3 de octubre de 2015


Dios creó al varón y a la mujer iguales en dignidad
El machismo,  que privilegia los derechos del varón sobre los derechos de la mujer, ha dominado en gran parte de la historia de la humanidad y perdura hasta nuestros días.
Indebidamente se considera a la mujer como propiedad del varón, como si no fuera persona, sino animal o cosa.
Recientemente se está luchando por una liberación femenina, que de alguna manera exige el respeto a la dignidad y los derechos de la mujer.

El relato del Génesis que leemos hoy proviene de una fuente llamada Yahvista; es una lectura teológica de la historia.
El relato de hoy constituye una crítica velada a los desmanes del rey Salomón. Velada porque corría el riesgo de ser reprimido por las iras de Salomón.
500 años después, cuando ya no había el riesgo de represión, el 1 libro de los Reyes dice: Salomón  tuvo 700 mujeres que eran princesas y 300 concubinas. Salomón (1Re 11:3)
El texto que leemos pone en labios del varón esta expresión: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque la han sacado del Hombre. Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne.
Dos cosas quedan claras: El hombre reconoce a su mujer como alguien de su misma dignidad (No lo había encontrado en todos los animales)
Varón y mujer están llamados a complementarse: a ser una sola cosa.
En el Evangelio de forma tendenciosa le plantean una pregunta a Jesús. La pregunta es tendenciosa porque esperan que Jesús se ponga de su parte legitimando el supuesto privilegio del varón sobre la mujer.
Jesús los remite a la ley de Moisés que ellos interpretan de una manera muy laxa. Jesús les responde que el repudio es una tolerancia de la ley porque son muy duros de corazón pero que al principio no fue así: “Al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer;" por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo.
Jesús resalta que Dios creó al hombre y a la mujer y que los dos serán una sola cosa.

Antes que meternos en la casuística del divorcio hemos de reconocer la igual dignidad entre el varón y la mujer, entre los varones y las mujeres, lo cual exige respeto de unos para otras.
Para que el matrimonio sea válido es necesario que se construya sobre la base del amor, que produce el respeto mutuo y que se sigue construyendo mediante el diálogo y la colaboración.
La unidad que se construye sólo sobre la base de la observancia de la ley carece de un sólido cimiento y pone en riesgo la estabilidad del matrimonio.
La preocupación de los casados más que el divorcio tiene que ser el formar una familia con sólidos cimientos, el fundamental es el profundo amor y respeto a Dios que es nuestro Padre
Construimos familias con cimiento cuando nos esforzamos por respetarnos, pues resulta muy difícil reconstruir cuando nos faltamos al respeto.
Porque respetamos a la pareja, buscamos la forma de tomar decisiones, juntos y esto requiere el diálogo respetuoso en el que ambos escuchamos, ambos hablamos y llegamos a ponernos de acuerdo.

Cosme Carlos Ríos
Octubre 03 2015





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