28 de mayo de 2016

Dios para todos, Iglesia para todos, servicios para todos

Dios para todos, Iglesia para todos, servicios para todos

En la predicación y en las celebraciones de nuestras comunidades se prestan servicios a las personas que se acercan, pero, poco hacemos por acercar nuestras catequesis y nuestras celebraciones a las personas alejadas.
Con esto, sin proponérnoslo, presentamos a un Dios distante que sólo vela por los que se acercan a Él

La lectura del primer libro de los reyes nos presenta la oración de Salomón en la dedicación del templo. La apertura universalista que aparece refleja más la mentalidad del redactor final del libro que la del propio Salomón
 Es probable que haya sido escrito después de haber vivido el destierro en Babilonia en la época del tercer Isaías que se pone de relieve en el tema de Jerusalén y del templo como centro de todos los pueblos de la tierra.
A pesar de todo el nacionalismo que se vivió en esta época posterior al exilio, la oración de Salomón recalca que Dios y el Templo están abiertos también a los extranjeros.
Pero conviene notar que se trata todavía de un universalismo matizado, pues Jerusalén sigue teniendo una preeminencia que coloca a los demás pueblos en situación de inferioridad.
El texto del Evangelio que leemos hoy tiene algunos elementos teológicos muy significativos, en sentido incluyente. Nos encontramos ante una escena que sucede en Cafarnaúm, poblado de Galilea.
Esto es muy importante por el rol que tiene Galilea en los evangelios. Se trata de una tierra judía, pero de judíos de, podríamos decirlo así, “segunda categoría”.
Es una zona comercial, muy dada al intercambio, y mucho menos rigurosa que Judea con las exigencias religiosas y, por lo mismo, despreciada por los habitantes de la capital, Jerusalén.
Sin embargo gran parte del mensaje de Jesús se desarrolla en esa zona geográfica, lo cual, no es casualidad, sino una clara opción personal del Señor por los mal vistos, por los insignificantes.
Llama especialmente la  atención si tomamos en cuenta que el mismo Jesús es un Galileo: Dios mismo se encarna entre los de menor rango, “haciéndose uno de tantos”.
Esto vale de modo especial en este caso, tomando en cuenta que el personaje central de este relato no solo está en Galilea, sino que, es un pagano: un oficial de la Roma que esclaviza al pueblo judío.
De ahí la enseñanza del pasaje, es precisamente que este pagano que habita un pueblo de insignificantes es quien dará señales de una fe que asombra al mismo Jesús.
Lo primero, el centurión no pide para sí, sino para un siervo. Este habitante de la “Galilea de los paganos” pide por uno que está aún más proscrito que él: un subordinado y un enfermo.
Por el obrar de este pagano,  Jesús puede decir de él que ha tenido más fe que un israelita.
El pagano y proscrito servidor de los opresores romanos ha ido a buscar a Jesús para salvar a su siervo: se ha hecho servidor de su siervo y ha roto con los prejuicios para acercarse con humildad a un judío que, que sabe que puede ayudar a su empleado.
No solo eso, sino que confía tanto en su poder que no requiere, siquiera, que entre a su casa, porque está seguro de que sus palabras bastan para sanar.

Para ser congruentes con la práctica de Jesús y con la oración de Salomón es conveniente, que además de nuestros lugares ordinarios de culto abramos centros de Catecismo y círculos bíblicos en lugares distintos del templo.
Para ser congruentes con la práctica de Jesús y con la oración de Salomón es conveniente que promovamos y favorezcamos la Religiosidad popular fuera del templo: Rosarios, novenarios que tomen en cuenta las necesidades de los vecinos.
Para ser congruentes con la práctica de Jesús y con la oración de Salomón es conveniente acercarnos a las personas de fuera del templo con Misas de barrio para acompañar fortalecer la fé de los creyentes y para ayudarlos a organizarse comunitariamente.
Para ser congruentes con la práctica de Jesús y con la oración de Salomón es conveniente que hagamos visitas a los distintos sectores de la comunidad para conocer sus necesidades y buscar la forma de apoyarlos entre todos
Para ser congruentes con Jesús es necesario que quitemos todo tipo de prejuicios por motivos de sexo, raza o religión y que adoptemos actitudes incluyentes.
Cosme Carlos Ríos
Mayo 28 del 2016 

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