que la ley las margina, las considera impuras y no permite tocarlas y de este modo las incapacita para transmitir la vida.
Una tiene 12 años, edad, en la que podría casarse, pero está moribunda y la otra tiene 12 años de padecer una enfermedad que la atormenta físicamente, la hace legalmente impura y además transmisora de la impureza.
Jairo, el jefe de la sinagoga no encuentra solución en la institución judía y se postra ante Jesús, el hombre criticado y rechazado por los escribas y fariseos, y con angustia le pide que vaya a imponer las manos sobre la niña.
Para Jesús sólo son buenas las leyes que dan vida y de ninguna manera las que excluyen, marginan e impiden vivir dignamente. Por ello, Jesús acompaña a Jairo; en el camino, ante la multitud acepta ser tocado por la hemorroísa y más tarde toma de la mano a la niña muerta, la cual se levanta y se pone a caminar.
Las palabras de Jesús son de consuelo y de esperanza: “Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y sigue sana de tu dolencia” “. No temas, basta que tengas fe”. “Chiquilla, te lo digo a ti, ¡levántate!”
Ante la marginación y la muerte, vemos un Jesús que acompaña, se deja tocar y toma de la mano a los marginados; un Jesús que valora la fé (confianza en sí mismas) que tienen las personas.
Vemos un Jesús que tranquiliza a la mujer que ha violado las leyes de pureza.
La palabra de Jesús a Jairo manifiesta que lo importante es confiar. La palabra de Jesús levanta y hace caminar para seguir transmitiendo la vida.

Seguir a Jesús hoy significa acompañar a los desempleados, a los que no tienen salario suficiente, a los campesinos e indígenas carentes de lo necesario para una vida digna, a los niños mil usos de nuestra ciudad, a los migrantes y de modo particular y a las mujeres.
Seguir a Jesús significa dejarse tocar, dejar que salga de nosotros una fuerza que sana y alivia el dolor de los marginados de modo especial el dolor de las mujeres.
Seguir a Jesús significa tender la mano y levantar a las mujeres, buscando caminos que las incluyan y las ayuden a caminar por el camino de una vida digna: Promover y crear organizaciones que defiendan la dignidad y los derechos de las mujeres: De modo particular defender la dignidad de las prostitutas, quizá las mujeres en mayor marginación y víctimas del lenocinio
¿Qué podemos hacer? Por dónde empezamos?
CCR

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