Orar
como Jesús
Los
cristianos, hemos ido dejando de lado las prácticas tradicionales de oración:
meditaciones, rezos, ejercicios espirituales, retiros
Hacemos
oraciones rutinarias, casi sin prestarles atención; le hablamos a Dios de todo
lo que Él ya sabe, pero no damos tiempo a que Él nos diga lo que piensa ni la
orientación que nos puede dar.
Es
poco frecuente que en nuestras oraciones incluyamos las necesidades y problemas
concretos de los hermanos, de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad.
Muchas
de las mandas que hacemos, con frecuencia van acompañadas de un cierto temor al
castigo si no cumplimos la manda.
El
relato sobre Abraham que leemos hoy, es una tradición muy antigua cuando la
forma de relacionarse con Dios no estaba rodeada de un cierto temor hacia la
divinidad.
Abraham
muestra un sentido religioso y hasta pastoral que se nota en la sensibilidad
humana por sus semejantes.
Abraham
intercede por los habitantes de Sodoma convencido de que Dios es justo y no
castigará al justo junto con el malhechor.
Sobresale
en este relato, por un lado la familiaridad con que Abraham se dirige a Dios, y
por otro su preocupación por sus vecinos que conviven con otros malhechores.
Lucas
nos ofrece un relato más breve que el de
Mateo sobre el Padre nuestro: Lucas
incluye la enseñanza sobre el Padre
nuestro en el camino a Jerusalén, mientras que Mateo la incluye en el
sermón de la montaña.
Jesús
rompe con la tradición religiosa de su pueblo que mira a Dios en un lugar distante o lo encierra en un
templo.
Para
Jesús Dios es alguien sumamente cercano, es un Padre que ama, que escucha, que
comprende y perdona
En
el Padre nuestro Jesús resume su
proyecto de vida y lo presenta para todo
aquel que quiera ser su discípulo; este proyecto toma en cuenta dos realidades:
Dios y el prójimo.
Hemos
de santificar el nombre de Dios con nuestras obras y palabras, y hemos de
preparar la llegada de su Reino igualmente con nuestras obras y con nuestras
palabras.
Hemos
de cambiar nuestra manera de pensar y de actuar en relación con el prójimo, de
modo que vayamos construyendo la hermandad y se sienta realmente la presencia
del Padre entre nosotros.
Orar
como Abraham ha de significar para nosotros hablar con Dios de una manera
familiar y platicar con Él de las necesidades, problemas y pecados de nuestros
semejantes.
Orar
como Jesús ha de significar para nosotros que nuestro proyecto de vida, toda
nuestra forma de ser, tome en cuenta a
Dios como Padre y a los demás como verdaderos hermanos.
Orar
como Abraham y como Jesús ha de significar para nosotros, incluir siempre en
nuestra rutina diaria la intercesión por
los hermanos.
CCR
Julio 27 del 2013
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