12 de enero de 2012

Todo está interconectado

Todo está interconectado, interrelacionado
y es interdependiente
Fernando Huanacuni

La propuesta y la práctica del Buen Vivir surgen de la cosmovisión indígena y se ofrecen a toda la humanidad.
La enseñanza de los abuelos y abuelas no es solo racional, tiene el ímpetu y la fuerza de la vivencia, la claridad de la mente y el corazón.
Ante las nuevas condiciones de la realidad a las que nos ha llevado la modernidad, el desarrollo, el humanismo, el antropocentrismo, el deterioro de nuestra vida y la vida en su conjunto, hoy emerge vigorosa, fuerte, traslúcida la voz de los pueblos indígenas originarios.
Tenemos que ir hacia algo, hacia alguna parte. En aymara decimos Taki, el camino sagrado. Ese horizonte nos permite reconstituir nuestra fuerza, nuestra vitalidad, saber quiénes somos, cómo vivimos, con qué fuerzas y quiénes nos acompañan.

Armonía y equilibrio
Vivir bien nos hace reflexionar que debemos vivir en armonía y en equilibrio. En armonía con la madre tierra. La Pachamama, es nuestra madre tierra.
Vivir en armonía con el cosmos, porque el cosmos también tiene ciclos, ritmos; vivir en armonía con la historia, saber que estamos en la época del reordenamiento de la vida, de la revitalización de las fuerzas naturales ante la conducta antinatura del pensamiento occidental.

Vivir bien es vivir en armonía con los ciclos de la vida, saber que todo está interconectado, interrelacionado y es interdependiente; vivir bien es saber que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto.
El movimiento indígena originario en el horizonte del vivir bien, esencialmente busca reconstituir la vida, reencontrarnos con nosotros mismos.

Somos Pachamama
Somos hijos de la madre tierra, somos hijos del cosmos, por lo tanto no existe la dicotomía ser humano-naturaleza, somos naturaleza, somos pachamama, somos pachacamac, somos vida. Por lo tanto, somos responsables también como agricultores de la vida.

En estas nuevas condiciones emergentes, reconstituir nuestra identidad es volver a los principios básicos convencionales, no humanos, sino de la vida, de la naturaleza. Volver a nuestra sabiduría, a nuestros ancestros, al camino sagrado. No es retroceder sino reconstituirnos en los principios y valores que no tienen tiempo, que no tienen espacio.

Vivir en equilibrio  con todas las formas de existencia. “Todo vive”, decimos en aymara: las montañas, el río, los insectos, los árboles, las piedras, todo vive; por lo tanto, es parte de un equilibrio perfecto de la vida. Y nosotros para reconstituir el vivir bien tenemos que vivir en equilibrio con todas las formas de existencia y no solamente con todo lo que vemos, incluso con lo que no vemos: nuestros abuelos, abuelas, nuestros ancestros, porque ellos también están con nosotros.
Proceso de naturalización
Salir de la visión monocultural, uninacional, salir del monocultivo mental. Así como el monocultivo ha deteriorado la madre tierra, la vitalidad y la fertilidad de la madre tierra, tenemos que salir del monocultivo mental que también ha deteriorado nuestra capacidad natural que cada uno tenemos. Estamos emergiendo en estados plurinacionales, saliendo del estado colonial, de la república que solamente nos ha sumido en una individualidad humanista.

Cuando hablamos de vivir bien, estamos hablando de un proceso de naturalización y no solamente de humanización, porque el proceso de humanización que occidente ha planteado sigue viendo al ser humano como el rey de la creación y a los demás seres como objetos.
Vivir bien significa entrar en ese proceso de naturalización, volver a nuestra naturaleza, saber que todo vive y saber que todo está interconectado y todo es interdependiente.
Salir de la premisa de occidente. Occidente dice: ganar es lo único. Y nos sume en una competencia desleal, deshonesta entre humanos. No solamente humanos sino con todo tipo de existencia.
Vivir bien significa comprender que si uno gana o uno pierde, todos hemos ganado o perdido.
Vivir bien significa mirar bien el horizonte, reconocer que la vida humana no es el único parámetro, ni la forma de entender a través de lo racional es la única. Es abrirnos a la vida, es comprender que la vida tiene facetas importantes para reconstituir la vida misma.

Reconstituir nuestra identidad
El estado que estamos cuestionando, humanista, individualista, jerárquico, depredador, homogeneizador, emerge de una cosmovisión y esa cosmovisión tiene un carácter individual, machista y humanista.
Para reconstituir la cultura de la vida en el horizonte del vivir bien, tenemos que reconstituir nuestra cosmovisión y eso significa nuestra identidad. Significa hacernos las preguntas fundamentales: quiénes somos realmente, qué corazón tenemos, quiénes han sido nuestros abuelos y con qué fuerza han caminado.

Este es un tiempo de reordenamiento de la vida. Reordenamiento esencialmente para reconstituir la vida.
Hay que diferenciar vivir bien del vivir mejor. Vivir mejor significa ganar a costa del otro, es acumular por acumular, es tener el poder por el poder. Pero vivir bien es devolvernos el equilibrio y la armonía sagrada de la vida.
Todo lo que vive, todo está interrelacionado. El árbol no vive para sí mismo; el insecto, la abeja, la hormiga, las montañas, no viven para sí mismos sino en complementariedad, en reciprocidad permanente: a eso llamamos ayni.

La gran pregunta es: para qué vivimos nosotros. Hay que tomar en cuenta que el deterioro de cualquier especie, pequeña o grande, es el deterioro de todos nosotros y de la vida misma.
Hoy nuestra generación despierta al llamado de una responsabilidad generacional, saber que nosotros no somos seres individuales, somos los ojos de los abuelos, somos la voz de los abuelos, por lo tanto también somos la acción y la esperanza de los abuelos. También somos la semilla de quienes van a venir después de nosotros, la semilla que va aportar a que la cultura de la vida se fortalezca.
Vivir bien es devolvemos el equilibrio y la armonía, comprender que hay ciclos de la madre tierra, por lo tanto hay que sembrar y cosechar en su época y no en otras épocas, salir del monocultivo que ha destrozado nuestra vida, como la fertilidad de la madre tierra, salir del monocultivo mental  que no nos permite ver tanta diversidad de la vida..
Resumió y publicó CCR

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