Es hora de ponernos a trabajar continuando la Misión
Muchas personas nos
profesamos cristianos, pero ponemos nuestra identidad en una serie de prácticas,
sobre todo religiosas, pero sin una referencia explícita a Jesucristo.
Miramos a Jesucristo
en el Evangelio, en la Eucaristía, pero nos cuesta mucho ver al Cristo en la
historia, en el ser humano, en los pobres, que son la imagen principal de Dios.
Nos profesamos
discípulos de Jesucristo, pero no tenemos conciencia de que tenemos que
continuar la misión del Él: seguir construyendo el reino de Dios, construyendo
un mundo de justicia y fraternidad.
En este día la
Iglesia celebra la fiesta de la Ascensión del Señor, pero tenemos la costumbre
de hacer una separación temporal entre la Resurrección, la Ascensión y la
venida del Espíritu Santo.
El misterio pascual
de Jesús comprende estos tres aspectos, pero no hay entre ellos una separación
temporal, sino distintos aspectos del Misterio de Jesús resucitado.
Tampoco podemos
entender la Ascensión como un hecho físico (estamos hablando de un Misterio) y
lo que nos dice la Palabra es una forma para ayudarnos a comprender este
aspecto del Misterio Pascual.
El texto de los
Hechos que leemos hoy, afirma que Jesús Resucitado acompaña a sus discípulos y
les habla del Reino de Dios.
Les encarga que
esperen lo que les prometió: El Espíritu Santo con Él que serán testigos de
Jesús, en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de
la tierra.
El texto refiere que
Jesús se fue elevando a la vista de los discípulos que se quedaron mirando al
cielo hasta que dos hombres vestidos de
blanco les dicen: ¿Qué hacen ahí plantados mirando al cielo?» Y les recuerdan
que Jesús volverá.
En la segunda
lectura, el autor, un discípulo de Pablo, se dirige a los destinatarios haciendo
expresa referencia a la misión de la Iglesia en medio del mundo (pagano).
En la oración que se nos
propone hoy, el autor pide para la Iglesia que “conozca”.
Pide que Dios, “el Padre de la gloria”, el “Dios de nuestro Señor
Jesucristo” les conceda “espíritu de sabiduría y revelación”
precisamente para “conocerlo perfectamente”.
De ese modo, podrán
profundizar tres elementos importantes: la esperanza en la llamada, la
riqueza de la gloria y la grandeza del poder desplegado en la Pascua.
Conocer a Dios implica
conocer su intervención activa en la historia de la salvación, llegada a su
plenitud en el “acontecimiento Cristo”.
Pero esto es imposible sin el espíritu de
sabiduría, esto es la capacidad de comprender, el reconocer el paso de Dios en
la vida, y de revelación, es decir la explícita manifestación de Dios que
aclara, interpreta la historia.
La relación de la
Iglesia con Cristo es inseparable. Es interesante notar que esta unión de los
creyentes con Cristo es tan plena que así como Cristo está resucitado y sentado
junto a Dios, del mismo modo, estando plenamente unidos a Cristo, los creyentes
ya están resucitados y sentados conjuntamente a Él
La Iglesia es
inseparable de Jesucristo de su vida y de su misión. La comunidad de discípulos
comparte los riesgos del mismo Jesús y está llamada a seguir a Jesús tanto en
la vida, como en la misión.
Si la misión de Jesús
fue mostrar con hechos y palabras el rostro misericordioso del Padre, a
nosotros los discípulos de hoy nos corresponde continuar la misión, contra toda
injusticia, contra todo lo que deshumaniza a la persona.
Celebrar hoy, la
Ascensión de Jesús implica para nosotros, sentirnos parte de Jesús, de su
persona, de su proyecto: Estar siempre mirando hacia Jesús, el Maestro, el
Modelo.}
Celebrar hoy, la
Ascensión de Jesús implica para nosotros, mirarlo en el Evangelio, mirarlo en
la Eucaristía, pero sobre todo aprender a mirarlo en el rostro de cada ser
humano, especialmente en los empobrecidos
Celebrar hoy, la Ascensión de Jesús implica
para nosotros, echarle ganas a la misión, trabajar sin cesar en la construcción
del Reino de Dios: Luchar por un mundo de justicia y fraternidad.
Cosme Carlos Ríos
Mayo 07 2016
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