Ser discípulo de Jesús es
Hacer que oigan los sordos y que hablen los
mudos
Aún
hoy, hay muchos sordos en nuestro mundo,
y, lo que es más doloroso, algunos de esos sordos se llaman seguidores de Jesús:
Son los que, negando con los hechos que Dios es Padre de todos, hacen o
legitiman desigualdades.
Son
los que no han comprendido que el color de la piel es lo menos importante del hombre,
los que mantienen o levantan murallas entre los pueblos, los que limitan su
amor a una raza, a una nación
También
los que, se empeñan en ser católicos y se olvidan de tener un corazón
universalista; los que, orgullosos por pertenecer a la religión verdadera se
olvidan de ser respetuosos con los demás.
Y
la causa última de todas esas sorderas está en la influencia de una ideología
injusta del ser humano: La ideología nacionalista, y el racismo.
En
el Antiguo Testamento los males que sufría el hombre se interpretaban como un
castigo de Dios por sus pecados.
Tanto
las desgracias individuales (como las enfermedades, la ruina económica, la
muerte violenta...; como las colectivas (hambre, epidemias, sequías,
inundaciones, desastres políticos y militares; eran consideradas como la señal
de que Dios había vuelto la espalda a su pueblo.
Al
contrario, cuando una desgracia se convertía en gozo, cuando se superaba un
desastre, cuando de la esclavitud o la opresión se pasaba a la libertad...,
entonces los acontecimientos se vivían como signo de que Dios había concedido
su perdón y estaba de nuevo cerca de su pueblo
Cuando
el profeta Isaías quiere anunciar al pueblo exiliado en Babilonia su
liberación, proclama que «se despegarán
los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el
cojo, la lengua del mudo cantará».
Son éstas las señales que adelantan el fin del
destierro de Babilonia y anuncian la liberación.
El
evangelio de hoy nos dice que, saliendo Jesús de nuevo de la región de Tiro, se
dirigió por Sidón hacia el mar de Galilea, por en medio de los límites de la Decápolis,
todo en territorio pagano.
Y
le trajeron un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Es una de
las pocas veces que vemos a Jesús fuera de su país.
Jesús
prácticamente no viajó al extranjero. Es importante señalar que en aquel
entonces, ir al «extranjero» es también ir al «mundo de los paganos»... no como
hoy. En este pasaje observamos a Jesús en medio de gente de otra religión…
El
sordo tartamudo no se acerca a Jesús por propia iniciativa ni pide la curación;
son unos sujetos anónimos quienes lo llevan a Jesús.
En
la tradición profética, la sordera o la ceguera son figura de la resistencia al
mensaje de Dios; paralelamente, en el evangelio son figura de la incomprensión
y la resistencia al mensaje.
Pero los que la padecen no son conscientes de
ella, son otros los que lamentan el defecto y acuden a Jesús.
El
obstáculo que impide a los discípulos aceptar el mensaje de Jesús (sordera) y
proponer el verdadero mensaje (tartamudez) es la ideología nacionalista y
exclusivista del judaísmo: siguen manteniendo la superioridad judía y no acaban
de aceptar la igualdad de todos los pueblos en relación con el Reino.
Por
eso actúa Jesús primero sobre el oído, para cambiar la mentalidad. El pasaje
indica que los discípulos, al entrar en contacto con gente de otros pueblos
(orilla pagana del lago), muestran total cerrazón a todo lo no judío.
Ser
discípulos de Jesús, hoy, implica quitar la sordera, luchar contra las
ideologías que hacen diferencias y
producen discriminación y enfrentamiento entre las personas grupos pueblos y
religiones.
Ser
discípulos de Jesús, hoy, abrir la boca en defensa de todos los grupos
marginados y discriminados: En este día levantar la voz en defensa de los
migrantes.
Ser
discípulos de Jesús, hoy, esforzarnos por construir fraternidad, asumiendo juntos
nuestra responsabilidad social, buscando juntos el bien de todos, desde
nuestras colonias y barrios hasta en nuestros municipios.
Cosme
Carlos Ríos
Septiembre
o5 2015
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