No
al culto que encubre o legitima la injusticia contra los pobres
El domingo 05 de Julio en la Colonia
los Encinos fue asesinada una chica de XV años que, en nombre de la Iglesia
cristiana se preocupaba por los jóvenes drogadictos.
La primera lectura nos da cuenta del
conflicto entre Amós, profeta del siglo VIII a. C., y Amasías, sacerdote,
responsable del templo de Betel.
Desde hacía más de ciento cincuenta
años, el reino de David estaba dividido en dos: Israel al norte y Judá al sur. Amós
había nacido en el sur; pero su actividad la desarrolló en el reino de Israel.
El reino del Norte, a partir de la época
del rey Acab había crecido muchísimo en el aspecto económico, pero a su vez en
la enorme desigualdad social
De los profetas del Antiguo Testamento,
Amós es el que tiene palabras más duras contra la injusticia, el abuso de los poderosos,
la opresión de los pobres, el derroche y la insolidaridad de los ricos..., y la
hipocresía de todos ellos, que daban
culto a Dios antes y después de practicar la injusticia.
Por eso, pronto resultó demasiado
incómodo. Y para quitárselo de encima, Amasías le ordena volver a su tierra.
No le importa que sus denuncias
respondan a la verdad, ni cree que sus palabras estén autorizadas por el Señor
Amasías es el sacerdote del templo
nacional, y él no le ha dado ninguna autorización oficial?
Amasías insinúa además que la actividad
profética de Amós no es más que un medio para ganarse la vida.
Y Amós le responde: «Yo no era profeta
ni de un grupo profético; era ganadero y cultivaba higueras. Pero el Señor me
arrancó de mi ganado y me mandó ir a profetizar a su pueblo, Israel.»
Siempre hay que denunciar el culto que intentando
unirnos a Dios, encubre o legitima la injusticia, la
discriminación o la explotación de los pobres
El evangelio de hoy nos dice que los
Doce, después de que estuvieron una buena temporada con Jesús fueron enviados
por Él a predicar pro primera vez.
No se trata de un envío definitivo;
todavía no van a anunciar la Buena Noticia: sólo predican la necesidad de
enmendarse, de cambiar de vida, para poder recibir, con fruto, el anuncio del
evangelio.
Pero al enviarlos, Jesús les da unas
instrucciones que también serán válidas en el futuro, cuando la misión sea
definitiva.
Se trata de ir por el mundo diciéndole
a la gente que hay que cambiar de manera de vivir, denunciando abusos e
injusticias que impiden la fraternidad.
Los envía de dos en dos: el proyecto de
Jesús no es cosa de piedad individual, sino un proyecto para organizar la
convivencia
Hay que dar a conocer ese proyecto que
no es asunto de uno solo; la misión es responsabilidad de toda la comunidad, es
un asunto comunitario.
Para que puedan realizar su tarea,
Jesús les da autoridad sobre los espíritus inmundos: todo lo que deshumaniza a
la persona; los capacita para liberar a los hombres de todo lo que esclaviza al
hombre.
Naturalmente que los enviados de Jesús
tendrán que satisfacer sus necesidades más elementales, pero eso se resolverá gracias
a la solidaridad humana, en la que confía Jesús y en la que han de confiar los
que le siguen.
En cualquier caso, el mensaje que se
anuncia nunca podrá ser objeto de intercambio, nunca podrá ser objeto de
negocio: el mensaje de Jesús es totalmente gratuito.
Ser fieles a Dios como Oseas significa
para nosotros levantar la voz en contra del culto que encubre y protege la injusticia
en contra de los pobres.
Seguir a Jesús que nos envía, significa
para nosotros luchar contra los espíritus inmundos del machismo, del
alcoholismo y de la droga.
Seguir a Jesús que nos envía, significa
para nosotros luchar para liberar a las personas de todos los fanatismos que
sólo pretenden imponer su propia manera de ser, que les impide abrirse a los
demás y valorar lo bueno que hay en ellos
Cosme Carlos Ríos
Julio 06 15
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