16 de noviembre de 2013


Testigos de Jesús

 

Nos fascinamos con facilidad ante las grandes obras de nuestro mundo: la revolución tecnológica, las grandes construcciones etc.

Los desastres naturales, la violencia y la inseguridad pública hacen que el pueblo viva en un temor permanente. El comercio de armas y el tráfico de droga campean a sus anchas.

Muchos seudo creyentes interpretan esta situación como castigo de Dios por la maldad de los hombres

Para evitar conflictos con las autoridades que toleran o son cómplices de esta situación, los pastores de Iglesia preferimos callar en vez de dar un testimonio de lucha contra estas situaciones de muerte.

 

Estamos en el final del año litúrgico, lo cerraremos el próximo domingo con la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo; por eso las lecturas de hoy tienen un sabor de final.

Para una correcta interpretación de este y de otros textos semejantes es importante tener ideas claras sobre la apocalíptica.

Esta es una corriente de pensamiento, que frente a los graves problemas, intenta fortalecer la esperanza del pueblo sencillo: habla más por medio de imágenes que de palabras, y casi siempre presenta una intervención inmediata de Dios.

El profeta Malaquías actuó alrededor del año 465 a. C. y en su momento la comunidad que había regresado del exilio vivía una fuerte apatía en cuanto al culto, los sacrificios, la observancia de la ley y la justicia social.

Este libro fue escrito por sacerdotes levitas que participaban en el culto y su objetivo era denunciar la apatía de la comunidad judía especialmente los responsables del culto.

En el texto que leemos hoy anuncia una intervención especial de Dios: El día de Yahvé,  en el que todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja, pero para los justos brillará el sol de justicia que trae la salvación.

Encontramos a Jesús en su etapa final y hoy frente a la construcción del suntuoso templo de Jerusalén, obra del rey Herodes el grande.

El templo majestuoso, además de ser una obra monumental, era el símbolo del sistema judío en el que los grandes y de modo particular las autoridades religiosas, sacerdote y maestros de la ley oprimían y explotaban al pueblo.

Ante la admiración de algunos por la grandiosidad del Templo  Jesús propone: De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".

A la pregunta sobre la fecha Jesús responde: Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.

Asimismo Jesús anuncia que sus discípulos serán víctima de persecución por fidelidad a la misión.

 

Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa para nosotros no poner la confianza en las grandes obras de Dios, sino confiar incondicionalmente en la propuesta y en la acción salvadora de Jesús.

Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa para nosotros, como testigos de Jesús, luchar con hechos y palabras, frente las situaciones de muerte que estamos viviendo: tráfico de drogas y de armas.

Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa para nosotros confortar a las víctimas del tráfico de armas y de drogas.

Vivir la esperanza ante los problemas personales y sociales significa para nosotros realizar esta lucha en forma solidaria como una verdadera lucha por la construcción del reino.

 

 

 

 

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