8 de febrero de 2014


Brillara tu luz como la aurora cuando compartas

El hambre en el mundo al comienzo del 2014

  • 842 millones de personas no tienen lo suficiente para comer. Esta cifra ha disminuido en 156 millones desde 1990
  • Las mujeres constituyen un poco más de la mitad de la población mundial, pero representan más del 60% de las personas con hambre en el mundo.
  • La desnutrición contribuye con la muerte de 2,6 millones de niños menores de 5 años, un tercio del total global.
  • En los países en desarrollo, uno de cada seis niños—casi 100 millones—tiene bajo peso. Uno de cada cuatro niños en el mundo tiene retardo en el crecimiento.
  • Unos 66 millones de niños van a la escuela primaria con hambre en los países en vías de desarrollo, de los cuales 23 millones están en África.
    La causa principal del hambre en el mundo es la injusta distribución de la riqueza, en la que unos pocos nadan en la abundancia que para nada necesitan, mientras que una gran mayoría no tiene lo necesario para una vida digna
    Y entre nosotros
    ¿Cómo le hacen los desempleados y subempleados para alimentar a sus familias?
    ¿Cómo se alimentan los niños que se quedan en casa porque los dos papás salen a trabajar?
    ¿Cómo se alimentan los ancianos que viven sólos?
    ¿Cuál es la actitud y las acciones de los creyentes frente a esta realidad?
     
    La lectura de Isaías que hacemos hoy corresponde a la época de la restauración o del dominio persa.
    Este imperio controla, no tanto por la fuerza militar, sino por la económica, con apoyo de las autoridades religiosas.
    Se benefician así; las familias económicamente pudientes, que retornan del exilio. Ellas Insisten en las prácticas religiosas, pero provocan o desatienden las necesidades del pueblo.
    En nombre de Dios el profeta proclama que las prácticas religiosas carecen de valor si no van acompañadas por la justicia y el amor al prójimo.
    El verdadero ayuno no consiste principalmente en actitudes exteriores, sino en la renuncia a la injusticia y en la sincera dedicación al servicio de los demás.
    La luz del creyente brillará como la aurora cuando  comparta su pan con el hambriento y albergue a los pobres sin techo y cubra al que vea desnudo.
    Por su parte Jesús declara que sus discípulos somos luz y sal: Luz para ayudar a ver a Dios y a la vez ver, comprender y atender las necesidades de los hermanos; sal para librar de la corrupción a las personas y a la misma sociedad
    Pero sólo podremos ser luz poniendo en alto nuestras buenas obras, no para recibir el aplauso de la gente, sino para que ellos glorifiquen a Dios.
     
    Seremos luz de Dios en la medida en que se pongan de manifiesto nuestras obras de misericordia: compartir el pan de albergar a los pobres y en cubrir a los que no tienen abrigo.
    Seremos sal de Dios en la medida que a nivel personal y a nivel social luchemos contra todas las formas de corrupción, incluyendo la de la misma Iglesia.
    Seremos luz de Dios en la medida en que abramos los ojos para entender la situación de los desempleados, abramos las manos para compartir y luchar por empleos dignos y justos para ellos.
    Seremos luz de Dios en la medida en que abramos los ojos para entender la situación de los niños que se quedan sólos en casa y las manos para brindarles un alimento saludable.
    Seremos luz de Dios en la medida en que abramos los ojos para entender la situación de los ancianos abandonados y vivamos la compasión para con ellos, brindándoles compañía y apoyo
    Febrero 09/14
    Cosme Carlos Ríos
     

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