Para vivir el Concilio
Tomado de José María Vigil
Somos pueblo de Dios
Textos conciliares
LG 9: Es voluntad de Dios salvar a los hombres no aisladamente, sino formando un pueblo.
Características descriptivas del nuevo pueblo de Dios.
LG 12: El pueblo de Dios participa de la función profética de Cristo. Por su «sensus fídei» no puede equivocarse cuando todo él cree en materia de fe y costumbres. El Espíritu suscita y mantiene este sentido de la fe. El mismo Espíritu distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, según él quiere. «A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad».
LG 32: Común dignidad de todos los miembros del pueblo de Dios.
AG 37: El pueblo de Dios vive en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que en cierto modo se hace visible.
GS 32: Desde el comienzo de la historia de la salvación Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de una determinada comunidad.
GS 30: Urge superar una ética meramente individualista.
Palabra de Dios
Ex 19,3-8: Vosotros seréis mi pueblo. Antigua alianza.
Rom 12,4-8: Como en el cuerpo, unos miembros al servicio de otros.
1 Pe 4,10: El don que cada uno ha recibido póngalo al servicio de los otros.
He 2,42-47; 4,32-35: La primitiva comunidad cristiana. —
Mt 20,25-28: El primero, que sea el servidor de todos.
Jer 31,31-34: Una alianza nueva.
1 Cor 12,4-11: Muchos carismas, un mismo Espíritu.
Ef 4,11-13: A unos los hizo apóstoles, a otros profetas, a otros...
1 Pe 2,4-5.9-10: Linaje elegido, sacerdocio real, pueblo adquirido por Dios.
Mt 18,20: Donde están dos o más reunidos en mi nombre.
Cuestiones para el diálogo
¿Qué predomina hoy en la iglesia, en su organización; la línea vertical o la horizontal, la autoridad o la participación?
¿Qué nos falta todavía por desarrollar de esa verdad fundamental de que la iglesia es el pueblo de Dios?
Reflexión
1. El ordenamiento de los capítulos de la Lumen Gentium es algo del todo intencionado, y por lo mismo muy elocuente. Sólo en la última redacción se llegó al orden actual. En las redacciones anteriores, tras el primer capítulo, dedicado al misterio de la iglesia, venía el segundo, dedicado a la jerarquía, y sólo entonces venía el capítulo tercero, «sobre el pueblo de Dios, y especialmente sobre los laicos».
Según este antiguo ordenamiento, que representa claramente la visión eclesiológica preconciliar, la jerarquía quedaba como descolgada y fuera del pueblo de Dios, y este pueblo de Dios venía a significar la parte popular o plebeya de la iglesia.
Fue en la última redacción donde se hizo el cambio de ordenamiento, elocuente por sí mismo. Después del misterio de la Iglesia como primer capítulo se pasa a tratar del pueblo de Dios, que no es como una parte de la iglesia, la parte popular, sino que es la iglesia toda en su conjunto. Ser cristiano es ser miembro del pueblo de Dios. Y eso es lo realmente importante y sustancial para un cristiano, con todo lo que entraña. Lo demás será siempre de segundo orden.
2. Emergió a primer plano la imagen bíblica de pueblo de Dios. Es la imagen bíblica más simple y más directa, común en el Antiguo Testamento, que pasa al Nuevo a través sobre todo de la primera carta de san Pedro. Siendo una imagen bíblica, sitúa a la iglesia dentro de la trayectoria de la historia de la salvación. Expresa esencialmente su carácter comunitario.Evoca espontáneamente la dimensión histórica de la iglesia peregrina.
3. El Concilio hace en este tema afirmaciones transcendentales,
siendo una de ellas la de que Dios no quiere salvar a los hombres sin conexión de unos con otros, sino constituyendo un pueblo. Se supera la clásica visión individualista de la salvación.
No nos salvamos solos, sino comunitariamente, formando pueblo.
La salvación es comunitaria y se debe vivir comunitariamente.
Queda ahí un largo camino por andar: una secular tradición individualista no se transforma en sentido comunitario en poco tiempo.
Todavía hoy, vivir la fe desde una verdadera comunidad cristiana es algo generalmente minoritario en la Iglesia.
4. Sólo dentro de la perspectiva del pueblo de Dios adquieren su verdadero sentido las funciones y ministerios con los que el Espíritu le ha dotado.
y todos los carismas que el Espíritu suscita tienen sentido dentro de la comunidad y al servicio del pueblo de Dios. Todo otro planteamiento es reminiscencia de una eclesiología periclitada, preconciliar.
Examen
¿Tenemos de verdad sentido comunitario?
¿Qué carisma me ha dado a mí el Espíritu para servicio de la comunidad? ¿Lo pongo verdaderamente a su servicio?
¿Consentimos entre todos el clericalismo, la «casta» sacerdotal, el alejamiento burocrático de la administración y gobierno de la iglesia?
¿Tenemos ya en nuestra comunidad cristiana consejo pastoral? En su caso, ¿hemos hecho algo por propiciar que se cree?
Conversión
Fomentar en nuestro ámbito los grupos comunitarios, por encima de una pastoral de masas, de parroquias simplemente geográficas...
Dar participación a todos en la comunidad cristiana.
Orar por todos los que tienen algún ministerio en la comunidad cristiana, para que siempre lo ejerzan como servicio y nunca como dominio.
Preces
Por la gran masa de cristianos que aún vive su fe con total individualismo, sin pertenencia real a ninguna comunidad.
Por las muchas «comunidades eclesiales de base», para que se extienda el sentido comunitario del que dan ejemplo.
Por los «nuevos ministerios» que surgen en dichas comunidades, para que sirvan de renovación de la iglesia universal.
Por la iglesia que surge y se consolida entre los pobres y clases populares de América Latina.
Por los «consejos pastorales» y demás órganos de participación que ya funcionan en tantas comunidades.
Para que se haga cada vez más evidente que ser cristiano es vivir en comunidad el anuncio y la construcción del reino de Dios.
Oración
Dios, Padre nuestro, tú no quieres salvar a los hombres aisladamente, sino constituyendo un pueblo. Danos conciencia de nuestra responsabilidad cristiana, para que lleguemos a hacer de todos los hombres una misma familia, una sola comunidad, el único y total pueblo de Dios. Por J. n. S.
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