27 de abril de 2013


Nuestra identidad: Amar como Jesús nos amó

A los católicos se nos identifica, por lo general porque asistimos a Misa, porque tenemos imágenes, o por otros signos; es poco común que alguien nos distinga por nuestra manera de amar a los demás.

Pocas veces los que participamos en la Misa o leemos la Biblia, tenemos la preocupación de anunciar a otros, con hechos y palabras la Buena Noticia de Jesús resucitado.

Especialmente en los últimos tiempos, hay entre nosotros,  un ambiente de desilusión y pesimismo, poco entusiasmo por  pensar en un mundo más justo y humano y casi ninguna lucha por transformar la realidad actual.

Una de las principales causas por las que tantos cristianos abandonan la Iglesia radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido respecto al amor.

Con frecuencia nuestras comunidades son campos de batalla donde nos enfrentamos unos contra otros; donde no reconocemos en el otro la imagen de Dios. Y eso afecta la fe y la buena voluntad de muchos creyentes

 

La presencia del Resucitado impulsó a Pablo y a Bernabé a llevar la Buena Nueva de Jesús desde Antioquía de Siria, hasta las regiones de Iconio, Listra y Derbe.

Están terminando la primer etapa de su recorrido evangelizador y de regreso van animando a los discípulos y animándolos a perseverar en la fé.

También van ayudando a la organización de las comunidades y al regresar, reúnen a la comunidad y cuentan lo que Dios ha hecho por medio de ellos y cómo se ha abierto la puerta a los no judíos.

A los cristianos perseguidos, el Apocalipsis les presenta la visión del encuentro de la comunidad con su amado, como una nueva situación en la que ya no habrá muerte ni duelo, ni penas ni llanto, porque dios enjugara todas las lágrimas.

Un mundo nuevo de fraternidad, de justicia y de paz con Jesús, el cordero pascual, en el centro,

El evangelio nos presenta el testamento de Jesús, el mandamiento nuevo: “Que se amen los unos a los otros como yo los he amado” “Por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

Hay necesidad de tomar conciencia de que nuestra principal identidad es amar como Jesús nos amó.

Amar como Jesús significa vivir su entrega y su espíritu de servicio. Amar como Jesús significa optar por los más débiles y desprotegidos.

Significa estar cerca de ellos y ser siempre para ellos una buena noticia, llevarles consuelo y esperanza. Significa vivir siempre la misericordia.

 

Amaremos como Jesús si salimos de nosotros mismos y nos acercamos a las personas y a los ambientes para llevarles, con hechos y con palabras, la buena Nueva de Jesús resucitado.

Amaremos como Jesús si somos gente optimista, que sueña con un mundo donde haya vida digna para todos, y lucha, haciendo lo posible para que esta realidad pueda ser.

Amaremos como Jesús si nuestra vida se distingue por la entrega y el espíritu de servicio

CCR

 

20 de abril de 2013


El Buen pastor tiene olor a oveja

La gente común ve a los sacerdotes,  como funcionarios que atendemos una serie de asuntos de carácter ético y religioso. Esta es la imagen que estamos dando al pueblo de Dios.

Se nos encuentra, por lo general, en la oficina o en la sacristía, pocas veces en la vida y en los problemas de la gente.

Los cristianos en general toleran pasivamente esta situación y, aunque les molesta, pocas veces levantan la voz.  

 

Jesús, el Buen pastor, resucitado está presente en la comunidad cristiana de Antioquía de Siria y pide a la comunidad que envíen a Saulo y A Bernabé para llevar la Buena noticia más allá de las fronteras.

Pablo y Bernabé se hacen presentes en Antioquía de Pisidia en la sinagoga de los judíos y utilizando la Escritura proclaman que: Es un hecho que los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús de Nazaret, sino que lo procesaron..

Aunque no encontraron en él ningún motivo para condenarlo a muerte, pidieron a Pilato que fuera ejecutado….  Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

La denuncia profética de los pastores Pablo y Bernabé, en nombre de Jesús resucitado, en contra de los habitantes de Jerusalén y de sus jefes, provocó la ira de los asistentes a la sinagoga, que aliándose con mujeres devotas de la alta sociedad, desataron una furiosa persecución contra Pablo y Bernabé.

 

El autor del Apocalipsis muestra a los cristianos perseguidos, la hermosa visión de Jesús, el cordero muerto y resucitado al que una inmensa multitud de personas lo aclaman.

Aquella multitud son todos aquellos que se han mantenido fieles a Jesús, el cordero. y han derramado su sangre unida a la de Jesús, por la causa del Buen Pastor: El reinado de Dios.

 

A partir del año 80 en que se reorganizó la religión judía hubo una fuerte persecución hacia los seguidores de Jesús, especialmente de parte de los pastores Judíos: los escribas.

El capítulo 10 de San Juan presenta una confrontación entre los pastores de Israel y Jesús el buen pastor.

Jesús es el pastor cuya voz escuchan las ovejas, es aquel que conoce las ovejas y a quien siguen las ovejas. Ellas nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de la mano de Jesús. Jesús y el Padre son uno sólo.

La palabra proclamada nos presenta una nueva manera de ser pastores  y una nueva manera de ser ovejas de Jesús

 

Ser buenos pastores como Pablo y Bernabé significa, para nosotros los pastores, aceptar la invitación a salir del camino conocido, para andar por el camino, muchas veces conflictivo por donde transitan los fieles: ser más misioneros.

Ser ovejas como las del Apocalipsis significa mantenernos limpios de lo que es contrario a Jesús, seguirlo a donde quiera que él va, y estar dispuestos a dar la vida por su causa.

 Ser pastores como Jesús significa acercarnos a las personas  que nos han sido encomendadas, conocerlas, conocer los caminos por donde transitan, las dificultades que encuentran,  escucharlas y atenderlas.

Ser ovejas de Jesús significa escuchar su voz, en la Escritura y en la vida y seguir el camino de Jesús en el hoy de cada uno.

Sigamos a Jesús el buen pastor, pero que se vea que tenemos olor a oveja, porque convivimos con ellas

 

 

13 de abril de 2013


Jesús resucitado presente en nuestros trabajos y fracasos

En la vida de todos nosotros, con frecuencia viene el cansancio y las cosas no salen como habríamos querido. Esto nos lleva a la desilusión y perdemos la esperanza.

Ante los graves sufrimientos de nuestro pueblo, poco o nada se oye la voz de los pastores, o de los particulares, denunciando las graves injusticias de nuestro pueblo.

Hemos dejado la costumbre de nuestros mayores de compartir los alimentos con las personas que nos rodean

Estamos poniendo nuestro corazón y nuestras inquietudes en el dinero, el poder y la fama.

 

En el nombre de Jesús resucitado, sus discípulos continúan la tarea de la salud, haciendo caminar a un tullido méndigo. El sanhedrín reprime a los discípulos y Pedro responde que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

Y denuncia proféticamente: El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz.

En medio de la persecución, que exige dar culto al emperador, los creyentes proclaman: “Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, el saber, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”. “Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza y el honor y la gloria y el poder  por los siglos de los siglos”

En medio de las actividades de la vida diaria, en medio de los fracasos y desilusiones de los discípulos, el Resucitado se hace presente y los anima a no darse por vencidos en la tarea y logra que obtengan un gran éxito en su trabajo.

Después del éxito obtenido Jesús invita a los pescadores a participar de su mesa.

 

No sólo en la Celebración de la Cena, no sólo en la Palabra está presente el Resucitado, Él está presente también en medio de nuestros trabajos y en medio de nuestros fracasos.

Hoy, como ayer, Jesús resucitado está presente en los que mantienen la esperanza del pueblo en que otro mundo, otra forma de vivir es posible

Hoy, como ayer, Jesús resucitado está presente en los que promueven la defensa de la vida, en los que luchan por la salud del pueblo, en los que impulsan a caminar.

Hoy, como ayer, Jesús resucitado está presente en los que, obedeciendo a Dios más que a los hombres, denuncian a los que matan de hambre o de enfermedad a tos pueblos.

Hoy, como ayer, Jesús resucitado está presente en los que denuncian la violencia y construyen la paz a pesar de las críticas y contradicciones.

Hoy, como ayer, Jesús resucitado está presente en los que defienden la dignidad y los derechos humanos, está presente en los que defienden la salud de nuestro planeta.

Hoy, como ayer, Jesús resucitado está presente en los que comparten el pan con los hermanos.

¿En qué otras partes podemos descubrir la presencia del Resucitado?

CCR

 

 

6 de abril de 2013


El Espíritu de Jesús nos ilumina y fortalece para la misión

La violencia y la inseguridad pública han influído en que los ciudadanos nos llenemos de miedo, perdamos la confianza en las demás personas y nos mantengamos aislados y encerrados.

La influencia del sistema neoliberal ha influído en los creyentes de modo que también en el terreno de la fé vivamos de forma individual, dejando de lado su dimensión comunitaria y misionera.

Nos domina la apatía y el conformismo y no nos atrevemos a buscar nuevas formas de organización para realizar la misión, También en este campo tenemos miedo y nos encerramos.

 

Al hablarnos de la naciente Iglesia, el libro de los Hechos, nos muestra que una de las señales de los creyentes era que “solían reunirse” y que los pastores “realizaban muchos signos y prodigios”

El autor del libro del Apocalipsis nos presenta una visión de Jesús resucitado; Él es el que tiene en sus manos a los animadores de las Iglesias y está presente en medio de su Iglesia.

Jesús, el sacerdote y rey (así lo muestra su vestido) se dirige al vidente y a nosotros y nos dice: “No temas”

Viendo a sus comunidades perseguidas, encerradas y llenas de miedo, el evangelista al que llamamos Juan, les hace ver que en sus reuniones clandestinas se hace presente Jesús Resucitado.

Jesús saluda a los reunidos, deseándoles la abundancia de los dones de Dios, se identifica ante ellos, haciéndoles ver que él sigue siendo crucificado en los que dan su vida por el Reino.

Jesús les confía la misión que él recibió del Padre y para que tengan la luz y la fuerza para realizarla, para que venzan el miedo y el encerramiento les concede el don del Espíritu Santo.

Jesús resucitado se hace presente donde las personas nos reunimos en nombre de Jesús y cuando seguimos realizando los nuevos signos del Reino: el amor, la justicia, la paz, la solidaridad

 

Tenemos que vencer el miedo, tenemos que vencer el encerramiento, tenemos que continuar la misión de construir con Jesús y a la manera de Jesús el Reinado del Padre. El Espíritu de Jesús nos ilumina y fortalece.

Como ciudadanos tenemos que perder el miedo y recuperar la confianza en los demás para cambiar nuestro ambiente tanto el más cercano como el más lejano (Salud, ecología, derechos humanos …) El Espíritu de Jesús nos ilumina y fortalece.

Tenemos que vencer la apatía y el conformismo, tenemos que buscar nuevas formas de organización para continuar la misión de Jesús. El Espíritu de Jesús nos ilumina y fortalece.

Tenemos que aprender a valorar a los demás, volver a salir a los porches y a las placitas de la comunidad para ir al encuentro de los demás y con ellos construir fraternidad. El Espíritu de Jesús nos ilumina y fortalece.

Comentarios, sugerencias, críticas, propuestas.

CCR