2 de enero de 2016

Dios de todos
Salvación para todos

Hay en los grupos religiosos, una tendencia, una tentación de sentirse los únicos amados, los únicos elegidos por Dios y de ahí nace un desinterés y en ocasiones, un desprecio hacia los demás.
La actividad misionera, de salir al encuentro de los hermanos para mostrarles el amor de Jesucristo, se restringe mucho, pues suele dirigirse sólo a los que de alguna manera pertenecen a nuestra comunidad o congregación

Celebramos hoy la fiesta de la Epifanía, palabra que significa “manifestación”: Dios revela, manifiesta a todos los pueblos, el nacimiento del Salvador.
·                         El texto de Isaías que leemos hoy, presenta promesas de salvación para Jerusalén; esto nos hace pensar que fue escrito para alentar al pueblo desterrado en Babilonia, mostrándole la gloria que tendrá la ciudad capital.
La ciudad, que está caída, su templo destruido, sus murallas   arrasadas y los grandes del pueblo desterrados, son invitados a ponerse en pie, a brillar.
Mientras que todos los pueblos andan en tinieblas, sobre Jerusalén brillará la gloria del Señor. Jerusalén se convertirá en el centro al que acudirán todos los pueblos.
A partir de ese momento, Jerusalén, la capital del pueblo, ciudad de paz, instrumento de Dios, será luz, no sólo para los judíos, sino para todos los pueblos.

·                        El autor de la carta a los efesios recuerda que el Mesías esperado por los judíos vino también para los paganos. Éste es un gran secreto que Dios tuvo guardado durante muchos siglos.
Ahora queda claro que, la riqueza de Cristo se desborda y se reparte a todos.
La continua insistencia  en la misión, refleja  una de las preocupaciones misioneras más importantes de la Iglesia primitiva: la ruptura de las barreras que existían entre judíos y paganos, y el destino de ambos pueblos a formar un solo cuerpo en Cristo.
Hoy, el horizonte misionero, se ha ampliado para abarcar el diálogo y la armonía con las grandes religiones y culturas del mundo con todas las consecuencias sociales, económicas y políticas.
Hoy, el horizonte misionero abarca también la promoción de la igualdad y de la justicia entre los pueblos, la lucha por la concordia y la solidaridad, denunciando todo lo que divide, fragmenta y oprime a la familia humana.
·                        Desde las primeras generaciones cristianas hubo relatos populares que trataban de decir todo lo que no se sabía de Jesús y que no se encontraba en los Evangelios.
Y esto se parecía mucho a las historias judías sobre la infancia de Abrahán y de Moisés. De ahí salieron ciertamente la estrella de los magos y la masacre de los niños de Belén
En este capítulo, Mateo utiliza esas historias sin preocuparse lo más mínimo por su dudosa autenticidad. Se sirve de ellas para mostrar, cómo Jesús revivió a su manera lo que había vivido su pueblo.
Es una manera de decir que hay que releer los textos. Estos hablaban del pueblo, y al mismo tiempo anunciaban a Jesús.
En cierto sentido, Jesús vivirá lo que el pueblo había vivido: caminatas, búsqueda, alegrías, duelos, pero con Jesús todo tomará un nuevo sentido.
En este relato los magos representan a las otras religiones que no son las de la Biblia.
Así, mientras los sacerdotes de los judíos, jefes del pueblo de Dios, no reciben aviso del nacimiento de Jesús, Dios lo participa a algunos de esos amigos suyos que están muy lejos de su pueblo.
Esta lección vale para todos los tiempos: Jesús es el Salvador de todos los hombres y no solamente de los que se ubican en su Iglesia.
Así, Dios habla a todos los hombres por medio de los acontecimientos, y los encuentra allí mismo donde ellos buscan.

Celebrar hoy en la Epifanía a un Dios para todos, que ofrece salvación para todos, nos exige, romper barreras, evitar actitudes que ignoran o desprecien a los que no piensan, no sienten o no sirven a Dios como nosotros.
Celebrar hoy en la Epifanía a un Dios para todos, que ofrece salvación para todos, nos exige abrir nuestra actividad misionera, interesándonos por los alejados y marginados
Celebrar hoy en la Epifanía a un Dios para todos, que ofrece salvación para todos, nos exige no creernos superiores a los alejados y marginados, a los diferentes, sino ir a su encuentro para mostrarles, con hechos y palabras, el amor de Dios.

Cosme Carlos Ríos

Enero 02 2015 

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