Testigos de Jesús
Nos fascinamos
con facilidad ante las grandes obras de nuestro mundo: la revolución
tecnológica, las grandes construcciones etc.
Los desastres
naturales, la violencia y la inseguridad pública hacen que el pueblo viva en un
temor permanente. El comercio de armas y el tráfico de droga campean a sus
anchas.
Muchos seudo
creyentes interpretan esta situación como castigo de Dios por la maldad de los
hombres
Para evitar
conflictos con las autoridades que toleran o son cómplices de esta situación,
los pastores de Iglesia preferimos callar en vez de dar un testimonio de lucha
contra estas situaciones de muerte.
Estamos en el
final del año litúrgico, lo cerraremos el próximo domingo con la solemnidad de
Jesucristo, Rey del universo; por eso las lecturas de hoy tienen un sabor de
final.
Para una correcta interpretación de este y de otros textos semejantes
es importante tener ideas claras sobre la apocalíptica.
Esta es una corriente de pensamiento, que frente a los graves
problemas, intenta fortalecer la esperanza del pueblo sencillo: habla más por
medio de imágenes que de palabras, y casi siempre presenta una intervención
inmediata de Dios.
El profeta
Malaquías actuó alrededor del año 465 a. C. y en su momento la comunidad que
había regresado del exilio vivía una fuerte apatía en cuanto al culto, los
sacrificios, la observancia de la ley y la justicia social.
Este libro fue
escrito por sacerdotes levitas que participaban en el culto y su objetivo era
denunciar la apatía de la comunidad judía especialmente los responsables del
culto.
En el texto
que leemos hoy anuncia una intervención especial de Dios: El día de Yahvé, en el que todos los
arrogantes y los que hacen el mal serán como paja, pero para los justos brillará
el sol de justicia que trae la salvación.
Encontramos a Jesús en su etapa final y hoy frente a la construcción
del suntuoso templo de Jerusalén, obra del rey Herodes el grande.
El templo majestuoso, además de ser una obra monumental, era el
símbolo del sistema judío en el que los grandes y de modo particular las
autoridades religiosas, sacerdote y maestros de la ley oprimían y explotaban al
pueblo.
Ante la admiración de algunos por la grandiosidad
del Templo Jesús propone:
De todo
lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será
destruido".
A la pregunta sobre la fecha Jesús responde: Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque
muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo
está cerca'. No los sigan.
Asimismo Jesús anuncia que sus discípulos serán
víctima de persecución por fidelidad a la misión.
Vivir la esperanza ante los problemas personales
y sociales significa para nosotros no poner la confianza en las grandes obras
de Dios, sino confiar incondicionalmente en la propuesta y en la acción
salvadora de Jesús.
Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa
para nosotros, como testigos de Jesús, luchar con hechos y palabras, frente las
situaciones de muerte que estamos viviendo: tráfico de drogas y de armas.
Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa
para nosotros confortar a las víctimas del tráfico de armas y de drogas.
Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa
para nosotros realizar esta lucha en forma solidaria como una verdadera lucha
por la construcción del reino.
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