15 de agosto de 2015

Alimentarnos de Jesús es hacer nuestro
El proyecto del Reino

Muchos cristianos participan en la celebración de la Eucaristía y Participamos en la Comunión, pero no nos comprometemos en la lucha por la justicia, ni en la defensa de los pobres

En esta lectura del libro de los Proverbios se presenta la sabiduría personificada, sumamente activa, preparando un suntuosa morada.
Construida la casa, prepara el banquete: hace matar las víctimas y mezcla el vino. Ninguna de las dos cosas puede faltar en un banquete.
Este, que simboliza a veces en la Sagrada Escritura el reino de los cielos, es aquí figura de los bienes que comunica la sabiduría.
La descripción de la casa de la sabiduría y del banquete que ofrece, parece aludir al Templo y a los banquetes rituales o comidas sagradas, comunes en la religiosidad judía.
Todos están llamados a entrar en un camino de sabiduría, los ricos y los pobres, los que son inteligentes y los que no lo son.
La lectura del Evangelio de Juan que leemos hoy está considerada por los estudiosos bíblicos como una homilía basada en las enseñanzas de Jesús, pero elaborada más tarde por un predicador cristiano inspirado por el Espíritu Santo.
En este sentido, todo el discurso del Pan de Vida viene del Señor. El texto señala a los lectores de hoy las dificultades que sentían los judíos al oir las palabras de Jesús.
El discurso está basado en varias lecturas del Antiguo Testamento que se refieren al “alimento bajado del cielo que satisface el hambre del pueblo y al maná, pan celestial”.
Cuando somos alimentados con la Eucaristía renovamos nuestro compromiso de servir a Cristo en aquellos que tienen hambre de alimentos o de una vida digna.
Los cristianos estamos llamados a participar de lleno en la vida de Cristo. A través de la Eucaristía somos uno con él y con los demás.
Alimentarnos de Jesús es volver a lo más simple y más auténtico de su Evangelio; interiorizar sus actitudes más básicas y esenciales; encender en nosotros el instinto de vivir como él; despertar nuestra conciencia de discípulos y seguidores para hacer de él el centro de nuestra vida.

Participar en el banquete de Jesús implica para nosotros asumir el proyecto de Jesús: El reinado de Dios, luchar por un mundo de amor, de justicia, de paz, de libertad.
Participar en el banquete de Jesús implica para nosotros hacer una clara opción por los pobres, que se manifiesta en nuestros hechos y en nuestras palabras
Participar en el banquete de Jesús implica para nosotros quitar los obstáculos que impiden la unidad en la familia, en la sociedad y en la misma Iglesia.
Participar en el banquete de Jesús implica para nosotros luchar por el respeto a toda persona y por el diálogo que hagan posible la unidad y la colaboración
Cosme Carlos Ríos
Agosto 15 del 2015




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