Fidelidad a Jesús, a su palabra
Estamos acostumbrados a que los asuntos importantes
en la Iglesia los resuelvan las autoridades; tenemos miedo o desconfianza de hacerlo
en Asambleas; dejamos que los demás decidan por nosotros.
Nos consideramos discípulos de Jesús, afirmamos que
lo queremos, pero nos falta preguntarnos si conocemos y ponemos en práctica las
palabras que Él nos enseñó: su Evangelio.
A pesar de que profesamos que Dios está en todas
partes, nos encerramos en los templos para rendir culto a Dios: evidentemente
el templo es el lugar de la comunidad, pero, no el único.
En el capítulo 13, el libro de los Hechos nos
refiere que el Espíritu Santo pidió a la comunidad de Antioquía de Siria que les
separara a Pablo y a Bernabé para una misión.
Pablo y Bernabé emprenden el viaje misionero y
acuden en primer lugar a las sinagogas de los judíos, presentando la persona de
Jesús, su vida, su Muerte y Resurrección como único medio de salvación.
Los judíos, aferrados a que la salvación viene por
la observancia de la Ley de Moisés, rechazan la predicación de Pablo y Bernabé
y provocan una fuerte persecución en contra de ellos.
Entonces Pablo y Bernabé toman la firme
determinación de realizar su misión fuera del mundo Judío: ahí van formando pequeñas
comunidades a las que no se les exige la práctica de la circuncisión.
Regresan a su comunidad de Antioquía de Siria y
cuentan cómo Dios ha abierto a los paganos las puertas de la fé.
Esto, que para ellos era motivo de profunda alegría,
es escándalo para algunas personas venidas de Judea que piden que se les exija
la práctica de la circuncisión, provocando con ello una violenta discusión.
Para resolver el asunto se decide presentarlo a las
autoridades de Jerusalén, quienes deciden tratar el asunto en una asamblea.
La solución que salió de la Asamblea dice: “Hemos
decidido de común acuerdo” “El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos
decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables!.
Por fidelidad a la palabra de Jesús, se busca en Asamblea la respuesta a las nuevas
situaciones.
La
lectura del Apocalipsis que se nos
propone hoy, supone una verdadera revolución en la manera de entender las
relaciones del hombre con Dios.
En
la antigua religión el hombre tenía que salir del mundo profano y entrar en recintos sagrados para encontrarse con Dios: Dios no estaba más que en algunos lugares
consagrados a él.
A
partir de ahora todo será distinto.
Ya
no es necesario que haya templos, porque Dios ha elegido para vivir una
residencia nueva: el ser humano, la
persona que elige el amor como forma de vida, el grupo en el que se ha
establecido el amor como única norma de convivencia.
Es
la ciudad nueva que describe el libro del Apocalipsis:
Jesús
nos dice hoy: “El que me ama guardará mi
palabra” El dio en la clave: amarlo
a él equivale a guardar su palabra, llevándola a la práctica.
Y
su palabra, mensaje, no fue otra cosa que la fidelidad al pueblo por el que hay
que desvivirse; el servicio incondicional; la abolición de las nuevas
esclavitudes, la construcción de una sociedad diferente.
No
es fácil guardar esta palabra del Maestro. Supondrá una fuerte lucha contra los
que, desde arriba, traten de conservar sus privilegios; contra los que, desde
abajo, pretendan excusar o exculpar su pasividad; y contra los que, desde el
medio no toman partido,
Por
guardar la palabra del Padre, Jesús sufrió la persecución, el rechazo, la
soledad y el abandono de todos. Algo similar sucederá a
todos los que hayan
ligado su suerte a la del pueblo como Jesús.
Ser
fieles a la palabra de Jesús implica para nosotros, hoy, entender las nuevas
situaciones y los nuevos problemas por los que estamos pasando y buscar en
Asamblea la palabra orientadora de Jesús.
Ser
fieles a la palabra de Jesús implica para nosotros, hoy, rendir culto a Dios en
los diferentes lugares que manifiestan su presencia sobre todo en el ser
humano, principal imagen de Dios y en la comunidad que vive el amor de Jesús.
Ser
fieles a la palabra de Jesús implica para nosotros, hoy, esforzarnos por
conocer la Palabra de Jesús en el Evangelio y convertirla en norma de nuestra
vida
Cosme
Carlos Ríos
Abril
29 del 2016