4 de junio de 2016

Devolver los hijos a sus madres



Más de un millón de niños se han quedado huérfanos o han sido separados de sus familias por causa de la guerra”, dice un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
También hay un gran número de madres solteras, abandonadas o divorciadas que han de asumir la difícil tarea de salir adelante y criar solas una familia. 
Las diversas problemáticas más apremiantes que viven los jóvenes actualmente son: la violencia, el desempleo, la pobreza y la inequidad en educación.


Elías es uno de los profetas más antiguos, por lo que no tenemos escritos de él, sólo conocemos algunos relatos populares que fueron recogidos en el primer libro de los Reyes.
Este libro se terminó de escribir, después del destierro y el texto de hoy  nos habla de la acción de Elías en defensa de la fé en el Dios del Éxodo.
Su gran afirmación es mi Dios es  Yahvé y su mismo nombre “Elías” significa Yahvé es mi Dios.
La escena que leemos hoy, en que Elías resucita al hijo de la viuda contrasta con la actitud del rey Acab que promueve la muerte.
En este signo, la viuda reconoce que Elías es un profeta “un hombre de Dios”
El relato del evangelio que leemos hoy, es un texto exclusivo de Lucas
Jesús llega a Naín cuando en la pequeña aldea se está viviendo un hecho muy triste. Jesús viene del camino, acompañado de sus discípulos y de un gran gentío.
De la aldea sale un cortejo fúnebre camino del cementerio: Una madre viuda, acompañada por sus vecinos, lleva a enterrar a su único hijo.
Lucas nos describe la trágica situación de la mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja en aquella sociedad controlada por los varones.
 Le quedaba solo un hijo, pero también este acaba de morir. La mujer no dice nada. Solo llora su dolor.
El encuentro ha sido inesperado. Jesús venía a anunciar también en Naín la Buena Noticia de Dios. El texto nos dice «el Señor la miró, se conmovió y le dijo: No llores».
Jesús no conoce a la mujer, pero la mira detenidamente. Capta su dolor y soledad, y se conmueve hasta las entrañas. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro.
Su reacción es inmediata: «No llores». Se acerca al féretro, detiene el entierro y dice al muerto: «Muchacho, a ti te lo digo, levántate».
Cuando el joven se reincorpora y comienza a hablar, Jesús «lo entrega a su madre» para que deje de llorar.
Al  “tocar cadáver”, Jesús provoca impureza ritual; pero, Él muestra que la compasión es la que marca el encuentro con Dios y no los ritos.
Jesús acompaña su acción con una palabra de autoridad dirigida al muchacho. “joven, te lo digo a ti…” La orden dada por Jesús es que se “levante”
El afirmar que “se puso a hablar”, es una manera de dejar constatación que el sujeto está realmente vivo y no se trata de una ilusión.
La frase “se lo dio a su madre” repite literalmente el hecho de Elías dando el hijo resucitado a la madre viuda.

Luchar como Elías y como Jesús en defensa de la vida de los jóvenes significa para nosotros combatir en forma clara y organizada  la violencia, el desempleo, la pobreza y la inequidad en la educación.
Vivir la misericordia como Elías y como Jesús en apoyo a las madres abandonadas implica valorar los esfuerzos que hacen las viudas y madres solteras para sobrevivir, y esforzarnos por construir organismos que las apoyen en su difícil tarea.
Devolver los hijos a sus madres, como Jesús y como Elías implica para nosotros organizarnos para ayudar a los jóvenes metidos en los vicios y en la violencia a que se regeneren y se reintegren a la familia y a la sociedad.
¿Cuál tiene que ser nuestra tarea?
¿Qué tipo de organizaciones hemos de impulsar?
¿Cuáles han de ser nuestros objetivos?
Junio 04 16
Cosme Carlos Ríos


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