9 de febrero de 2013


Vencer los complejos

Para colaborar en la construcción del Reino

 

Cuando somos llamados a colaborar en la obra de Dios, muchos alegamos que no podemos, porque eso es para personas más importantes.

En otras ocasiones decimos que las cosas no pueden cambiar porque muchas veces se ha hecho la lucha, pero la gente no responde.

También ponemos como pretexto que no somos dignos de participar porque somos muy malos y Dios sólo acepta la colaboración de los buenos.

Cuando se nos invita a participar en al o nuevo o en alguna actividad social decimos que no estamos preparados.

 

La primera lectura nos presenta en forma de autobiografía la vocación de Isaías y la ubica en el año de la muerte del rey Uzías; eso posiblemente faltando 740 años para el nacimiento de Jesús de Nazaret

La autobiografía la ubica en el templo, y muestra a Dios, rodeado de su corte, sentado en un trono como rey, lleno de majestad.

Ante esta visión el profeta se siente perdido y toma conciencia de su culpabilidad; uno de los miembros de la corte  celestial toma un carbón encendido y con él purifica los labios de Isaías, quien, al punto se ofrece para realizar la misión que Dios le confía: La misión de la voz profética.

 

Jesús, en Nazaret, ha proclamado su consagración y misión de cambiar en buenas las situaciones que deshumanizan a las personas.

Ahora Jesús inicia su misión y, usando la barca de Simón Pedro, le pide que la despegue un poco la orilla para hablar a la multitud, lo cual realiza Simón sin ningún reparo.

Al terminar, Jesús pide a Simón que se meta más a fondo, ante lo cual, Pedro responde que  no se puede porque ya lo intentaron toda la noche; pero por darle gusto a Jesús obedece y obtiene una pesca sin igual.

Aquel experto pescador, no valora su enorme capacidad de pescador, sino que se fascina ante Jesús y comenta que no puede ser uno de sus colaboradores, ya que es un hombre pecador.

Jesús vence los temores de Simón y le dice que a partir de ese momento tendrá una nueva misión.

 

El Papa, los Obispos, los Sacerdotes, los Religiosos y Religiosas y todos los laicos que colaboramos en la tarea de la Iglesia hemos tenido que vencer complejos de inferioridad, complejos de fracaso y complejos de culpa. Esto forma parte de nuestra naturaleza humana.

 

Para vencer nuestro complejo de inferioridad y colaborar con la misión de Jesús hemos de tomar conciencia de que, el bautismo, nos convirtió en hijos de Dios, consagrados para colaborar en la misión de Jesucristo.

Para vencer nuestro complejo de fracaso y colaborar con la misión de Jesús hemos de tomar conciencia de que ningún ser humano es perfecto y de que todos fracasamos muchas veces, pero lo importante es que venzamos los fracasos y no que los fracasos nos venzan.

Para vencer nuestro complejo de culpa y colaborar con la misión de Jesús tenemos que tomar conciencia de que Jesús no toma en cuenta nuestro pecado para pedirnos nuestra colaboración, sino que nos da los medios para mejorar cada día.

Para vencer nuestro complejo de ignorancia  y colaborar con la misión de Jesús tenemos que tener confianza en nosotros mismos y buscar las personas y materiales que puedan ayudar a que nos capacitemos.

Métete más a fondo y No temas

CCR

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