30 de mayo de 2013


El cuerpo y la sangre de Cristo

Con el correr del tiempo, la Cena fraterna que estableció Jesús en memoria de su obra, la hemos ido convirtiendo en un ritual que poco tiene del ambiente fraterno vivido por el Nazareno.

Muchas personas asistimos a la celebración, pero muchas no participamos en el banquete porque se han introducido leyes y costumbres que excluyen de la participación.

El signo mismo de la Cena se expresa tan poco, que si no fuera por la tradición que hemos recibido, este signo (la hostia) sería insignificante (No tendría sentido).

Pocos de los que participan en la Cena del Señor salen con el compromiso de compartir y de vivir la solidaridad, frente al problema del hambre.

 

El texto que hoy leemos en el libro del Génesis, fue escrito a mucha distancia de los hechos, por lo que no podemos tomarlo como histórico, sino más bien tratar de descubrir su significado.

Melquisedec, rey de Salem (¿Jerusalén?) ofrece a Abraham, que regresa victorioso, un banquete de pan y vino y le da una bendición.

El pasaje de la 1ª. carta a  los corintios es el relato bíblico más antiguo que habla sobre la Cena del Señor Jesús.

Este pasaje ubica la Cena de Jesús “la noche en que iba a ser entregado” y por lo mismo nos refiere a las comidas que Jesús durante realizó durante su ministerio y se nos presenta como el testamento de Jesús.

El cuerpo de Jesús que hemos de comer es el que fue entregado y por lo mismo, al comerlo nos invita a una vida de entrega a la causa de Jesús, la Causa del Reino del amor de la justicia, la paz y la verdad.

La sangre que hemos de beber es la sangre que Jesús derramó por fidelidad al Padre y nos compromete a luchar hasta las últimas consecuencias por proclamar la Buena Notica de Jesús y vivir el amor misericordioso.

A la multitud que sigue a Jesús y que tiene hambre, los discípulos quieren despedirla, para que resuelva su problema mediante la compra, pero El les dice “Tienen ustedes que darles de comer”

Compartir es la forma que enseña Jesús y este compartir hace que quede resuelto el problema del hambre de la multitud y que aún sobre.

 

Celebrar la fiesta del Cuerpo de Jesús implica para nosotros entender que Jesús entregó su cuerpo al servicio del Padre y de los hermanos y que este tiene que ser el estilo de los que participamos en ella.

Celebrar la fiesta de la Sangre de Jesús implica para nosotros estar dispuesto a aguantar las críticas contradicciones y persecuciones que nos vengan por luchar por un mundo de justicia y hermandad.

Celebrar la fiesta del Cuerpo y de la sangre de Jesús implica para nosotros hacer que nuestras celebraciones sean realmente una Cena fraterna en la que todos nos conocemos, nos queremos y nos respetamos.

Celebrar la fiesta del Cuerpo y de la sangre de Jesús implica para nosotros vivir la solidaridad especialmente para con los que pasan hambre y evitar el desperdicio de los alimentos.

Celebrar la fiesta del Cuerpo y de la sangre de Jesús implica para nosotros luchar para que las empresas alimentarias utilicen precios que estén al alcance de todos.

CCR

No hay comentarios:

Publicar un comentario