16 de febrero de 2013


Venzamos las tentaciones para construir el Reino

 

Una de las grandes dificultades que tenemos para convertirnos en pueblo de dios, comunidad de hermanos, es que cada uno buscamos nuestros propios intereses y no nos preocupamos por los intereses de los demás.

Se nota, asimismo, una competencia por ser el que manda y cuando asumimos una responsabilidad, muchas veces la realizamos en forma autoritaria.

Otras veces usamos la autoridad que se nos confía para sacar beneficios personales, por encima del bienestar de todos.

 

El texto del Deuteronomio que leemos hoy, muy probablemente fue escrito después del destierro y fue escrito para orientar la nueva forma en que ha de vivir el pueblo que regresa del exilio.

Hace memoria de las recomendaciones que dió Dios al pueblo al tomar posesión de la tierra prometida. Recuerda que fue Yahvé quien liberó al pueblo y le dió la tierra prometida.

El israelita en agradecimiento presentará a Dios los primeros frutos de la tierra.

 

Después de que Jesús fue bautizado, San Lucas nos dice que fue conducido por el Espíritu Santo al desierto para conocer y profundizar en el proyecto de Dios.

No hemos de tomar la narración al pie de la letra, ni limitar las tentaciones de Jesús a este momento. Más importante es la enseñanza que nos dan las repuestas de Jesús que nos han de servir como norma y guía.

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. El hombre tiene que buscar alimento para su cuerpo, pero tiene que tomar conciencia de que tiene que alimentarse de la palabra de Dios para poder llevar a cabo el proyecto del Reino.

Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás. No podemos hacer del poder o del dinero un rival de Dios (algo igual a dios) ni entregarles el corazón.

Los bienes de la tierra son para todos los hijos de Dios y el poder no debe existir pues la autoridad tiene que ser, por encima de todo, un servicio al bien común.

No pondrás a prueba al Señor, tu Dios. Cuando obtenemos la fama nos despersonalizamos y nos ponemos al servicio de lo que los demás piensan o quieren de nosotros.

 

Alimentarse de la Palabra de Dios significa para nosotros tener el oído atento para descubrir en la Biblia y en los acontecimientos el proyecto de Dios; conocer ¿Cómo es Jesucristo? ¿Dónde lo podemos encontrar? Y sobre todo ¿Qué quiere de nosotros?

Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás significa para nosotros que ciertamente tenemos que amarnos a nosotros mismos, a nuestras familias, a la naturaleza y a la sociedad, pero todo esto vivido como exigencia del amor a Jesucristo que es para nosotros el supremo amor.

No pondrás a prueba al Señor, tu Dios significa para nosotros, no exigirle a Dios que haga lo que nosotros queramos, sino que nosotros estemos dispuestos a descubrir y realizar en nuestra vida lo que Dios quiere.

La Cuaresma es un tiempo propicio para dedicar más tiempo a conocer las necesidades de los hermanos y a meditar la palabra de Dios, buscando lo que Él quiere que hagamos frente a los problemas y necesidades de nuestro mundo y de nuestros hermanos.

La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar con nuestras obras de amor y justicia el amor incondicional que tenemos a Jesucristo.

La Cuaresma es un tiempo propicio para ponernos incondicionalmente al servicio de Jesucristo, renunciando a imponerle nuestra voluntad.

CCR

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