10 de octubre de 2015

Construyamos la hermandad
Seamos solidarios, evitemos la acumulación

1.300 millones de pobres viven en el mundo, según estimaciones del Banco Mundial.
Los 20 países más pobres del mundo se encuentran en el continente africano, encabezados por Ruanda, Guinea, Bénin, Tanzania, Costa de Marfil, Zambia, Malawi, Angola y Chad.
La pobreza es una situación en que una persona no tiene acceso a los recursos básicos: trabajo, alimentos, vivienda...

 La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, expresa la preferencia de la Sabiduría frente a todos los bienes de la tierra.
El sabio pone en la plegaria de Salomón la superioridad de los valores espirituales sobre los materiales, supeditándolos todos al don de la sabiduría y la prudencia para el gobierno de su pueblo.
El evangelio  nos dice que: Para seguir a Jesús hay que aceptar algunas exigen­cias.
Para Jesús, la causa de la desgracia y el sufri­miento de los pobres y de los humillados está en los ricos y poderosos: Dios no hace pobres a los pobres y ricos a los ricos.
Son los que se enriquecen, los que, al acumular lo que a otros les falta, empobrecen a la mayoría
En 1979 los Obispos de América latina, al analizar el fenómeno de la pobreza declaran que esto no es una etapa casual sino el producto de situaciones económicas, sociales y políticas  que por estar impregnadas de materialismo producen ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres (Documento de Puebla # 30
Cuando Jesús invita a alguien a unirse a él, lo está invitando a incorporarse a la tarea de construir el reino de Dios, y el reino de Dios no es otra cosa que una nueva manera de convivencia humanas según el plan de Dios, una convivencia basada en la justicia, en la igualdad, en el servicio por amor.
Y no se puede construir la justicia desde la riqueza, que es efecto y causa de injusticias.
Hay que tener muy claro en qué consiste el reino de Dios. Los que están interesados en que las cosas no cambien aquí abajo se han empeñado en identificar el reino de Dios con «el cielo», mandándolo todo a la otra vida, a la otra historia, al otro mundo.
Pero, según el evangelio, el proyecto de Dios que Jesús nos da a conocer es, primero, para este tiempo. El reino de Dios es, primero, este mundo organizado según el plan de Dios.
Jesús viene a enseñarnos el método para hacer de este mundo un mundo feliz; Jesús viene a enseñarnos a cambiar este mun­do en un mundo de hermanos.
La opción por la pobreza o, lo que es lo mismo, la renuncia a la riqueza, no es una virtud con la que conseguir méritos para el cielo; es una opción cuyo objetivo es cambiar la situación de sufri­miento de los pobres y oprimidos de la tierra por otra situación en la que nadie sufra, en la que a nadie le falte nada.
Lo que Dios quiere no es que repartamos el sufrimiento, que compar­tamos la miseria, sino que construyamos un mundo en el que todos gocemos del amor  y de los bienes de la tierra. Y todos iguales, sin primeros ni últimos.
Sólo podemos entender la persona, la palabra y la propuesta de Jesús si partimos de que Dios es un Padre misericordioso
En la oración, Jesús nos enseñó a llamar a Jesús Padre nuestro y por lo mismo un padre que nos incluye a todos y que quiere que construyamos la hermandad.
Las Buenas Noticias de Jesús tienen como privilegiados a los que se encuentran en las periferias, como podemos constatar en las Bienaventuranzas y en el programa que Jesús presenta en la sinagoga de Nazaret. Los que se encuentran en las periferias son señal de que no vivimos la hermandad querida por Dios.
La denuncia de Jesús contra los que acumulan la riqueza tiene como punto de partida el que se con ello se rompe la hermandad porque mientras unos tienen de más, otros carecen de lo necesario.
La acción de Jesús que vive la hermandad, privilegia siempre a las personas que viven en situaciones de periferia: Los leprosos, los poseídos de espíritus inmundos, los ciegos, los sordos, los paralíticos, las mujeres, los niños…

Siguiendo la recomendación de Jesús seamos hermanos evitando la acumulación de bienes y de poder porque otros hermanos necesitan lo que nosotros tenemos de más
Escuchando a Jesús, busquemos información sobre la situación de los más pobres de nuestro país y de las causas concretas que producen ese mal
Tomando en cuenta a las personas que viven en las periferias de nuestra ciudad, como ciudadanos creyentes, busquemos los caminos, la organización para que ningún hermano de4 nuestro entorno carezca de lo necesario para una vida digna
Octubre 10 del 2015
Cosme Carlos Ríos






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