5 de mayo de 2012

Permanecer unidos a Jesús Para dar frutos de paz

Estamos viviendo momentos de violencia e inseguridad pública, y frente a ello, son pocos los frutos de paz que estamos produciendo los creyentes.
La violencia y la inseguridad pública son producto de la desigualdad que existe en la sociedad y que nace de la injusticia en el reparto de los bienes necesarios para una vida digna.
Tenemos la tendencia a excluir a los que no piensan, no sienten o no actúan como nosotros y de este modo provocamos divisiones. Nuestras actitudes de prepotencia hacen que las otras personas o grupos se sientan lastimados y por ello se hace difícil un diálogo que dé como fruto: reconstruir la armonía y la paz.

El evangelio de Juan se escribió para cristianos perseguidos, tanto por la religión judía, como por el imperio romano. En ese momento, dar testimonio de Jesús, producir los frutos del Reino anunciado por Jesús, pone en riesgo la vida por la persecución.
Ante ello, muchos discípulos de Jesús, se esconden, se separan de Jesús presente en la comunidad, y pretenden seguir siendo seguidores de Jesús.

La imagen de la vid, nos hace ver que los creyentes tenemos que estar unidos a Jesús resucitado, presente en la comunidad si queremos dar los frutos de Jesús. Más aún, subraya que separados de Jesús, presente en la comunidad, es imposible dar frutos.

La paz es un don de Jesús, manifestado de muchas maneras en los Evangelios. La paz es también una tarea de los seguidores de Jesús que implica el respeto, el diálogo y la colaboración con los diferentes.
La comunidad de Jesús es el espacio en el que nos reunimos para escuchar su Palabra, para hacer oración, para fortalecer nuestra esperanza y para luchar por la paz y los demás valores del Reino.
No podemos construir la paz desde posturas individualistas y excluyentes: construir la paz requiere comprensión, apertura hacia los demás y un esfuerzo conjunto.
Para dar frutos de paz, nuestra primer tarea es el testimonio, tanto personal como comunitario, de respeto, de diálogo y de colaboración con los personas que piensan, sienten o actúan de manera distinta a nosotros. Implica derribar los muros que nos separan y construir puentes que nos unan para que unidos en torno a la palabra y al proyecto de Jesús construyamos la paz.
Tenemos que reconstruir la comunidad, tenemos que permanecer unidos a Jesús en la comunidad para entender el proyecto de paz que tiene el Señor Jesús.
Tenemos que provocar reuniones permanentes que fortalezcan nuestra esperanza de la paz. Tenemos que pedir la luz y la fuerza del Espíritu para encontrar los caminos concretos que conducen a la paz en este momento.
¿Cómo podremos concretar este esfuerzo?
CCR

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