15 de junio de 2013


El amor base para cumplir, leyes, normas o costumbres

Prácticamente en todas las iglesias educamos a la gente para el cumplimiento de leyes, normas y costumbres, pero pocas veces insistimos en que esa observancia tiene que nacer del amor.

Casi todos, en nuestra experiencia religiosa, respetamos poco y hasta despreciamos a las mujeres que se dedican al oficio más antiguo de la humanidad.

Los pastores utilizamos un lenguaje muy profesional, que muchas veces no es comprendido por el pueblo sencillo, y nos quedamos con la conciencia de que ya les explicamos con claridad, (para nosotros, claro, pero no  siempre para el pueblo).

 

David es un pastor, que mediante sus actos de guerra, ha logrado obtener el poder y el reino sobre las doce tribus de Israel.

Este poder lo hace sentirse dueño de las personas, por lo que utiliza para satisfacer su lujuria a la esposa de uno de sus soldados.

Como ella le comunica al rey que ha quedado encinta, el rey decide deshacerse del soldado, poniéndolo en el lugar más peligroso de la batalla para que muera.

El profeta Natán, enviado por Dios, le hace ver que el poder y la riqueza de que ahora goza, son don de Dios y le echa en cara el abuso que ha hecho del poder. David reconoce su pecado y Dios le concede su perdón.

Mientras Jesús participa en una comida en casa del fariseo Simón, una mujer de la ciudad, considerada como pecadora, entra en el comedor y se sitúa a los pies de Jesús.

Con sus lágrimas riega los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, para luego ungírselos con perfume de nardo.

Los artículos que usa; su cabellera, sus ojos y su perfume han sido empleados para seducir, pero en esta ocasión, tienen un uso diferente le sirven para mostrar su arrepentimiento y la muestra del amor auténtico que siente por el profeta Jesús.

Los comensales piensan que Jesús no tiene nada de profeta, ya que no es capaz de distinguir a una mujerzuela: Jesús interviene dirigiéndose al fariseo.

Le pone una comparación en la que lo obliga a contestar que, “ama más aquel a quien más se le ha perdonado”.

Luego pone en contraste al fariseo con la mujer: a él le reprocha la falta de atenciones que ha tenido para con Jesús, mientras que la mujer se ha desbordado en atenciones por el mucho amor que ha mostrado.

Concluye Jesús que los muchos pecados de la mujer le son perdonados por el mucho amor que ha mostrado,

 

Mirar como Jesús y valorar como Jesús implica para nosotros, la gente religiosa, insistir en el amor de modo que este sea el motor de la observancia de leyes, costumbres o normas.

Mirar como Jesús y valorar como Jesús implica para nosotros, la gente religiosa, valorar a las mujeres por la dignidad de hijas de Dios que tienen, y no por el oficio que desempeñan.

Las comparaciones que usan Natán y Jesús nos han de servir de ejemplo sobre la forma sencilla en que  tenemos que explicar al pueblo las normas, costumbres o reglas

CCR 

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