Una vez triunfante la Revolución , el historiador Antonio Díaz Soto y Gama, impulsor de la Casa del Obrero Mundial, escribió en El Sindicalista: “Los políticos no salvarán nunca a la clase obrera, a pesar de todas sus promesas”.
Esto ocurrió en 1913, a trece años de haber fundado -él, Camilo Arriaga y los hermanos Flores Magón- el Partido Liberal Potosino, y a siete del grito “cinco pesos, ocho horas” de los trabajadores de la mina de Cananea, Sonora.
Todos conocemos el desenlace de aquella movilización: Porfirio Díaz mandó reprimir violentamente a los mineros usando al 11 batallón del ejercito mexicano, a pistoleros contratados en Estados Unidos y a 2 mil 765 rangers.
La profecía de este laico anarquista se confirmó en agosto de 1944, cuando el Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros lanzó un paro nacional que se extendió por casi 40 días, afectando a más de 105 minas y fundidoras.
La tenacidad de los mineros, a pesar de todo tipo de presiones, consiguió un 50 por ciento de aumento salarial en el sector, y que el contrato colectivo se extendiera a todos los trabajadores de aquellas empresas que no los poseían.
Por desgracia, los políticos, siempre vinculados al poder, no han podido contradecir la vehemente autenticidad del discurso de Díaz Soto. La tragedia de la mina Pasta de Conchos, en Sabinas, Coahuila, así lo demuestra.
El 19 de febrero pasado se cumplieron 5 años de la explosión que dejó sepultados a 65 mineros que laboraban en condiciones de absoluta inseguridad. Quedan pendientes el rescate de los cuerpos, el deslinde de responsabilidades y el castigo a los culpables. (levrios)
Ojalá y el Colectivo Zarza abunde más en las "condiciones de absoluta inseguridad" en que laboraban los mineros de Pasta de Conchos.
ResponderEliminar(Pedro Nada Más, amigo de este blog)