3 de enero de 2015

Epifanía: Jesús, Dios para todos

Muchas instituciones y grupos religiosos hacemos alarde de ser los consentidos de Dios y criticamos y atacamos a los que no pertenecen a nuestra institución o grupo.
Ofrecemos la gracia, los dones de Dios, sólo a los de nuestro grupo u organización y no nos consideramos un pueblo elegido por Dios como instrumento para que sus dones, su gracia, lleguen a todos.

La época en que se escribe la parte del libro del profeta Isaías que leemos hoy, corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia.
Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados, las murallas derruidas y el templo, el lugar de Yahvé, incendiado.
Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos
Dejaron de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la actuación de Yahvé.
Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo.
Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey, hará que el templo se convierta en instrumento para que todos los pueblos de la tierra vengan a adorar a Yahvé.
Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel como luz de las naciones.
Mateo, en el episodio de la adoración de los Magos, adelanta una de las enseñanzas centrales de la predicación de Jesús: «que los paganos, mediante el Mesías Jesús y gracias a la buena noticia, entran en la misma herencia, forman un mismo cuerpo y tienen parte en la misma promesa»
Es decir: que todo hombre, sea cual sea su origen, el color de su piel, la lengua en la que se exprese o el lado de la frontera en el que haya nacido, o por la religión que profese, está llamado a incorporarse al proyecto de convertir este mundo en un mundo de herma¬nos.
Eso es lo que nos quiere explicar Mateo con la historia de estos extranjeros que se acercan a rendir homenaje al recién nacido: que Dios no hace diferencias entre los hombres ni por la raza, ni por la nación, ni por la cultura, ni por la religión.

Celebrar la Epifanía, el misterio de este día, implica para nosotros dejar de sentirnos el pueblo más amado por Dios y considerarnos pueblo elegido para ser instrumento de Dios para que sus dones, su Buena Noticia llegue a toda la humanidad.
Celebrar la Epifanía, el misterio de este día, implica para nosotros un respeto profundo para todos aquellos que con sinceridad y a su manera buscan hacer lo que Dios quiere.
Celebrar la Epifanía, el misterio de este día, implica para nosotros poner como prioritario en nuestros planes de año nuevo el ofrecer los dones, la gracia de Dios a los alejados ya aquellos a quienes nosotros y la sociedad marginamos.
Celebrar la Epifanía, el misterio de este día, implica para nosotros en el año que comienza, hacernos presentes en nombre de Jesús que es la Luz, ahí, donde se encuentran el dolor, la angustia y la desesperanza.
Feliz día de Epifanía
Cosme Carlos Ríos
Enero 03 2014

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