Nuestros actos de culto (Eucaristías, Horas Santas) presentan a un Dios lleno de grandeza; pocas veces nuestras celebraciones son una preocupación por los débiles y oprimidos.
Muchos ministros de la Iglesia, en nuestra forma de vida, en nuestras pertenencias, damos apariencia de poder y de riqueza y buscamos la amistad de las personas con poder o riqueza.
Le interpretamos al pueblo la palabra de Dios, pero no le proporcionamos los medios para que el mismo pueblo descubra e interprete la voz de Dios.
¿En qué se parece este Jesús, esta Iglesia, este creyente al Jesús que aparece en el Evangelio de hoy?
Marcos nos presenta a Jesús hoy, como el Mesías, el ungido, el consagrado para una misión: Anunciar como Buena Noticia el Reinado de Dios, donde Dios sea reconocido en la práctica, como Padre, y nosotros actúemos como hermanos.
Jesús es el que provoca el rechazo de los ancianos, los jefes de las familias más ricas e influyentes de Jerusalén, pues Jesús ha proclamado que un rico tiene un estorbo mayor que la joroba de un camello para entrar en el Reino.
Jesús es el que provoca el rechazo de los sumos sacerdotes que, manipulando el nombre de Dios, ejercen un culto comercializado, que explota al pueblo, sobre todo a los más pobres.
Jesús es el que provoca el rechazo de los escribas y fariseos que, dejando de insistir en lo profundo de la ley, la interpretan de una manera que excluye, margina y oprime. De esta manera interpretan el sábado, el ayuno y muchas leyes de pureza.
Jesús es el que provoca el rechazo de Pedro que piensa en un Mesías poderoso que se impondrá sobre todos.
Para ser Iglesia de Jesús tenemos que pasar de una Iglesia preocupada sólo por un culto grandioso en lo exterior, a una Iglesia que vive la compasión de Jesús hacia los más débiles y necesitados.
Para ser ministros de Jesús tenemos que pasar de ser gente cercana a los grandes de la economía y de la política a ser ministros cercanos al pueblo que comparten sus dolores y que viven con la misma sencillez que el pueblo
Para ser Iglesia de Jesús tenemos que proporcionar al pueblo los medios para que pueda leer e interpretar la palabra de Dios.
Para ser discípulos de Jesús hoy tenemos que esforzarnos en meditar y profundizar los textos del Evangelio que nos hablan de la Cruz y Resurrección de Jesús para que sean nuestra norma de vida
Apoyemos el movimiento ciudadano por la paz
CCR
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