Buscar
a Dios en el camino de la vida
Muchos creyentes buscamos a Dios en lo grande, en
lo extraordinario y nos cuesta descubrir a Dios en el sufrimiento de la lucha y
en las cosas y personas pequeñas.
Pretendemos hacer cosas extraordinarias con
nuestras propias fuerzas y se nos olvida buscar en Dios la fuerza necesaria
para la lucha difícil en la construcción del Reino
El relato sobre el profeta Elías está sumamente
cuidado y lleno de detalles que hacen de esta simple huida algo más profundo y
simbólico.
Las alusiones al desierto, a los padres, a los
cuarenta días y cuarenta noches de camino, al alimento, al monte de Dios, nos
hacen reconocer en el camino de Elías el camino inverso al que realizó Israel
en el éxodo.
No es sólo una huida; es también una búsqueda de
las raíces del pueblo que terminará en un encuentro con Dios.
Elías, desanimado por el fracaso en la lucha por
la fidelidad a Yahvé huye, porque considera que «no es mejor que sus padres» en
el trabajar por el reino de Dios y es mejor reunirse con ellos en la tumba.
Con el pan y el agua, Elías realiza su propio
éxodo y llega al encuentro con Dios.
Este episodio de Elías nos habla del camino, de
las tareas demasiado grandes para hacerlas con las propias fuerzas y de la
necesidad de caminar apoyados en las fuerzas del alimento que nos mantiene.
El
evangelio de Juan comienza hoy con el escándalo que se produce en los judíos
porque Jesús se equipara al pan; pero más aún porque dice que ha “bajado del
cielo”.
Para
ellos esto no tiene explicación, puesto que conocen a Jesús desde su infancia y
saben quiénes son sus padres.
Para
ellos su vecino Jesús, no guarda relación alguna con las promesas del Padre y
con su proyecto de justicia revelado desde antiguo.
Juan
nos da a conocer una dimensión más profunda de la persona y de la obra de
Jesús. En primer lugar, la adhesión a Jesús es obra también de Dios; es él
mismo quien suscita la fe del creyente y lo atrae a través de su hijo.
Conocer
a Jesús: su humanidad, es apenas un
primer paso; pero aceptarlo como enviado del Padre exige un despojarse
totalmente para poder encontrar en él el camino que conduce al Padre.
Sólo
este segundo momento permite descubrir que Dios se está revelando en Jesús tal
cual es; esto es, un Dios íntimamente comprometido con la vida del ser humano y
su quehacer.
Como
la lucha de Elías, nuestra vida es una búsqueda y una lucha permanente por ser
fieles a Jesús en la construcción del Reino de amor, de justicia de paz y de
verdad.
Como
Elías nos cansamos y nos desanimamos, pero, como él, buscamos a Dios y el
alimento que nos hace fuertes para caminar en el camino del Reino.
Como
los judíos del Evangelio de hoy tenemos
dificultad para ver a Dios en las personas y en las cosas pequeñas; nos hace
falta un lente más potente, el lente de la fé que nos permite ver más fondo.
Para
seguir caminando en la construcción del Reino necesitamos alimentarnos de
Jesús, pan de vida: pan-Palabra, pan-Eucaristía
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