No competir, luchar para que haya vida digna para todos
En nuestra vida social, e
incluso en nuestra vida de Iglesia, actuamos, como una continua competición en
la que sólo unos pocos triunfan.
No se trata de vivir con
dignidad; lo que importa es ser los mejores, llegar los primeros, subir más
arriba que nadie.
Desde la escuela «el primero de la clase»
hasta las cosas más domésticas «la ropa más blanca que la de la vecina»-, vivir
significa competir.
Y eso tiene una
consecuencia: nos sentimos competidores unos de otros. Porque el primero sólo
puede ser uno, uno sólo puede ser considerado el mejor, y así, todos los que
luchan por el mismo puesto, luchan entre sí.
Y luchando unos contra
otros, y haciéndolo además en solitario, no es posible vivir como hermanos.
Si no hay quien promueva
una campaña, poco hacemos ante las víctimas de las balaceras o de los desastres
naturales, como los ocasionados por Odile y por Polo en Sonora y Baja
California
El segundo Isaías ha
presentado un proyecto para salir del destierro y retornar a la patria, pero,
al parecer, el pueblo lo está entendiendo por los caminos del poder y la
riqueza, por ello el profeta exclama:”Mis caminos no son los caminos de ustedes
y mis pensamientos no son los de ustedes”
El pensamiento y el
actuar de Dios están muy por encima de nuestra forma de pensar y de actuar
Jesús de Nazaret, que viene a enseñarnos a
vivir como hermanos, propone como uno de los componentes esenciales de su
mensaje la idea de la igualdad radical entre los hombres y la exigencia para
sus seguidores de construir una sociedad fraterna.
Esta igualdad radical ha
de mostrarse también en la vida económica siguiendo el ejemplo de la primera comunidad que nos mencionan los
Hechos de los Apóstoles
Aceptar el Reino
predicado por Jesús implica para nosotros aceptar que Dios es un Padre y que
quiere vida digna para todos.
Aceptar el Reino
predicado por Jesús implica para nosotros aceptar que el camino para lograr la
felicidad, no es el de la competencia, sino el de buscar vida digna para todos
Aceptar el Reino
predicado por Jesús implica para nosotros, luchar para apoyar a todas las vidas
humanas amenazadas por las diferentes circunstancias: migración, infancia,
pobreza, hambre etc.
Aceptar el Reino predicado por Jesús implica
para nosotros apoyar solidariamente a las víctimas de las tormentas Polo y
Odile en Sonora y Baja California
Cosme Carlos
Septiembre 20 del 2014
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