20 de septiembre de 2014

No competir, luchar para que haya vida digna para todos
En nuestra vida social, e incluso en nuestra vida de Iglesia, actuamos, como una continua competición en la que sólo unos pocos triunfan.
No se trata de vivir con dignidad; lo que importa es ser los mejores, llegar los primeros, subir más arriba que nadie.
 Desde la escuela «el primero de la cla­se» hasta las cosas más domésticas «la ropa más blanca que la de la vecina»-, vivir significa competir.
Y eso tiene una consecuencia: nos sentimos competidores unos de otros. Porque el primero sólo puede ser uno, uno sólo puede ser considerado el mejor, y así, todos los que luchan por el mismo puesto, luchan entre sí.
Y luchando unos contra otros, y haciéndolo además en solitario, no es posible vivir como hermanos.
Si no hay quien promueva una campaña, poco hacemos ante las víctimas de las balaceras o de los desastres naturales, como los ocasionados por Odile y por Polo en Sonora y Baja California

El segundo Isaías ha presentado un proyecto para salir del destierro y retornar a la patria, pero, al parecer, el pueblo lo está entendiendo por los caminos del poder y la riqueza, por ello el profeta exclama:”Mis caminos no son los caminos de ustedes y mis pensamientos no son los de ustedes”
El pensamiento y el actuar de Dios están muy por encima de nuestra forma de pensar y de actuar
 Jesús de Nazaret, que viene a enseñarnos a vivir como her­manos, propone como uno de los componentes esenciales de su mensaje la idea de la igualdad radical entre los hombres y la exigencia para sus seguidores de construir una sociedad  fraterna.
Esta igualdad radical ha de mostrarse también en la vida económica siguiendo el ejemplo  de la primera comunidad que nos mencionan los Hechos de los Apóstoles

Aceptar el Reino predicado por Jesús implica para nosotros aceptar que Dios es un Padre y que quiere vida digna para todos.
Aceptar el Reino predicado por Jesús implica para nosotros aceptar que el camino para lograr la felicidad, no es el de la competencia, sino el de buscar vida digna para todos
Aceptar el Reino predicado por Jesús implica para nosotros, luchar para apoyar a todas las vidas humanas amenazadas por las diferentes circunstancias: migración, infancia, pobreza, hambre etc.
 Aceptar el Reino predicado por Jesús implica para nosotros apoyar solidariamente a las víctimas de las tormentas Polo y Odile en Sonora y Baja California
Cosme Carlos
Septiembre 20 del 2014



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