19 de octubre de 2013


El bautismo nos convirtió en misioneros

 

Pocos cristianos tenemos  conciencia de que el Bautismo que hemos recibido nos comunica una parte de la misión de Jesucristo y que hemos de realizarla desde nuestra situación personal.

En la práctica, la misión en las comunidades cristianas la realizan unas cuantas personas que tienen autoridad y encargo oficial.

La misión de anunciar el Evangelio de Jesús se dirige, casi siempre, a los grupos y personas que colaboran en la Iglesia y muy pocas veces se abre a las personas lejanas o a los grupos sociales relegados.

 

El profeta Zacarías actúa en la época de la restauración que siguió al retorno del destierro en Babilonia: En ese proceso se notan tres tendencias principales

Reconstrucción de la monarquía, el templo y la ciudad; entre los promotores de este proyecto destacan Zorobabel, Josué y Nehemías.

Reconstrucción de la Ley, del Pueblo y de la Raza: Esdras, y también, Nehemías

Renovación y actualización de las leyes para ponerlas al servicio del Pueblo: los capítulos 40 al 66 de Isaías, junto con Job y Rut.

Zacarías combina varios proyectos: el Templo y el pueblo, pero de tal modo que están abiertos y al servicio de los demás pueblo.

Por eso al hablarnos del templo nos lo presenta como el centro al que acudirán todas las naciones, no exclusivamente Israel

 

Los biblistas actuales coinciden en que el pasaje del Evangelio que leemos hoy es un añadido a la obra original. Esto quiere decir que es palabra de Dios, pero que se ha de interpretar de otro modo.

Se trata de un encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos donde El les confía la misión: Ellos tendrán que seguir llevando la Buena Nueva del Reino a todos.

Habrá quienes rechacen la Buena Noticia y al negarse a recibirla, ellos mismos se cierran el único camino de salvación que es el propio Jesús.

El evangelista utiliza un lenguaje simbólico, por lo se debe evitar tomar el texto al pie de la letra: La misión de Jesús, la obra del Reino de Dios se realiza con hechos y palabras.

El Reino anunciado por Jesús es un reino de vida y de lucha contra  el mal que deshumaniza al hombre.

Los creyentes tendrán el poder de vencer el mal (representado por el veneno y las serpientes) y construir el bien (la salud y el nuevo lenguaje que humaniza y hermana).

Los hechos han de confirmar la Buena Nueva del Reino que proclaman las palabras

 

Ser creyentes hoy significa tomar conciencia de que el bautismo nos hace partícipes de la misión de Jesús de construir el Reino como Buena noticia que se lleva con hechos y palabras.

Ser creyentes hoy significa tomar conciencia de que la misión  no es exclusiva de los ministros y de las personas que tienen autoridad en la comunidad: que la misión corresponde a toda la comunidad de creyentes.

Ser creyentes hoy significa tomar conciencia de que la obra de Jesús se ha de orientar hacia los de afuera, (Los alejados y marginados) y si se orienta hacia los de adentro (los que ya practican) ha de ser para que volvamos los ojos hacia los de fuera.

Cosme Carlos Ríos

Octubre 25 del 2013

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