La fe se manifiesta en las obras de misericordia
Acostumbramos
medir la fe de las personas por sus prácticas religiosas, sobre todo las
oficiales: Misa, Sacramentos, Bendiciones.
No es
frecuente que consideremos creyente a la persona que se preocupa por remediar
las necesidades de los hermanos o por cambiar las situaciones que las provocan
o las propician.
Nos vendría
bien hacer un examen de conciencia para descubrir a las personas vulnerables
que hay a nuestro alrededor, vecinos, barrio, colonia, pueblo.
El libro del
Deuteronomio forma parte de una gran obra que se terminó de redactar después de
que los judíos volvieron del destierro en Babilonia.
Ahí, se
sentaron las bases del judaísmo o religión judía: Estas consistían en la
observancia de la Ley (La Biblia, la Palabra) la práctica de la circuncisión y
la observancia del sábado.
El texto de
hoy se presenta para los que han regresado de destierro como un camino para
reconstruir la vida del pueblo creyente.
Los autores
hacen énfasis en la necesidad de observar las instrucciones de Dios y hacen ver
que no es difícil encontrar y saber lo que Dios quiere
En el tiempo
de Jesús, los que interpretaban la Escritura habían señalado 613 mandamientos;
por eso había necesidad de preguntarse sobre cuál era el más importante.
Uno de los
maestros de la Ley se acerca a Jesús para conocer su opinión sobre el tema.
Jesús no da
una contestación directa, sino que con fina ironía, le pregunta sobre lo que el
maestro ve escrito y lee en ella.
El maestro aún
no se da por enterado y pregunta a Jesús quién es su prójimo a lo que Jesús
responde con la parábola del samaritano.
Los hombres
del culto, el sacerdote y el levita pasan de largo ante el hombre caído en
manos de los ladrones, tal vez por no contaminarse o por considerar más
importante el culto que la misericordia.
El samaritano,
por el contrario, bajó de su cabalgadura, curó sus heridas con aceite y vino,
lo montó en su cabalgadura, lo llevó a un lugar protegido y pagó al posadero
para que lo atendiera.
Jesús obliga al
maestro de la ley a declarar quién es el que se portó como prójimo, a lo que el
hombre responde que aquel que usó de misericordia.
Jesús nos
dice: Ve y haz tú lo mismo
Guardar la
palabra de Dios, amar como Jesús quiere, tiene que significar para nosotros estar
atentos a las personas vulnerables que están a nuestro alrededor.
Guardar la
palabra de Dios, amar como Jesús quiere, tiene que significar para nosotros
unirnos a otros para aliviar el dolor de los hermanos, sin importarnos su raza,
condición social o religión.
Guardar la
palabra de Dios, amar como Jesús quiere, tiene que significar para nosotros una
lucha permanente para combatir las causas que provocan o propician que haya
personas en situación de vulnerabilidad.
Guardar la
palabra de Dios, amar como Jesús quiere, tiene que significar para nosotros los hombres y mujeres de Iglesia,
enfatizar en la enseñanza, en la Catequesis y en la predicación el valor
inmenso del amor misericordioso.
CCR
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