Nuestra
identidad: Amar como Jesús nos amó
A
los católicos se nos identifica, por lo general porque asistimos a Misa, porque
tenemos imágenes, o por otros signos; es poco común que alguien nos distinga
por nuestra manera de amar a los demás.
Pocas
veces los que participamos en la Misa o leemos la Biblia, tenemos la
preocupación de anunciar a otros, con hechos y palabras la Buena Noticia de
Jesús resucitado.
Especialmente
en los últimos tiempos, hay entre nosotros, un ambiente de desilusión y pesimismo, poco
entusiasmo por pensar en un mundo más
justo y humano y casi ninguna lucha por transformar la realidad actual.
Una
de las principales causas por las que tantos cristianos abandonan la Iglesia
radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido
respecto al amor.
Con
frecuencia nuestras comunidades son campos de batalla donde nos enfrentamos
unos contra otros; donde no reconocemos en el otro la imagen de Dios. Y eso
afecta la fe y la buena voluntad de muchos creyentes
La
presencia del Resucitado impulsó a Pablo y a Bernabé a llevar la Buena Nueva de
Jesús desde Antioquía de Siria, hasta las regiones de Iconio, Listra y Derbe.
Están
terminando la primer etapa de su recorrido evangelizador y de regreso van
animando a los discípulos y animándolos a perseverar en la fé.
También
van ayudando a la organización de las comunidades y al regresar, reúnen a la
comunidad y cuentan lo que Dios ha hecho por medio de ellos y cómo se ha
abierto la puerta a los no judíos.
A
los cristianos perseguidos, el Apocalipsis les presenta la visión del encuentro
de la comunidad con su amado, como una nueva situación en la que ya no habrá
muerte ni duelo, ni penas ni llanto, porque dios enjugara todas las lágrimas.
Un
mundo nuevo de fraternidad, de justicia y de paz con Jesús, el cordero pascual,
en el centro,
El
evangelio nos presenta el testamento de Jesús, el mandamiento nuevo: “Que se amen los unos a los otros como yo los
he amado” “Por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.
Hay
necesidad de tomar conciencia de que nuestra principal identidad es amar como
Jesús nos amó.
Amar
como Jesús significa vivir su entrega y su espíritu de servicio. Amar como
Jesús significa optar por los más débiles y desprotegidos.
Significa
estar cerca de ellos y ser siempre para ellos una buena noticia, llevarles
consuelo y esperanza. Significa vivir siempre la misericordia.
Amaremos
como Jesús si salimos de nosotros mismos y nos acercamos a las personas y a los
ambientes para llevarles, con hechos y con palabras, la buena Nueva de Jesús
resucitado.
Amaremos
como Jesús si somos gente optimista, que sueña con un mundo donde haya vida
digna para todos, y lucha, haciendo lo posible para que esta realidad pueda
ser.
Amaremos
como Jesús si nuestra vida se distingue por la entrega y el espíritu de
servicio
CCR
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