17 de octubre de 2015

Todos los bautizados somos enviados a la misión
Mostrando la misericordia de distintas formas
Estamos acostumbrados a pensar que la actividad misionera es obra sólo se algunas personas muy arriesgadas y comprometidas.
Acostumbramos pensar que la misión se dirige a personas o pueblos subdesarrollados. Y que el misionero es una persona sumamente preparada para anunciar el Evangelio.
No nos queda claro que vivir la misericordia es la forma más sencilla de ser misionero

El Domingo mundial de las misiones nos ofrece una oportunidad para clarificar nuestras ideas e impulsarnos a vivir como parte de una Iglesia misionera.
La palabra misión viene del latín y significa envío. Los evangelios nos presentan a Jesús como el primer enviado, el enviado del Padre.
Jesús comienza su misión en la Galilea, que en su tiempo era considerada tierra de paganos (La periferia).
 Jesús se presenta como el  que trae la Buena Noticia del Reinado de Dios. Jesús invita a cambiar de vida y de corazón.
En la sinagoga de Nazaret Jesús presenta su programa, se presenta como consagrado por el Espíritu del Señor para una misión.
En esta misión aparecen como destinatarios, los pobres, los ciegos, los oprimidos y los cautivos. (Nuevamente, los que viven en la periferia social)
En los últimos versos del Evangelio de San Mateo, Jesús envía a sus seguidores a que hagan que todos los pueblos se conviertan en discípulos del mismo Jesús.
Estos discípulos representan a la comunidad de seguidores de Jesús a la que hoy llamamos Iglesia.
El bautismo es el signo por el cual nos convertimos en discípulos de Jesucristo y miembros de la Iglesia y de esta manera participamos de la misión que Jesús confió a sus discípulos.
El bautismo es el Sacramento que nos iguala a todos al darnos la común dignidad de hijos de Dios, miembros de la Iglesia y partícipes de la misión. El Orden sacerdotal y los votos religiosos consagran para un aspecto específico en la misión.
Ser misionero es algo esencial a todos los bautizados, pero cada uno lo ha de realizar conforme a su propio estado de vida y a sus propias posibilidades.
La primer forma de ser misioneros es nuestro testimonio, nuestra forma de vida en la que, a ejemplo de Jesús nos esforzamos por vivir la misericordia.

Ser misioneros hoy, implica para nosotros, mostrar con hechos la misericordia, a las personas que vienen de lejos a acompañar a sus enfermos graves en los hospitales de nuestra ciudad.
Ser misioneros hoy, implica para nosotros hoy, mostrar la misericordia hacia los adictos, de distinto orden, teniendo para con ellos actitudes de respeto.
Ser misioneros hoy, implica para nosotros hoy, mostrar la misericordia  y respeto para con las personas que se encuentran en nuestras prisiones, con frecuencia inocentes
Ser misioneros hoy, implica para nosotros, a ejemplo del Papa Francisco, organizarnos para ofrecer cada semana una comida caliente a las personas que viven en la calle, o no tienen qué comer o quién les prepare algo caliente, sobre todos los niños vecinos, cuyas mamás trabajan
Cosme Carlos Ríos

Octubre 17 del 2015

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